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Concurso Zócalo

Concurso Zócalo

12 junio, 2017
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria

Texto publicado en el número 8 de la revista Arquine, verano de 1999 | #Arquine20Años

Cinco propuestas para la Plaza de la Constitución

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Quince proyectos seleccionados, entre los 180 presentados, por Jose Luis Cuevas, Andrés Lira, José Luis Martínez y los arquitectos Carlos Ortega, Félix Sánchez y Eduardo Terrazas, pasaron a la final. El jurado, reunido en los últimos días de marzo, se complementó con Manuel DaCosta-Lobo, Fumihiko Maki y Rogelio Salmona.

Excluyendo algunas propuestas —con fuentes, surtidores, pirámides de cristal sobre el Templo Mayor y esquemáticos dibujos sobre el pavimento— que cuesta entender cuáles fueron sus virtudes para llegar a finalistas, se decantan preguntas y respuestas comunes entre los participantes de esta última etapa. Quedará por saber si estas coincidencias proceden de unas bases de concurso que inducían a la mesura o de las preferencias del primer jurado. Como preveíamos, los concursantes han vertido prudentemente sus ideas sobre este maravilloso vacío urbano “inundándolo, plantando árboles —jacarandas—, hallando sus ejes y enfatizando su carga simbólica.

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Prácticamente todas las composiciones, más que propuestas o estrategias, restringen o anulan la circulación vial delante de la Catedral y el Palacio Nacional, canalizando la circulación procedente de la avenida 20 de Noviembre por el lado derecho hasta la calle 5 de Mayo. En algunos casos, la calle Madre se peatonaliza antes de llegar a la plaza. Casi todos compartimentos la intervención, bien sea con una doble franja arbolada poniente o paralizando el frente de los lados de Catedral. El recurso obvio y casi siempre inútil de dibujar en planta un nuevo pavimento haciendo gala de composiciones geométricas, espirales áureas o reticulares, está presente en buena parte de los proyectos. Eventualmente unos postes de iluminación, esferas, columnas o astas, rigidizan la retícula de la plancha pavimentada en un banal intento por reordenar. Algunas propuestas alteran la horizontalidad de la placa pavimentada continua actual o inventan topografías arbitrarias. La relación con el Templo Mayor genera dos posiciones antagónicas: unos apuestan por la continuidad del plano de fachada existente y cubren o corrigen unas ruinas que no debieron perder su condición subterránea; otros abren los valiosos restos arqueológicos a la plaza lateral de la Catedral, generando un nuevo y digno acceso al Templo mayor. Todos liberan la Catedral de su reja circundante.

Entre los proyectos exhibidos cabe destacar, a pesar de su ingenua confianza en la tecnología, el de Miguel Hierro, Emmanuel Ramírez y Diego Ricalde, por sus plataformas móviles capaces de adaptarse a los distintos usos posibles, que se desplazan o levantan. Es una de las pocas propuestas que no pierde la unidad visual actual y que no incorpora arbolado. La propuesta de Miguel Angel Junco, Alejandro Hernández y Daniel López quizá sea la más poética de todas las seleccionadas, donde un espejo de agua variable según las horas del día sugiere una nueva y sutil topografía —similar a la del segundo premio, ,pero más coherente al unir agua y curvas de nivel— entre las recorridas jacarandás del lado poniente, la retícula del pavimento que se tridimensionaliza con lámparas y un Templo Mayor tapado en beneficio de la continuidad del plano de fachada.

Teodoro González de León propuso lo que siempre dijo se debía hacer en el Zócalo y que casi todos secundaron: repavimentación y doble hilera de jacarandas del lado poniente y alrededor de la Catedral. Este proyecto, que quedó en tercer lugar, redibuja el pavimento teniendo en cuenta las pautas competitivas de sus límites y las fachadas de los edificios circundantes, cerrando el frente del Templo Mayor con una celosía que da continuidad tangente al plano de fachada. Un contundente trazo barroco, más obvio que necesario, une las puertas de Catedral, Ayuntamiento y Palacio Nacional con un cambio de pavimento.

La sugerente propuesta de Alberto Kalach, José María Buendía, Felipe Buendía, Patricio Lavalle, Adriana León y Armando Oliver, quedó en segundo lugar. Sin perder la limpieza visual de la plaza, aparece todo el repertorio común de jacarandas del lado poniente, leve modificación topográfica, punteado de nuevas luminarias sobre un dinámico dibujo del pavimento y acceso sumido al Templo Mayor. Se trata de una intervención mínima y exquisitamente arquitectónica desde la representación, la elección del mobiliario urbano y el diseño de los pocos elementos que se incorporan como el puente-puerta al Templo Mayor y los espejos de agua que rememoran la antigua Acequia Real.

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El proyecto ganador, liderado por Cecilia Cortés y Ernesto Betancourt junto con Juan Carlos Tello (con la colaboración de Patricia Aguerrebere y un grupo de estudiantes del Taller Max Cetto de la UNAM), tiene como mayor virtud la sutileza de su intervención. Está estructurado a partir de las habituales jacarandas junto a unas columnas de 20 metros, circundantes a las fachadas sur y poniente, aptas para desplegar emblemas y luminarias festivas. Unos postes sonoros del lado nororiente acompañan el nuevo acceso sumido al Templo Mayor, en una serena composición. Un plano inclinado abocado al asta de la bandera patria y una plaza hundida separan la circulación vial de la plaza, física y visualmente.

 

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