9 marzo, 2013
por Arquine
“Escribimos principalmente para poner en claro nuestras ideas. En tanto que hacedores y ejecutores, hemos llegado a una troika entre ver/aprender, escribir/teorizar y diseñar/construir. Saltamos entre ellas sin un orden particular y requerimos de las tres para producir nuestro trabajo. Creemos que una nueva arquitectura necesita de palabras que la ayuden (siendo el ensayo fotográfico nuestro medio preferido). Poner por escrito una idea nos ayuda a entenderla, a usarla y, eventualmente, a pasar a la siguiente. No obstante, la escritura arquitectónica también sirve para describir, dirigir y explicar proyectos, para expresar una visión crítica y generar polémica.”
“La crítica arquitectónica utiliza los aspectos no lineales y poéticos del lenguaje que la sentencia de Seeger ignora. Sugiere así distintas gamas de significado y asociación. Al faltarle esas capas, las descripciones escritas pueden de hecho parecer planas, así que protestamos: “sí, la arquitectura debe ser funcional, bien compuesta, socialmente comprometida y cualquier otra cosa que usted haya dicho, pero no de la manera en que lo ha descrito”. Lo mismo podemos decir de las directrices de diseño que planificadores y urbanistas escriben para informar a quienes traducirán sus planos. Sus prescripciones pueden ser rígidamente dogmáticas o matizadas y llenas de alusiones. Pueden gobernar con mano dura la estética y la ideología u ofrecernos amables descripciones de oportunidades y contextos. Quienes reciben esas reglas las encontrarán, en correspondencia, constrictivas y represivas, evocativas y emocionantes, o simplemente equivocadas.”
“A los jóvenes arquitectos les digo que construir un argumento es como construir un edificio. No puedes simplemente lanzar ideas sobre un tema; debe haber una lógica y un patrón para desarrollarlas. Esto se traduce en estructuras y subestructuras, alterando una parte se requiere restablecer la estabilidad del conjunto. A los estudiantes de arquitectura muchas veces se les dice: si pueden escribir, pueden dibujar. Yo invierto el argumento: si pueden dibujar, pueden escribir –no poesía, pero sí una buena prosa que funcione. Ahora, olviden las palabras. Los ciclos creativos piden leer, pensar, apasionarse y luego dormir y abrir un nuevo libro. Se necesita que no haya prejuicios. El mundo puede empezar de nuevo en una página en blanco.”
“Como dijo Lou Kahn, el proceso pasa de lo inconmensurable a lo mensurable y de ahí a lo inconmensurable de nuevo. En el camino hay espacio para el rigor científico y la penetración, consciente e inconsciente, de todo lo que hemos visto o leído nunca. Mientras el diseño evoluciona, las palabras regresan de forma alterada.”
“El programa del cliente es una declaración verbal. Puede contener simplemente una secuencia de usos y relaciones o añadir instrucciones cualitativas sobre el carácter, el desempeño o el contexto. En cualquier caso, plantea el problema de crear algo físico a partir de algo verbal. Pasar de las palabras a los edificios es uno de los mayores retos de la arquitectura. En su día, los arquitectos reclamaron que la forma debería surgir directamente de la función, sin imágenes intermediarias derivadas de valores culturales o personales. Esa visión ya desapareció hace mucho.”
“Hoy pocos hablan de un diseño “libre de valores”, solamente “consciente de valores” usamos cualquier cosa que pueda ayudarnos a proyectar, incluyendo nuestras asociaciones poéticas personales. La creatividad se comporta de manera idiosincrática y un sombrero puede iniciar el proceso. Aun así, el programa viene primero, seguido de inmediato por las variables del contexto, que deben mapearse y ligarse con los diagramas de diseño mientras éstos evolucionan. Los patrones del programa y el contexto, si se analizan juntos, pueden ofrecer poderosas guías para navegar la transición de las palabras a las formas. Una tercera motivación son los vocabularios y gramáticas de la forma que los arquitectos usan –en gran parte de manera inconsciente– para arreglar y combinar los elementos de un edificio.”
“Finalmente, cualesquiera que sean sus fuentes, el diseño terminado debe pasar la prueba del uso. Aquí, más que en los primeros vuelos de la libre asociación, yace el lugar crítico del rigor científico. Las palabras y dibujos del arquitecto, durante las etapas iniciales del diseño, deben valorarse en tanto determinan o estorban la eficiencia del proceso constructivo o su resultado. Y, por supuesto, el edificio terminado deberá revelar su significado, tanto público como privado, a quienes se encuentren con él, recordándonos algo más que un sombrero.”
Denise Scott Brown
*Armada de palabras es la primera edición en español de Having Words (Londres, AA Publications, 2011). La compilación agrupa 10 ensayos escritos por la arquitecta y urbanista Denise Scott Brown, socia y esposa de Robert Venturi. Los ensayos de esta colección se extienden desde 1969 hasta 2007 y ofrecen una visión general de la educación de Scott Brown y la gestación de sus ideas arquitectónicas y urbanas. Ocho ensayos de años setenta a los noventa que ofrecen puntos de vista sobre las cambiantes ideas y aspiraciones colectivas de la enseñanza del diseño y su práctica. El prólogo y epílogo abordan específicamente el acto de escribir sobre arquitectura. La traducción al español fue realizada por Alejandro Hernández Gálvez.