Gobierno situado: habitar
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24 marzo, 2023
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
“El pensamiento concreto, al igual que otros procesos de pensamiento, es generalmente una propuesta creativa que emana del asombro natural de la mente que se aprovecha y desarrolla para su aplicación en la vida real. La mayoría de las veces, la mayoría de los pensamientos no maduran a una etapa que se metamorfosea en realidades factuales, porque como diremos, no se piensa a través de ellos. Ahí radica la diferencia entre el pensamiento general y el pensamiento concreto, porque el pensamiento concreto es un proceso de pensamiento que debe terminar en la realidad práctica, ya sea física o filosófica. Esto es a lo que me refiero como un proceso que amalgama “pensar y hacer pequeños ajustes” para calificar como un pensamiento a través del cual se ha pensado, que genera un desarrollo humano viable”.
Eso lo escribió Demas Nwoko en su libro Pensamiento concreto, publicado el año pasado. Recién se anunció que recibirá el León de Oro en honor a su trayectoria, como parte de la 18ª Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, que este año es dirigida por Lesley Lokko y tiene por tema Laboratorio del futuro. Lokko, nacida en Escocia e hija de un médico ghanés, ha centrado esta bienal en el continente africano, por un lado, incluyendo una gran representación de practicantes nacidos en África o de ascendencia africana, y, además, en lo que —siguiendo el término acuñado por Rosalind Krauss— ha llamado un campo expandido de la arquitectura.
Demas Nwoko nació en Idumuje Ugboko, Nigeria, en 1935. Hijo del Rey Nwoko II, es por tanto un príncipe. Estudió en el Colegio de Artes, Ciencia y Tecnología de Nigeria, y en 1961 recibió una beca para ingresar en el Centro Francés de Teatro, en París, donde estudió Arquitectura teatral y escenografía. De regreso a Nigeria, Nwoko participó en la fundación de la Escuela de Arte Dramático de Ibadan y se dedicó también a la pintura y la escultura, además de diseñar varios edificios, aún sin contar con una formación profesional como arquitecto.
Según ha escrito Olumide Oluwadamilola Ogeye, “el desarrollo de la arquitectura nigeriana se vio interrumpido por la presencia colonial británica. Las formas más antiguas y puras de arquitectura anteriores a la colonización británica estaban basadas en formas vernáculas que básicamente respondían a las necesidades culturales y climáticas de la gente, con ciertas similitudes den la manera como los edificios se diseñaban a lo largo de la región que hoy se conoce como Nigeria.” También explica cómo esa arquitectura tradicional se mezcló con lo que fue llamado el estilo afrobrasileño, una combinación de la estética portuguesa y la yoruba, traído de vuelta por los descendientes de personas esclavizadas en Brasil, Cuba y otras partes de América Latina. A mediados del siglo pasado, aún bajo el régimen colonial británico e incluso después de la independencia de Nigeria, en 1960, personajes como Jane Drew y Maxwell Fry, o John Godwin y Gillian Hopwood —estos dos autores de una monografía sobre la arquitectura de Demas Nwoko— trabajaron en la idea y construcción de una arquitectura moderna tropical —Drew y Fry publicaron un par de libros con ese título, el primero en 1956 y el segundo en 1964— que, formal y aún más materialmente, tendió más a ser moderna que a entender las tradiciones constructivas de las zonas tropicales en que se edificó.
Nwoko creció en una casa construida por su abuelo y hecha de tierra, como la mayoría en su región, aunque en su caso diseñada para parecerse al palacio de los Oba —reyes— de Benín, de quienes desciende su familia. En una entrevista con Amber Sijuwade, Nwoko explicó la lógica de la arquitectura tradicional en Nigeria: “La tierra es donde estás parado. Cava un pequeño agujero y construye con lo que sacas. Cuando se construía con tierra, todos tenían su propia casa.” Pero en 1960, unos meses antes de que se declarara la independencia de Nigeria, el gobierno colonial decretó la prohibición de construir con tierra, ley que seguía vigente sesenta años después.
En su ensayo “Demas Nwoko and the Protean Imagination”, Amechi Akwanya y Chijioke Onuora explican que las obras de Nwoko como arquitecto están pensadas para lograr la mayor durabilidad posible y el máximo uso de los materiales constructivos locales, “pero el diseño mismo se concibe como una respuesta a cuestiones concernientes a la naturaleza y función del edificio y también al espíritu o carácter del lugar mismo en que se construye, de manera que el edificio finalmente será expresión de dicho espíritu.” Las ideas que desarrolló Nwoko a partir de la arquitectura, el arte y la cultura tradicionales de su país, no distan mucho de lo que, al mismo tiempo o algunos años después, sería calificado por el pensamiento arquitectónico occidental con conceptos como el genius loci o el “regionalismo crítico”, claro que sin la supuesta depuración estética —o blanqueamiento— que estos suponen.
Una de las primeras y más reconocidas obras de Nwoko fue el Monasterio Dominico de Ibadan. El encargo original fue para diseñar el altar de la futura capilla, pero Nwoko convenció a sus clientes de que podía y debía diseñar la capilla entera y todo el monasterio. La capilla conjunta esa primera intención escultórica que surge del altar, con una lógica funcional y ecológica: los muros de celosía y la forma del techo permiten la circulación del aire, refrescando el espacio, al mismo tiempo que la cubierta dirige la luz sobre el altar.
Desde los años 60, Nwoko ha expuesto su posición respecto a la arquitectura africana, así como el arte moderno africano, tanto en textos y conferencias como en su obra, afirmando que debe desarrollarse de manera orgánica con las tradiciones, los materiales y las condiciones climáticas: hemos importado problemas para luego importar las soluciones, afirma.
El progreso no consiste en copiar otras culturas, aunque sea su tecnología; porque las personas, para conseguir sus fines previstos, están utilizando la tecnología. Realmente, la tecnología de occidente está pensada para quienes la producen; nosotros la compramos y no nos sirve. Es por eso que estamos plagados de infraestructura que no está funcionando. No germinaron de aquí; no están conectadas a la tierra aquí.
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