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20 octubre, 2020
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
Moisés Puente es arquitecto, editor y traductor. Es editor de la revista 2G y trabajó en la sección de arquitectura en Gustavo Gili. En 2010 recibió el premio FAD de Pensamiento y Crítica por su trayectoria profesional. Recientemente ha fundado su propio sello editorial Puente Editores, especializado en libros de teoría y crítica de arquitectura.
“Os indica esta definición —hecha de tantos ejemplos contrarios— que voy a usar las palabras no para que describan mejor un acontecimiento o a su protagonista sino para que os instruyan acerca de mí mismo? Para comprenderme, será menester que el lector sea cómplice. Lo avisaré, sin embargo, en cuanto mi lirismo me haga perder pie”.
Jean Genet, Diario del ladrón
Si buscamos en el diccionario la definición de “cháchara” la encontraremos en su primera acepción como “conversación frívola”, como la que podríamos tener con nuestro vecino sobre el tiempo, o como las de los eventos para hablar de arquitectura: congresos, mesas redondas y bienales, a los que Puente hace referencia; formatos que se convierten en un club social en el que hay que estar para ser visto, pero que no aportan profundidad a la reflexión sobre la profesión. Así es como el autor ha llamado al prólogo, y éste le da título al libro, editado por Caniche editorial y diseño a cargo de Setanta.
Leer Cháchara y otras historias de arquitectura es hacer un repaso de los últimos 20 años de la vida profesional de Moisés. Los textos recogidos (2000-2020) en el libro están ordenados en tres partes, con artículos que van desde un repaso a pabellones de exposición o una visita a la casa de Smiljan Radic en Vilches, hasta un texto sobre la obra de Gordon Matta-Clark. La parte central trata sobre dos arquitectos que han ocupado una parte importante en la producción de Puente, Alejandro de la Sota y Mies van der Rohe. Moisés, ha producido textos y números de revista que son de máxima importancia para cualquier persona interesada en la obra de ambos. Que ocupen una parte central en este libro no es casualidad.
Estancias es, sin lugar a dudas, uno de los mejores textos, ya no sólo del libro sino de la producción reciente sobre arquitectura. En su desarrollo literario es capaz de comunicar la arquitectura de una manera clara y precisa, obviando el análisis como fórmula directa pero a la vez conteniéndolo en su descripción, disolviéndolo para dejar de hacerlo obvio. En este escrito, Moisés es capaz de hacer lo que muy poca gente logra —y que probablemente pocos intuyen—, que es utilizar la literatura para describir la arquitectura. Los recursos literarios de los que se vale son más propios de alguien que entiende que las palabras son algo más que una mera unión, más o menos estructurada, de partículas que sirven para decir algo. Estancias, más que un ejercicio de estilo es un gran relato arquitectónico.
Este texto es comparable, quizás, con recursos abstractos y literarios como los que utiliza Josep Quetglas en El horror cristalizado, por ejemplo, o en Breviario de Ronchamp. En ellos se percibe perfectamente que para poder comunicar lo que es la arquitectura es necesario servirse de la literatura tanto en su forma como en su fondo. Esto, en apariencia muy sencillo de entender, lo hacen muy pocas personas que escriben sobre arquitectura.
Las referencias literarias de Cháchara recuerdan además a otros textos como Cada tanto aparece un perro que habla, de Smiljan Radic. Son referencias que se salen de la arquitectura para abrir el campo de visión sobre lo que se quiere comunicar. Este libro se circunscribe a la tradición de aquellos que recopilan artículos como La cimbra y el arco de Carlos Martí, o Artículos de ocasión de Josep Quetglas.
El libro es redondo en su estructura. Sus artículos están acotados entre Cháchara, el prólogo, como un claro posicionamiento sobre la superficialidad de algunos eventos de arquitectura, y un ejercicio de estilo que alcanza varios niveles, Cháchara (Dos), el epílogo. Por un lado, el epílogo es un juego literario de OuLiPo —movimiento literario que nació en Francia en los años 60 alrededor de la figura de Raymond Queneau— que genera dos iteraciones a partir de una frase de Mies van der Rohe. Por otro, no deja de ser una especie de sátira de la sobreintelectualización del discurso arquitectónico. Recuerda a aquellos textos imposibles que en lugar de acercarnos a la obra, nos alejan, a pesar de que el mensaje inicial sea claro y directo.
Por lo general todo intento de discurso arquitectónico queda invalidado por el formato literario que emplea —que suele ser siempre el mismo—, excepto por aquellos que intentan generar un andamiaje que le es más propio a la literatura que a la arquitectura, como pasa a momentos en este libro.
“¿No será el momento de que dejemos de lado lo Nuevo para buscar en la arquitectura y en su difusión otros valores, como recuperar algo similar al aura de Benjamin o proponer lo permanente como antídoto a la irrefrenable velocidad de los medios?”
Moisés Puente, Cháchara y otras historias de arquitectura
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