Los dibujos de Paul Rudolph
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¡Felices fiestas!
12 abril, 2021
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Para Carlos Gonzalez Lobo, la casa era un “un gran galpón”, un galerón transformable construido por los usuarios. Una cubierta ligera y curva permite un mayor volumen y cualquiera pueda montarla en unas pocas horas, incluso puede utilizarse en un segundo nivel cuando la casa crezca. El lema de González Lobo “espacio máximo, coste mínimo” se manifestó en la idea de un cascarón que crece y se desarrolla dentro de una estructura elemental. Sus prototipos retoman las lecciones de la primera arquitectura funcionalismo de O’Gorman y Legarreta, así como las enseñanzas de su mentor, Antonio Pastrana, quien desarrolló la idea de “viviendas en semilla” y “casa desmontable”.
La vivienda para emergencias que propuso González Lobo, debe responder con soluciones propias de la arquitectura popular y autogestiva con “la utilización de tecnologías apropiadas y apropiables. En primer término, la tecnología que por el mismo precio, permite construir más metros cuadrados: “espacio máximo con costo mínimo”, en base a racionalizar: a) el uso estructural del suelo-cimiento, b) los elementos de refuerzo estructural de concreto armado “en cartelas” sobre muros de carga, y, c) las cubiertas de geometría auto-resistente; así como por los procedimientos de realización para la autoconstrucción.” Su tesis del Gran Galpón parte de ofrecer volumen y potencial construible, por lo que con el costo de un cuarto se dejaría preparado y construido un edificio de dos pisos y con crecimiento, en el entendido que un arquitecto “debe entrometerse y participar activamente en la transformación social que se requiere actualmente y con urgencia.” La solución pasa por “inflar el volumen interno de la vivienda, que deforma la cubierta y ofrece una superficie abovedada que no solo da más metros cúbicos con la misma altura de enrase de los muros, si no que por la propia geometría se reducen las cantidades necesarias de hormigón y de armado, abaratando su precio.” A su vez, una escalera interior conforma distintos espacios a medios niveles. La planta de conjunto muestra un patio comunal alrededor del cual se organizan las viviendas, propiciando la convivencia vecinal.
Básicamente, Carlos González Lobo demostró que con la participación colectiva y el apoyo técnico del arquitecto, es posible construir espacios domésticos de calidad donde los usuarios se puedan identificar con su cultura y no deben someterse a vivir en cajas anodinas. Con la instrucción necesaria las comunidades pueden autoproducir sus propios hábitats, innovando formal y estructuralmente con bóvedas de doble curvatura de barro armado. A su vez estas tipologías, al crecer por dentro, no están sometidas a grandes transformaciones aparentes.
Carlos González Lobo estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se recibió en 1963 y obtuvo su maestría en 1995. Obtuvo un doctorado honoris causa de la Universidad de Rhode Island en 1994 y otro de la UNAM en 2007. Su trabajo crítico se centró en el estudio de la vivienda, en particular social y de bajo costo, tanto históricamente como en el desarrollo de proyectos. Fue autor de numerosos libros y artículos en revistas especializadas.
Carlos González Lobo murió hoy, 12 de abril de 2021.
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