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Bienal de Venecia 2021 | How will we live together?

Bienal de Venecia 2021 | How will we live together?

31 agosto, 2021
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_

Al leer la presentación de Hashim Sarkis, comisario de la 17ª Bienal Internacional de Venecia, sobre su How will we live together?, es inevitable pensar que, a pesar de  ver algunos cambios, el imaginario de la arquitectura no deja de pensarse como centro autónomo de la propia disciplina. Los llamados del comisario a crear un nuevo “contrato espacial” se aíslan de la trama en la que la arquitectura y la ciudad se ven inmersos, de la cual no pueden salir, y en la que hoy en día difícilmente tienen un poder de influencia realmente significativo.

Son llamados a dar respuestas a problemas cuya raíz no radica, principalmente, en la manera cómo diseñamos hoy en día, sino en las decisiones políticas y sociales que se toman y en las que el arquitecto es solamente el último eslabón: quien materializa ideas a veces vertebradoras, pero que en la mayoría de casos no ha sido tomado en cuenta. El mercado y la política son quienes rigen hoy al mundo, lo que determina el “contrato espacial” en el que vivimos, y como arquitectos, imaginar otros contratos espaciales sin tomar en cuenta estos poderes que están por encima nos convierte en meros dibujantes de ensoñaciones estériles en un evento al que sólo una pequeña parte de las personas relacionadas con la profesión puede asistir.

The House of Protocols en la Bienal de Venecia 2021. Fotografía: Andrea Avezzù. Cortesía: La Biennale di Venezia.

 

¿Necesitamos un nuevo contrato espacial? ¿O necesitamos un nuevo contrato social y político? ¿Es primero el espacio que cambia la sociedad, o es la sociedad que plantea diferentes maneras de vivir y que el espacio refleja? Pensar lo primero es plantear que, diseñando casas de una determinada manera, todo terminará cambiando la estructura familiar base de una sociedad, y no al revés. Pero en la práctica, primero se desestructura la familia, y luego se desestructura la casa.

A pesar de que hay un discurso general marcado por esta tendencia al aislamiento y ensimismamiento, se empiezan a ver nuevas perspectivas y relatos desde los cuales explorar otras maneras de pensar y que sirven de contrapunto al trabajo abstraído del arquitecto. El desarrollo de la temática en el Arsenale perfila múltiples aristas en las que se está centrando el debate del ser humano en el mundo. Son recurrentes las menciones a la multi-especie, a la codependencia —con ecos de Donna Haraway y su libro Seguir con el problema—, a imaginar escenarios en los que el ser humano ya no está en la punta de la pirámide, sino que se encuentra inmerso en un mundo interrelacional.

El cuerpo y la sexualidad también son objeto de estudio y de indagaciones en diferentes esferas culturales. Your Restroom is a Battleground es una reflexión que sabe explicar cómo la arquitectura está determinada por la cultura, la destreza (física), la higiene o la religión, y algo tan “neutro” como un baño tiene ciertas connotaciones que a determinan la manera cómo usamos el espacio. Silk Road Works pretende convertirse en un “medio para deconstruir visualmente una idea esencialista de una identidad homogénea y estática, y personificar el leitmotif de la movilidad cultural”, al referirse al sesgo cultural que existe en zonas de contacto con culturas divergentes —usar un velo o llevar barba pueden producir en algunos países reaccionarias identitarias.

Imaginar otras realidades también es una manera de explorar el presente. En este caso, The House of Protocols nos invita a pensar en distopías y protocolos diversos para vivir. También son ensoñaciones, pero poéticas y reflexivas sobre ámbitos que van más allá del espacio construido, al tiempo que lo contienen. Investigaciones sobre el cambio de uso de edificios públicos en Kosovo, o los aspectos conceptuales desde los que puede ser pensada la ciudad de Hong Kong, terminan de conformar estas maneras de entender la arquitectura y el urbanismo.

