Espacios. Memorias de una ausencia: Un paseo por espacios que evocan a quienes ya no están con nosotros.
A mi hermana Carla; mis sobrinos Andoni, Carla y Maite, Nico, Kelly y Greg. A mis amigas y amigos Alejandro, [...]
26 agosto, 2020
por Jose Maria Wilford Nava Townsend
La población de Conkal, se encuentra al noreste de la Ciudad de Mérida, en la Península de Yucatán. Su traza, prototípica de las poblaciones yucatecas, es rigurosamente ordenada, reticulada, con la plaza al centro, manteniendo aún el concepto de la lotificación tradicional de los mayas peninsulares: una parcela rectangular donde la construcción tiende a darse hacia el frente de la calle, mientras que el resto del terreno se desarrolla como huerto autosuficiente, pero las casas tradicionales mayas, han desaparecido para dar paso a construcciones realizadas con block de concreto, castillos armados y losas macizas.
Esta traza ve con angustia, como ya a sólo 7 kilómetros de distancia, la mancha urbana de Mérida, que sigue un crecimiento en dispersión horizontal, cada vez más acelerado, va engullendo el mundo rural a su paso.
Ahí, en ese entorno que aún sobrevive a la conurbación, se encuentra el Ex convento de San Francisco de Asís, hoy en parte museo de arte sacro del Estado de Yucatán. Cuando yo tuve la oportunidad de visitar la península aún no era museo y buena parte del edificio se encontraba en ruinas, así que habrá que regresar para un nuevo registro fotográfico actualizado, pero independientemente de ello, la construcción tiene cualidades dignas de ser analizadas.
Los conventos franciscanos de la península no siguen, en su mayoría, el patrón tipológico de otras edificaciones monásticas del siglo XVI. Aunque se mantiene en la maza la expresión de fortaleza mística, muchos de los templos utilizan como ábside la otrora capilla abierta, que desaparece como espacio exterior, lo que implica también que los templos cubiertos, suelen ser posteriores a la edificación original. Por otro lado, las habitaciones conventuales suelen estar por detrás del templo, y no a los lados como sucede en otras regiones de nuestro país. Aunque no es una regla absoluta, si tiene una recurrencia que la convierten en una tipología propia.
Conkal se presenta con el eje longitudinal del templo orientado norte sur, algo muy poco usual, y hasta cierto punto desconcertante tomando en cuenta que no existen accidentes topográficos aparentes que forzaran dicha orientación, ubicando también de forma atípica dos claustros y el huerto, en relación sucesiva hacia el norte. Si la orientación es poco común, al menos mantiene la regla, mencionada anteriormente, de resolver las habitaciones en la parte posterior de la Iglesia.
El templo es de una austeridad excepcional y su fachada escalofriantemente minimalista. Solo el acceso se enmarca por una portada labrada de corte renacentista. El resto del muro se levanta en una seca mampostería de piedra sin ningún tipo de ornamentación, continuándose con tres espadañas rematadas en arco; las dos laterales de menor altura que la central, en eje con la portada. Esta particular expresión única en su tipo al menos en lo que toca a nuestro patrimonio nacional, avisa casi funcionalmente, la distribución interior del espacio religioso. Originalmente planteado para tres naves, termina no sabemos si por cuestiones estructurales o presupuesto, albergando una nave central, con una especie de capillas criptocolaterales, comunicadas entre sí por aperturas en arco rematadas con una ventana ocular.
El resultado final es de una serenidad plástica particular, que no traiciona su bello retablo barroco del siglo XVII. El primer claustro habitacional, de pequeñas dimensiones, pero dos niveles de altura, mantiene la sobriedad lingüística del templo, con un par de arcos que abren el claustro bajo al patio, y ventanas al eje en el claustro alto.
El otro, de mayores dimensiones, correspondiente a un hospital de indígenas, hoy restaurado para el museo, estaba en ruinas y sólo se expresaba como una arquería vacía, que imprimía en ese momento, un contrastante sentimiento de inquietud por el abandono, al sereno y apacible del templo.
La noria, del huerto, repite la tipología de otras que hay en la región, como las de los conventos de Mamá o Valladolid: una planta cilíndrica con un pozo al centro, rematadas por una bóveda circular. También en ruinas cuando yo estuve, hoy se encuentra restaurada y dentro del terreno del museo.
La arquitectura religiosa Yucateca (y no me refiero al estado, si no a la región considerando a la península como un gran ente cultural, que por cuestiones políticas, fue subdividido ya en el México independiente) en especial de los siglos XVI y XVII, tiende a una expresión de austeridad casi minimalista, derivada por una parte, de la misma geografía, clima y características del suelo peninsular, más seco, menos exuberantes que las regiones boscosas y selváticas de Chiapas o Guatemala, que mezclado con la idiosincrasia de los grupos mayas locales y la postura de austeridad de los franciscanos, da como resultado una expresión muy distinta a la del altiplano o al de las construcciones previas prehispánicas de la zona. En ese universo peculiar, la originalidad de Conkal tiene una narrativa propia.
A mi hermana Carla; mis sobrinos Andoni, Carla y Maite, Nico, Kelly y Greg. A mis amigas y amigos Alejandro, [...]
Espero que para los lectores, que hayan conocido este sitio, esta narrativa les reviva bellos recuerdos, y para quienes no [...]