Las casas en el paisaje: Alberto Ponis (1933-2024)
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¡Felices fiestas!
23 noviembre, 2014
por Pablo Lazo
Después de la estación de lluvias más seca en 45 años, São Paulo vive la peor crisis hídrica de su historia. Esta ciudad estuvo a punto de quedarse sin agua el mes pasado. El Sistema Cantareira, la principal represa de la región, que abastece a 14 millones de personas en la Grande São Paulo y en 62 ciudades del interior del Estado, nunca registró un nivel tan bajo, mientras que el volumen del resto de embalses cayó también a niveles críticos.
De los grifos de los paulistas sale desde mayo —y por primera vez— la reserva de la reserva, agua estancada bajo las compuertas que está siendo bombeada para subir la capacidad del sistema. Hace seis meses que algunas regiones están sin agua día sí día no, los bares de las zonas ricas de la ciudad empiezan a sufrir la falta de presión nocturna y la industria del país, concentrada en el Estado, de 41 millones de personas, alerta sobre el impacto económico que puede tener más sequía.
Varios especialistas están de acuerdo en que la falta de lluvias y las altas temperaturas no son las únicas responsables de la actual falta de abastecimiento. “Nuestro sistema está completamente desfasado en el tiempo. El sistema de SABESPE, (la compañía estatal a cargo de la gestión hídrica del estado, lleva casi 30 años sin invertir en cambios estructurales del sistema de abastecimiento y reciclaje de agua. Pero la realidad es la siguiente: Sao Paulo es un fiel reflejo de la falta de competencia en entender que el abastecimiento de agua de cualquier ciudad ya no puede desvincularse del sistema de recolección de drenaje y reciclaje. En las próximas décadas, el costo de obtener agua limpia aumentara substancialmente, si no se recicla más agua.
Esta crisis hídrica paulistana me recuerda la famosa película de los 70’s de Roman Polanski, Chinatown. “If the water doesn´t come to LA, LA will come to the water”. Esta es la línea de cierre de la cinta, en donde un magnate -que representa a William Mullhollan- sermonea a un reportero -protagonizado por un joven Jack Nicholson- de cómo realizará su última aventura inmobiliaria. La historia está basada en un hecho real –la famosa guerra por el agua, entre la ciudad de los Ángeles y la comunidad agrícola del Valle Owen –localizada a unos 200 kilómetros al norte de la ciudad que sostuvo una batalla legal por este vital líquido -que aun continua casi 100 años después de su inicio.
En el caso de los Ángeles, fue la industria cinematográfica la que le dio su expansión urbana y –carácter de mega-ciudad. En el caso de São Paulo, se argumenta que fue el auge del café lo que consolido esta macro-región urbana del sur de Brasil. En la realidad, el desarrollo económico de ambas metrópolis va acompañado de la disponibilidad del agua y su abastecimiento constante.
Este es realmente el asunto más crítico que afronta 1 de cada 3 de las ciudades de más de 5 millón de habitantes en el mundo (según el reporte de Mckinsey World Institute desde hace cinco años). Sin desacreditar la importancia de otros temas fundamentales para la el desarrollo urbano, el cómo resolver y garantizar el abastecimiento, recolección y reciclaje del agua es, sin duda, un tema pendiente para solucionarse en la próxima década –antes de que fenómenos climáticos como la sequía en Brasil en este año, generen una fuerte crisis ambiental y económica en otras mega ciudades.
En México, del tema se habla poco porque el agua aún es barata comparada con otros países de Latinoamérica y el costo del agua potable y drenaje es prácticamente el mismo. Además, la escasez no afecta –todavía, a la clase media alta como sucedió en São Paulo. Pero la realidad es mucho más crítica y próxima al escenario pintado en Chinatown. Por ejemplo, el anuncio reciente de la construcción y operación del acueducto Monterrey VI, que en teoría, deberá satisfacer la demanda de agua potable a buena parte de la ciudad del norte de México, trayendo agua cada vez de más lejos.
El tema de la relación del agua con la ciudad debería –para quien esto escribe- ser debatido e investigado extensamente, si queremos evitar llegar a crisis hídricas que afecten la calidad de vida, y medioambiental de nuestras ciudades. El continuar actuando -como lo hace CONAGUA en México o SABESPE en Brasil- construyendo más acueductos para traer agua de más lejos a un altísimo costo, es el equivalente socio ambiental del principio de incertidumbre de Heisenberg: si la gente cree que el agua viene cada vez de más lejos, a lo mejor, efectivamente la cuida más. Además el tema de la gestión hídrica en las ciudades cada vez más es un tema de urbanismo, diseño urbano, espacio público e infraestructura y no sólo de gestión de este recurso.
Así como el ser humano, la ciudad no vive sin agua. Lo que se requiere es encontrar un balance, como sucede dentro de nuestro mismo cuerpo, para nuestras ciudades. En las grandes urbes, la vida de sus habitantes está en riesgo, cuando el agua se acumula por su exceso –inundaciones- o por su escasez. El reto surge de encontrar este balance que incluya un urbanismo resiliente para la gestión hídrica. Ciudad de México o São Paulo, deberían buscar esto, dentro de sus proyectos estratégicos como el nuevo Aeropuerto de DF o el Hidroanel Metropolitano Paulista.
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