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¡Felices fiestas!
El muro de piedra que limitaba la finca recorría todo el solar y únicamente dejaba entrever las copas de los árboles del interior. La materialidad y la irregularidad de sus geometrías le daban carácter y una presencia especial. Pero el planeamiento vigente, obligaba a unes cesiones de vial que ampliaban el ancho de calle y hacían imposible mantener el muro existente.
Sin el muro existente, el primer y principal reto del proyecto es conseguir volver a contextualizar el solar, hacer una casa de nueva planta capaz de dar respuesta coherente, respetuosa y honesta con el entorno. En lugar de ubicarse en el centro del jardín, se propone rodearlo. Una casa que actúe como cerca.
Una casa-muro, permite recuperar la continuidad urbana y permite experimentar una nueva tipología muy alargada, toda en planta baja, adaptada a la topografía y a la nueva geometría de la calle. La casa sigue las lógicas materiales y constructivas del muro-cerca original, pero adaptándolas a los requerimientos actuales. Se construyó integralmente con muros de carga, reutilizando piedras del muro existente mezclándolas con áridos propios del solar junto con dosificaciones de cal y cemento.
En esta base de mortero tradicional se añadieron pequeñas partículas aislantes de vidrio reciclado insuflado. En vez de apilar, el muro se encofró y se subió con una técnica mixta entre el tapial y el muro ciclópico. Las capas exteriores que dan a la calle se repican hasta hacer aflorar la piedra, mientras que las caras interiores se dejan con el acabado propio del muro encofrado.
A lo largo de la parcela el muro va variando su grosor y en muchos casos se hace tan grueso que permite albergar los espacios más estáticos de la vivienda, o aquellos que requieren más privacidad, tales como camas, baños, lavadero, despensa, armarios, lavamanos. En una relación casi fractal, se van resolviendo todas las escalas del proyecto, relacionando y encadenando espacios cada vez más grandes hasta el punto de abrazar toda la parcela. Se produce una secuencia entre los espacios más domésticos y los ámbitos más exteriores y salvajes.
Las relaciones longitudinales se solucionan por delante del programa más estático, que queda adosado al muro, creando una larga secuencia de galerías que permitirán sacar provecho de las ganancias solares durante el período de invierno. Cuando hace buen tiempo, las galerías se pueden abrir totalmente convirtiéndose en un gran porche abierto al jardín. Una transición entre los diferentes climas del edificio que evoluciona constantemente a lo largo del año.