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Columnas

El andar como práctica urbana

El andar como práctica urbana

12 febrero, 2015
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia

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Hace ahora 10 años se publicó uno de los libros más influyentes de los últimos tiempos, tanto por su forma de mirar y cartografiar la ciudad y el territorio como por la manera de acercarse al fenómeno de lo urbano. En él, Francesco Careri estudiaba, ponía en contexto y situaba diversas prácticas que se movían en torno a la literatura, el arte y la arquitectura para hilar, con ellas, un discurso sobre el acto de caminar como forma de trabajo, medida y experiencia urbana. El libro aunaba un conjunto de referencias que construían casi un manifiesto y trazaban un recorrido desde un posible origen mítico del andar -representado por Caín y Abel- así como por el propio trabajo del autor como parte del laboratorio de arte urbano Stalker, enfocado en la investigación de las zonas marginales y perífericas de la ciudad. El trabajo de este grupo se basaba en la transurbancia, un metodo que, partiendo del acto de caminar, convertía la ciudad en un lugar de experiencia, de zona de descubrimiento que, posteriormente, permitía y facilitaba el levantamiento de mapeos diferentes a los que normalmente usamos para avanzar y estudiarla, leerla o, incluso, pasearla. La ciudad se convertía en un lugar a redescubrir, por el mínimo hecho de encontrarse con el propio cuerpo frente a su inmensidad, sus contradicciones y sus necesidades. Todo una lección al arquitecto que, por lo general, piensa la vida urbana desde la comodidad de un despacho y la vista aérea -y alejada- de los planos.

En el texto, Careri se pasea entre las obras y reflexiones del dadaísmo, el surrealismo, la Internacional Situacionista o el Land Art, y reivindica otras lecturas urbanas frente a la planeación estricta, aplaudíendo cartografías no convencionales que invitaba a perderse, a derivar, a ser improductivo o a jugar, a fin de salirse de lo establecido y apreciar lo que la arquitectura como disciplina había olvidado. Careri nos dice que andar la ciudad nos invita a convertirnos en nómadas de aquello que ya conocemos: nuestra ciudad de todos los días a la que ya no podremos mirar de la misma manera.

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