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24 septiembre, 2014
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
El viernes se inaugura en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo la exposición Yayoi Kusama. Obsesión infinita. Se trata de la primera retrospectiva de la famosa artista japonesa en América Latina. La muestra recoge su trabajo a través de un recorrido exhaustivo a través de más de 100 obras, creadas entre 1949 y 2013, y que incluyen pinturas, obras en papel, esculturas, videos, presentaciones con diapositivas e instalaciones, como sus famosos espacios espejados donde el horizonte y los límites espaciales se pierden en el infinito.
Kusama (Matsumoto, 1929) se trasladó a Nueva York en 1957, donde entró en contacto con a Donald Judd, Andy Warhol, Claes Oldenburg y Joseph Cornell, lo que marcó un hito en su carrera artística. De la práctica pictórica pasó a las esculturas blandas conocidas como Accumulations -“objetos cotidianos como bolsos, sillas, escaleras de mano y zapatos, cubiertos con elementos rellenos de tela que se asemejan a falos o a comida”. En 1973 Kusama volvió a Japón, y en 1977 se internó voluntariamente en una clínica psiquiátrica, donde reside actualmente.
La obra de Kusama está marcada por la obsesión en la repetición y acumulación de elementos -desde los sencillos puntos, los espejos u objetos de marcado carácter sexual- que le ha convertido en una de las artistas vivas más destacadas de Japón. Sus “objetos siniestros de elementos casi idénticos comparten la seriación y la repetición que caracterizaron el minimalismo y el arte pop, pero al mismo tiempo son expresiones auténticas de la compulsión de la artista por repetir sus obsesiones psicológicas, las cuales marcaron el principio de un proceso de radicalización de su trabajo”. Según los curadores de la muestra -Philip Larratt-Smith y Frances Morris- “La radicalización y la desmaterialización progresivas del trabajo de Kusama —lo que ella denominó “autoborramiento”— continuaron en performances en vivo, happenings, acciones e intervenciones que se convirtieron en elemento básico de la subcultura del downtown neoyorquino y le ganaron a la artista la atención y notoriedad del gran público”.
Fotografías © Mariana Barrón
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