Historias de inclusión y exclusión: ningún espacio es autónomo. Conversación con Diane Davis
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10 junio, 2014
por Francisco Brown | Twitter: pancho_brown | Instagram: pancho_brown
Ai Weiwei es uno de los más reconocidos artistas contemporáneos de China. Su obra, aunque diversa y casi exploratoria en cuanto recursos plásticos se refiere, es prácticamente monotemática y autorreferencial: el artista chino, víctima de su poderoso y autoritario gobierno, utiliza el arte para denunciarlo. Ha sufrido las políticas del Gobierno chino desde que nació, cuando su familia entera fue exiliada y enviada a campos de trabajo, porque su padre, poeta, fue denunciado durante el movimiento antiderechista de los años 50, lberado 15 años después durante la revolución cultural. Años más tarde, en su vida adulta ha estado bajo prisión preventiva en su propia casa, y actualmente tiene prohibido salir de territorio chino.
Ai Weiwei se ha dedicado, prácticamente toda su vida profesional, a ser un arduo critico de las políticas del gobierno, incluyendo una de sus obras más importantes, The Citizen’s Investigation (La investigación de los ciudadanos): un proyecto liderado por el artista diez días después del terremoto en la provincia de Sichuan en 2008 en respuesta a la actitud negligente del gobierno de no querer revelar los nombres de los estudiantes que murieron sepultados a raíz de la mala construcción de las escuelas. En abril del 2009 la lista contaba con los nombres y datos de 5,385 estudiantes y fue publicada en el blog del artista e instalada de forma permanente en su estudio en Beijing. Una copia ocupa una pared entera de unas de las salas de la exposición, que incluye además parlantes que mencionan los nombres de los estudiantes. Este proyecto conforma un tercio de la exposición Ai Weiwei: According to what? que se exhibe ahora en el Museo de Brooklyn.
La muestra, dividida en dos plantas, hace evidentes las propias contradicciones e inconsistencias entre el artista, el activista y la víctima. Como Jed Perl, crítico de arte, menciona en su artículo Ai Weiwei, fantástico disidente, terrible artista –parte de la reseña para la exposición del artista chino en el Hirshorn en 2013– existen sentimientos encontrados por este personaje “fuerte, divertido, absurdo, un verdadero héroe de la disidencia china, y un personaje sin aptitud alguna por el arte”.
En el caso de Brooklyn, la primera planta está dominada por la mencionada The Citizen’s investigation, y destaca una tomografía del cerebro del artista con una hemorragia producida por las agresiones de la policía china, y una escultura de una cámara de seguridad en mármol, copia de la cámara instalada en su casa por el gobierno. Como menciona Perl en su artículo, son obras están cargadas de crítica política, pero cuya traducción en el objeto de arte en sí no parece tener el mismo peso, casi como si la obra no le hiciera justicia al mensaje.
En la segunda planta, la exposición está organizada de forma cronológica, incluyendo una serie de fotografías de la vida del artista en Nueva York durante los años 80. Sin embargo está dominada por la otra característica primordial de la obra de Ai Weiwei: su obsesión por objetos tradicionales chinos, reconfigurados, desmantelados y reinterpretadas en piezas de arte contemporáneo. Desde esculturas de madera con el mapa chino, reutilizando columnas de antiguos templos demolidos, hasta las masivas “casas de té”, pesados volúmenes hechos del tradicional té chino comprimido en forma de casas. Pero la obra que resalta es el tríptico “Dejando caer una urna de la Dinastía Han” acompañadas por una docena de vasijas de la Dinastía Han re pintadas por él. Esta obra además de sufrir una serie de duras críticas hacia el artista, fue víctima de un segundo “asalto” cuando el pintor Maximo Caminero dejo caer al suelo una de las vasijas como protesta de la falta de representación de artistas locales en el recién inaugurado Pérez Art Museum de Miami.
Al verla no me contuve las ganas de hablar con la oficial de seguridad del museo para preguntarle si estaban alerta para que no se repitiera el incidente de Miami; ella me respondió bromeando: “exactamente para eso estamos aquí, pero si llegara a pasar, espero que sea en mi turno, para filmarlo con mi teléfono, hahaha”, a lo que yo añadiría: ¿y dárselo a Ai Weiwei para que haga otro tríptico?
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