En cuanto a las participaciones nacionales, la de Chile es reseñable, con su Testimonial Spaces. Una caja —neutra y diáfana por dentro, y por fuera, azul y soportada por puntales— que reúne 500 pinturas en las que son reflejadas historias de José María Cano, una población en Santiago que es, para los comisarios Emilio Marín y Rodrigo Sepúlveda, una “manera de evidenciar una complejidad temporal y escalar, entre el pasado y un presente de sueños e imaginarios”. Son historias que crearon y siguen creando la ciudad, que podrían ocurrir en cualquier población latinoamericana y que forman un caleidoscopio de lo que representa la urbanidad. Es una manera simbólica de evidenciar lo que es la ciudad, anónima y heterogénea, que pierde de vista el discurso anquilosado de la arquitectura.

Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia 2021. Fotografía: Andrea Avezzù. Cortesía: La Biennale di Venezia.

 

Displacements, el pabellón de México comisariado por Natalia de la Rosa, Isadora Hastings, Mauricio Rocha y Elena Tudela, es una pieza elegante y sobria, aunque su mensaje queda diluido en una intervención que hace ininteligible el mensaje que propone. Una serie de cuerdas tensadas por pequeños pesos generan un recorrido donde apenas se vislumbran imágenes proyectadas. El pabellón “se basa en un proceso creativo colectivo que opera como un laboratorio de pensamientos e ideas en el que los procesos y discusiones son enfatizados para que adquieran un mayor valor”. A esto, se suma un glosario inspirado en Roland Barthes para introducir una ficción que, al final, parece inexistente. Los desplazamientos mencionados en la descripción no se perciben y parece que el proceso, que tampoco se aprecia, es más importante que el mensaje.

Pabellón de México en la Bienal de Venecia 2021. Fotografía: Andrea Avezzù. Cortesía: La Biennale di Venezia.

 

El pabellón de España acoge Uncertainty, muestra comisariada por Domingo Jacobo González Galván, Sofía Piñero Rivero, Andrzej Gwizdala y Fernando Herrera Pérez. Tomando como tema el hilo conductor que parece guiar nuestra deriva social actual, la incertidumbre se apropia del pabellón. Una gran “nube”, que representa un “repositorio de estrategias para poder vivir juntos”, flota en el espacio central y genera un recorrido que desemboca en una de las salas periféricas para dar inicio a este camino cambiante. Las imágenes creadas por la nube central son dignas de los tiempos en los que vivimos, llenos de incertidumbre y confusión —no sin cierto espectáculo visual. La participación española se apoya en la filosofía de Zygmunt Bauman y su modernidad líquida para explorar esta “incertidumbre” en la que vivimos y utilizarla como herramienta de trabajo para responder a la pregunta retórica que da tema a la Bienal.

Pabellón de España en la Bienal de Venecia 2021. Fotografía: Francesco Galli. Cortesía: La Biennale di Venezia.

 

Otras participaciones llaman mucho la atención por la ejecución de  ideas capaces de generar universos particulares, como el pabellón del Reino Unido, inspirado en el Jardín de las delicias, el famoso tríptico pintado por el Bosco. O Aire, la participación de Cataluña, comisariada por Olga Subirós y programada para los eventos paralelos a la Bienal. Los catalanes hablan sobre el “diseño del aire”, con un desarrollo simple y potente a partir de cartografías urbanas y el problema de la contaminación en Barcelona —universalizando un problema global a partir de un caso local—, acompañado de música de John Talabot y Maria Arnal. Otras participaciones son, quizás, menos afortunadas en los temas tratados, como es el caso de ELEMENTAL, ya que inclinan la balanza hacia la notoriedad formal utilizando como excusa conceptos propios de los mapuches.

Pabellón de Reino Unido en la Bienal de Venecia 2021. Fotografía: Francesco Galli. Cortesía: La Biennale di Venezia.

 

Cabe preguntarse, al final de todas estas reflexiones, qué quedará realmente de ellas, cuál es el legado de intervenciones cómo éstas. No desde una perspectiva irónica, sino desde la voluntad de construir un discurso coherente con las acciones que pretendemos fomentar. Hay muchas ideas potentes expuestas en la Bienal, pero siempre es preciso determinar el verdadero alcance de ellas para entender realmente la importancia del evento.

 

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