29 septiembre, 2022
por Osdany Morales
Donde hay arquitectura, nada (más) es posible.
Imaginar la nada, Rem Koolhaas
I.
Yo entré a la facultad de arquitectura de La Habana para hacerme escritor. Pasé su prueba de aptitud, que consistía esencialmente en dibujar una esquina del taller donde nos examinábamos, y desde entonces creo que es un buen método para conseguir el acceso a un lugar deseado. Un poco kafkiano, pero todo trámite lo es, y no hay ninguna razón de peso que impida intercambiar un papeleo de antecedentes penales o la búsqueda de una inscripción de nacimiento por el dibujo al natural de una esquina del local de la ley. Las opciones a elegir deberían ser: acatar los trámites oficiales o producir una esquina. No es, como podría malinterpretarse, un método que favorezca a quienes nacieron con buena mano para el dibujo; tener buena mano es una de las evidencias más claras de la existencia del talento y, al mismo tiempo, de que este no es suficiente. Porque el dibujo de una esquina no tiene que ver con la realidad sino con el deseo individual de enfrentarse a un destino. Unos años después de aquellos trazos, Fernando Martirena y Anadis González delinearon su esquina y entraron a la facultad, y en poco tiempo también se volvieron escritores.
Su primer libro, firmado como Infraestudio desde Ediciones Infraleves, se tituló El espacio del texto y está compuesto por procedimientos, citas, listas, voces de personajes que narran sus encuentros con edificios, acciones (una crónica del consumo de la última ventana de la Casa Lamas que actualiza la quema de los Viñola en los años cuarenta, cuando un grupo de estudiantes prendió una hoguera extracurricular con los manuales de dibujo de los órdenes clásicos); la escritura queda marcada por la lógica de la vida diaria, con verdades como: «Construir una placa (losa) es la fiesta más esperada de la autoconstrucción cubana», o «Es realmente difícil explicarle a alguien cómo podría estar bien algo que en principio está mal». Su segundo volumen publicado fue una vivienda unifamiliar titulada Casa B y es, por lo menos, la mejor obra que ha dado la arquitectura cubana en este siglo.
II.
Los museos nos hacen leer de pie. Cada vez pasamos más tiempo frente al texto en el muro que ante alguna evidencia de obra. La muestra En tu mente, de Infraestudio, hace de ese desbalance una oportunidad. Sus espectadores visitan un espacio, la galería LIGA, para imaginar otros a través de la letra. Vienen hasta aquí para llegar a otras partes. La única arquitectura visible es el interior mexicano que expone en sus muros las ficciones del estudio integrado por González y Martirena. Se han entrenado primero en el limbo legal de la práctica y luego refugiado en las palabras cuando el ejercicio privado de la arquitectura fue declarado ilícito, según la lista del Clasificador Nacional de Actividades Económicas, el 10 de febrero de 2021. Su ilegalidad en el contexto cubano potencia su legibilidad.
El repertorio de obras incluye dos restaurantes: uno expone que la tipología funcional es resistente a los binarismos ideológicos, que en cada función hay ya una ideología y la situación «restaurante» puede ser suficiente para inmovilizar el cambio, y otro muestra una posible salida, en palabras de Virgilio Piñera, para «burlar lo ineluctable» con la forma perpetua del encofrado; dos casas: una desde la precariedad de la pesadilla rural como un lugar del que nunca acabamos de salir a conquistar la vieja consigna de ser urbanos, y otra resguardada en el tacto de sus volúmenes de piedra; una residencia de arte en una antigua casa de El Vedado que crece en los muros de su parcela; y tres recorridos: un circuito interior por el Parlamento que devuelve la mirada al poder desde una justa transparencia, una secuencia de jardines por las zonas donde la ciudad personal revela su puntuación, y un puente que ensambla los emblemas arquitectónicos de la estética y la política nacionales.
«La paradoja propia de la ficción», declaró el escritor argentino Juan José Saer, «reside en que, si recurre a lo falso, lo hace para aumentar su credibilidad». Estas construcciones narradas se materializan, sorprendentemente, en una expresión arquitectónica completa. Los elementos que en un principio trataron de evitarse, para sortear las contingencias locales y garantizar su edificación, terminan en obras que parecen haberse generado en un proceso inverso. Cuesta creer que la primera decisión no fueran los materiales, o la escala, o soluciones de estructura, o las proporciones, o la luz. La idea como único trazado innegociable las salva de lo que Rem Koolhaas llamó «el estorbo de la arquitectura». Por eso los edificios de cada lector serán igualmente precisos y fieles a sí mismos en todas sus versiones.
III.
Por décadas la nueva arquitectura cubana vivió en proyectos, en planes postergados y edificios virtuales, en esquinas dibujadas a mano por futuros autores. Con Infraestudio y su probada ecuación para producir realidades esa época queda atrás. Se clausura con ella el uso del proyecto como formato de exposición, donde el modelo intentó resistir desde una ciudad en miniatura. Infraestudio ha dado con la construcción real e imaginada. Así el proyecto ha encontrado su fin, en el doble sentido: el fin como culminación, su finitud, y el fin como declaración de su razón de ser, su finalidad. También en el país, en términos generales, se acabó el proyecto. Como estudiantes, se formaron en una educación conceptual, oyendo hablar de obras sin poder asentarlas en el paisaje ni confrontar su estatura con las fachadas. Ahora producen desde ese mito, en la credibilidad de la ficción.
Aunque aparece si tecleas en Google el nombre de la muestra, y la página de LIGA asegure acumular exposiciones previas, es posible que esta visita se trate de otra ilusión de Infraestudio. Te han convencido de que la arquitectura de la galería es real, de que la exposición se inaugura el 8 de septiembre de 2022 en la Ciudad de México, en el número 176 de la calle Dr. Erazo. Has llegado hasta aquí. Has completado un paseo por los textos que invitan a imaginar ocho espacios y antes de salir has levantado del suelo el papel que ahora lees con una palpable materialidad cuando toda esta experiencia sólo ocurre en tu mente.