Las casas en el paisaje: Alberto Ponis (1933-2024)
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¡Felices fiestas!
6 mayo, 2015
por Pablo Lazo
La historia del urbanismo contemporáneo no puede ser contada sin hablar de estos dos personajes. Como el agua y el aceite, nunca se mezclaron, pero sus obras, pensamientos, actos y declaraciones públicas son considerados como el ápice de la memoria urbana de toda una nación —y para algunos, son la influencia directa de todo el urbanismo en el mundo occidental.
Declaraciones como “those who can, build, those who can´t, criticize,” que dijo alguna vez Rob Moses, a la cual, años después, Jane Jacobs respondió “There is no logic that can be superimposed on the city; people make it, and it is to them, not buildings, that we must fit our plans.”
Bob Moses representa lo que Manfredo Tafuri llamo la arquitectura —o el urbanismo— de la ideología. Tafuri auguraba que el “fin de la arquitectura” llegará en el momento en que dejara de tener sentido —o soporte— ideológico. Las obras de Moses —y su posición como jefe de planificación de la gran manzana por más de tres décadas— hicieron de Nueva York la ciudad de los highways, puentes, túneles, parques, corredores ecológicos, entre otros proyectos. Siempre argumentó que su rol era meramente de preparar a la ciudad para el futuro, distanciando su discurso de cualquier ideología. Sus obras pretendían ser proyectos de infraestructura y argumentaba que no tenían implicaciones ideológicas. Sus críticos más severos, lo acusaron de haber desplazado de sus hogares a más de 250 mil personas para la realización de sus proyectos. Sus idólatras más conspicuos, afirmaron que sin las grandes obras —creadas o emprendidas por el— la ciudad habría colapsado económicamente después de las segunda guerra mundial y que sirvieron para darle empuje al boom inmobiliario que, entre 1960 y 1980, le dio a Nueva York el estatus de la primera ciudad global.
En palabras de José Urquiaga —alumno de Moses en Yale— este individuo fue sin duda uno de los personajes que ha tenido mayor influencia en la configuración contemporánea de Nueva York. Según Urquiaga, es difícil imaginar la ciudad sin el Lincoln Center, el Triborough Bridge, el Cross Bronx o la West Side Highway. Pero es, al mismo tiempo, una de las figuras más controvertidas de la historia de la ciudad, en cuya personalidad pública cohabitan el reformador idealista, el servidor público tenaz y el político astuto capaz de utilizar eficientemente los resortes del poder para llegar a ser, finalmente, el más grande master builder de América. Por ello, resulta imposible separar las obras y los actos de Moses de una posición ideológica que hoy en día se perciben como autoritaria —casi dictatorial— que encaja más con un país autoritario que con un país democrático como Estados Unidos.
La aclamada biografía de Robert Caro: The Power Broker. Robert Moses and the Fall of New York, publicada en 1974, pone su mayor acento en perfilar las luces y sombras del personaje, pero lo hace desde la tesis de que Moses habría precipitado el declive de la ciudad como resultado de sus erróneas prioridades. Para Caro, el master builder casi destruyó la ciudad que estaba intentando salvar —y en su intento, dejo un legado que solamente décadas después, comienza a develar algunos aciertos de sus propuestas.
Plano de las principales obras realizadas durante los 30 años de Robert Moses al frente de los diversos órganos públicos de planificación de Nueva York. Resulta importante resaltar la cantidad de “playgrounds” creados a partir de procesos de desapropiación de lotes baldíos existentes –principalmente en Manhattan y Brooklyn. Fuente; The Power Broker. Robert Moses and the Fall of New York, Robert Caro, NY 1974
Para Moses era la acción y no la reflexión el elemento esencial de su agenda reformista, lo que le llevó a relegar a la emergente profesión de planificador urbano —que en realidad surgió del ecosistema de Stanford University y el movimiento hippy como una alternativa anti-autoritaria al proceso de diseñar ciudades—, en los cuales Moses criticaba la incapacidad del planeamiento convencional –—entiéndase participativo— para ejecutar sus proyectos.
La caída de Moses como el master builder se dio con el conocido debate para la rehabilitación del Washigton Square. En este hecho se nota el cambio de paradigma en el pensamiento urbanístico estadounidense del siglo XX y va de la mano de Mother Jacobs —y su conocida defensa de la zona Greenwich Village, donde vivía. Argumentando temas tan obvios actualmente como la diversidad de barrios, la existencia de un espacio público emblemático y abundante, la prioridad de la movilidad peatonal y de transporte público ante el automóvil, la madre de los parques llevo su discurso de las singularidades urbanas y de la capacidad intrínseca de la gente para influir en las decisiones de planificación —tomadas desde arriba— a su famoso libro “Dead and Life of Great American Cities” (1961).
A modo de epilogo de la era Moses, este libro también marca la negación al argumento de Tafuri (que publicaría su tesis en Arquitectura y Utopia, 1976); la arquitectura y el urbanismo siempre tendrán ideología —su forma y función— y siempre serán utilizados para presentar un pensamiento —crítico o afín— con el zeitgeist del momento.
Lo paradójico entre estos dos personajes —opuestos— lo comentaba Amanda Burden (Directora del Departamento de Planificación de Nueva York con Bloomberg) al mencionar que parte del resurgimiento de la gran manzana después del 2001 se dio, justamente por lo que Moses y Jacobs hicieron juntos durante el último cuarto de siglo.
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