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Entrevistas

En torno a la “ciudad abierta” | Conversación con Richard Sennett

En torno a la “ciudad abierta” | Conversación con Richard Sennett

18 octubre, 2015
por Luciano Concheiro | Twitter: ConcheiroL

Luciano Concheiro [LC]: ¿Me podría explicar la relación entre su planteamiento sobre las “ciudades abiertas”, la cultura de la cooperación y el trabajo artesanal? Sé que sus últimos libros, los cuales tocan respectivamente estos temas, formarán una trilogía,[1] pero quisiera entender cómo es que se imbrican de manera concreta.

Richard Sennett [RS]: Al observar ciertas maneras, particularmente importantes para los arquitectos, en las cuales algunos aspectos de lo artesanal pueden articularse, tales como trabajar con resistencia o concentrarse más en la búsqueda de problemas que en su solución. Éstos son aspectos del buen trabajo artesanal que no aplicamos realmente a los entornos construidos. Por ejemplo, he hablado de la forma incompleta de las “ciudades abiertas”. Esto significa tener una construcción que, conforme la construyes, puede modificarse y adaptarse e, incluso después de terminarse, puede readaptarse por su uso. Así es como la mayoría de las herramientas evolucionan, no tienen una función fija. Sin embargo, no seguimos esa lógica en relación con los edificios. Ésta es una forma en la cual los tres elementos se conectan. Otra forma, desde la perspectiva social, es que las “ciudades abiertas” necesitan mucha cooperación entre las personas. Así se relaciona el planteamiento de las “ciudades abiertas” con Juntos: rituales, placeres y política de cooperación, el segundo volumen de la trilogía que estoy escribiendo.

LC: ¿Podría elaborar en torno a las consecuencias políticas que traería una “ciudad abierta”? ¿Cree que cambiaría nuestro quehacer político?

RS: Es una muy buena pregunta. Desde mi punto de vista, lo haría porque rompería prácticas hegemónicas. Todos los planes maestros me parecen sumamente hegemónicos. Crearía una forma de hacer política diferente, la cual requeriría mayor participación ciudadana. No sería una cuestión de votar. Mi idea es que la gente debería estar realmente involucrada en los proyectos que usarán. Si estás haciendo una biblioteca, los padres de los niños que la usarán deberían estar involucrados en su diseño. En mi libro muestro algunas formas en las que puede hacerse esto. En lugar de construir entornos de forma conjunta, tendemos hacia una política democrática pasiva, orientada alrededor del voto.

LC: Pareciera que todos los elementos que, según lo que usted ha argumentado, necesitamos para tener una “ciudad abierta” surgen de “arriba hacia abajo”. Es cierto que en ningún caso se sigue un plan maestro, pero siempre se necesita que alguien, urbanistas o políticos, por dar un ejemplo, implementen “desde arriba” la “ciudad abierta”. ¿Podríamos invertir esto? Es decir, ¿podríamos pensar una ciudad abierta construida de abajo hacia arriba?

RS: Pero, ¿cómo podría suceder esto?

LC: Tomo el caso de la ciudad de México. Se podría argumentar que en ella ya existen muestras de aquello que usted ha descrito como la “ciudad abierta”: espacios sincrónicos, en los cuales muchas cosas suceden simultáneamente, construidos nodalmente y no siguiendo un plan maestro, que se adaptan una y otra vez. Sin embargo, éstos han sido construidos no solamente “desde abajo”, sino muchas veces en abierta oposición a la planeación “desde arriba” y al margen de ella. Abraham Cruzvillegas, un reconocido artista contemporáneo mexicano, tal vez es quien mejor ha explorado este fenómeno que él llama, acertadamente, “autoconstrucción”.

RS: ¿Cómo diseñarías espacios sincrónicos de manera espontánea? No puede lograrse. Hay una cosa terrible en el urbanismo: asumimos que, de alguna manera, el diseño activo mismo sucede de “arriba hacia abajo”. Debo decir que, francamente, eso me parece infantil. Los diseñadores tenemos conocimiento y técnicas, sabemos cómo hacer cosas, por ello debemos ayudar a la gente con el diseño. Creer que el “abajo hacia arriba” es siempre una actividad política espontánea significa pedirle a la gente a conocer cosas para las cuales no han estudiado o trabajado. Ser sus propios arquitectos no es justo. Para mí, hay algo sospechoso en todo este lenguaje del “arriba hacia abajo” y el “abajo hacia arriba”. Es bastante condescendiente frente las personas comunes y corrientes. Ellos quieren tu ayuda. Se debería tener el respeto suficiente hacia ellos para poder decirles: “Sí, les ayudo. Utilizaré lo que sé”. Si eres un experto, ¿por qué deberías refrenarte?

[1] El artesano (Anagrama, 2008), Juntos: rituales, placeres y política de cooperación (Anagrama, 2012). El tercer volumen, The Open City, se publicará en 2016.

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