Inflexiones: convertirse en lo que aún está por ser
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¡Felices fiestas!
26 noviembre, 2018
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida
Un Festival es un acontecimiento que reúne diversas manifestaciones, por lo general artísticas, en un lugar y tiempo determinado. Es un encuentro cultural, una celebración donde lo diferente se reúne y halla un medio de expresión que permite amplificar intereses o posiciones ante aquello que se celebra. Su origen etimológico se dice proviene del inglés festival o del alemán Fest, pero en todo caso habla de una reunión, fiesta o feria que permite encontrarnos para celebrar. Un festival tiene el poder de congregar a mucha más gente que un evento o espectáculo específico, por su variedad de actos, diversidad de espacios y duración en el tiempo. Por definición, no se trata de una acción puntual, nos habla de una intención de transformación a través de la celebración, de la experiencia que se vive y que convierte lo ordinario en extraordinario y, por tanto, en inolvidable.
Un festival que toma la ciudad como escenario, la celebra. Cumple con los objetivos de ampliar la cobertura y el aprovechamiento cultural y ciudadano del espacio público, fomenta en la comunidad el ejercicio de su capacidad creativa, crítica y de participación, a partir de la generación de conocimiento y la interacción a través de experiencias singulares. Un gran evento urbano convierte la ciudad en un escenario novedoso, que hace que quienes la habitan puedan darse la libertad por unos momentos de apreciarla de un modo diferente, invitándolos a reconocer de un modo especial las virtudes y carencias de aquellos espacios a través de los cuales transita su cotidianidad.
Un festival de la ciudad transforma su realidad con la intención de volverla afable y accesible para entender y celebrar a todos los que la habitamos; por tanto, la utilización del espacio público es la clave donde deberá tener lugar esta celebración, con la finalidad de volcar la mirada a la metrópoli misma y que ésta, a su vez, la devuelva generando un diálogo por demás enriquecedor. Durante cuatro días, la ciudad de México se convierte a través del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, en un poderoso atractivo cultural, turístico y ciudadano, que posiciona a la capital mexicana a la cabeza de iniciativas que apuestan por la generación de nuevos espacios de interacción abiertos a la ciudadanía que fomenten la construcción de la cultura urbana.
MEXTRÓPOLI aporta al desarrollo de la ciudad a través de cuatro acciones estratégicas: concentrar a los más destacados actores de la arquitectura internacional y nacional y todos los interesados en la cultura; activar la reflexión y el intercambio de experiencias por medio de conferencias, presentaciones, exposiciones, mesas de discusión, talleres, puntos activos, visitas especializadas, rutas peatonales y ciclistas, fiestas y otros eventos al aire libre; exponer las propuestas, experiencias y problemas actuales en torno a temas de ciudad, cultura, diseño y arquitectura y; promover la ciudad, en este caso la Ciudad de México, como el referente de la cultura arquitectónica del continente al convertirla en el más destacado foro para reflexionar, celebrar y compartir entre expertos, estudiantes, líderes de opinión, funcionarios públicos y toda la ciudadanía, a través de diversas experiencias cívicas y urbanas desde la arquitectura.
Hace falta resistir para desarrollar la fórmula que permita diseñar las políticas que harán de un evento urbano un acontecimiento sostenible y de crecimiento equitativo para la ciudad. Un festival no deberá tratarse nunca de iniciativas aisladas y se deberán observar con cuidado las múltiples franquicias que pretenden globalizar la escena de los festivales en las ciudades. Un festival de la ciudad debe nacer de la ciudad misma, entender su condición local para llevarla al escenario amplificado que lo global puede ofrecer. Es por esto que será importante persistir y reincidir con cada edición en aquellos temas cruciales que nos permitan descifrar y mejorar el territorio que habitamos. En el caso del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, se han explorado principalmente y con diferentes matices temas relacionados con la vivienda colectiva, la movilidad urbana sustentable y la transformación y el aprovechamiento del espacio público. Estos tres ejes que podrían servir como clave de trabajo para cualquier territorio, constituyen también la esencia de los problemas que padece nuestra ciudad y, año tras año, se retoman con la participación colectiva de todos los actores involucrados, para construir un mejor territorio. Estos temas comunes sumados a aquellos que hacen particular nuestra metrópoli, cómo podría ser su relación con el agua, la reconstrucción tras desastres naturales o la carencia de unos límites que nos permitan otras maneras de pensar el entorno construido, son parte de la fórmula para contribuir al desarrollo y dejar huellas productivas en el territorio festejado.
Los eventos de celebración urbana deben, por encima de todo, ser espacios plurales; deben alejarse de los intereses personales de aquellos que los coordinan y convertirse en una ventana que permita seleccionar y mostrar iniciativas de diversos espacios, sean estos institucionales, académicos o civiles. Sólo a través de esa pluralidad de iniciativas y posiciones se logrará consolidar un festival de la ciudad como un espacio real de celebración. Por lo tanto, se deberán mantener siempre al margen de políticas partidistas o intereses particulares con el objetivo de ser lugares inclusivos de todas las opiniones, para hacer extraordinarios y verdaderos los escenarios de encuentro y discusión entre los diversos actores que habitamos ese espacio común de los que no tenemos nada en común al que llamamos ciudad.
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