De la interconexión (y las dimensiones) al amor tácito: una conversación con Damián Ortega
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¡Felices fiestas!
5 julio, 2013
por Mariana Barrón | Twitter: marianne_petite | Instagram: marianne_petite
“Lo que ves es lo que ves”. Frase paradigmática que Frank Stella dijo en 1966 para describir lo que estaba pasando en el mundo del arte de aquel entonces. Algo llamado minimalismo concebía la obra como un objeto terrenal que ya no permanecía en lo alto y tocaba el suelo de las galerías y lo museos demostrando una disidencia frente a lo antes lo visto. El minimalismo pretendía bajar el arte de su pedestal y situarlo en el mismo nivel que el resto de las cosas, desvinculando el idealismo geométrico platónico de la creación mostrando, sin más, lo que hay.
Este discurso, contrapuesto con los idealismos platónicos, forma en 2010 una colaboración museística entre dos instituciones españolas – las Colecciones de Arte Contemporáneo de la Fundación La Caixa y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) – que, como parte de la rotación internacional, llega a ciudad de México a través del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Curada por Nimfa Bisbe, quién busca reconstruir la historia y la memoria del arte, particularmente desde los años 60 hasta nuestros días, la muestra revisa las perspectivas que marcaron parámetros concisos sobre cómo se entendía “lo geométrico” desde otras disciplinas, mas allá que las ciencias exactas.
Esta exhibición cronológica se encuentra dividida en ejes que disponen de lo geométrico, manejando soportes variados como la instalación, la fotografía, el video y la escultura, con las que se exploraron distintos aspectos de la construcción de la obra de arte: su naturaleza performativa, el proceso, las propiedades de la luz y el carácter temporal de la percepción, entre otros. ‘Metafísica de la geometría’, ‘Dibujando en el espacio’, ‘Estrategias geométricas’ e ‘Intersecciones en la arquitectura’ son de las direcciones discursivas de las obras presentadas. Confeccionada especialmente para las salas del MUAC, ‘La persistencia de la geometría’ comienza con tres figuras de mármol envueltas en vitrinas, pieza de James Lee Byars que dispone de la idea de perfección, pureza e inteligencia de la geometría platónica. La exposición, sin duda, empieza con una pieza, casi manifiesto, que muestra a la geometría como lenguaje elevado que desde el arte adquiere una propiedad estética y mítica.
Por su parte, James Turrell con ‘Afrum rojo’ (1967) y Bruce Nauman con ‘Piedras negras bajo luz amarilla’ (1987) crean en el espectador una experiencia fenomenológica que se define por la forma y el espacio que generan las piezas y la estructura del museo en si. Colocados en dos cuartos donde la luz y los objetos – en el caso de Nauman – son generadores de formas no sólo físicas sino vivenciales que desestabilizan el acto consciente de las sensaciones y actitudes de quien lo percibe. Del otro lado, Turrell, con sus creaciones visuales, juega y transgrede con el espacio que recrea, proyectando un cubo flotante y tridimensional que se mantiene plano en lo real.
Conduciéndote hacia el desenlace, el artista mexicano Damián Ortega muestra a través de cámaras la pieza ‘Nueve tipos de terreno’ (2007) donde experimenta con ladrillos y su acomodo en topografías diversas haciendo un efecto dominó que sigue una línea entre land-art y lo minimal. “La intención declarada era reconocer la lucha implícita y tácita que se establece entre el espacio natural y el construido, el espacio topográfico y el geométrico de la intervención constructiva” dice Ortega a partir de la serie de videos cuya configuración en el espacio expositor se complementa entre el sonido de las cámaras avanzando y la oscuridad tenue.
‘La persistencia de la geometría’ es la contraposición de lo elevado con lo terrenal, de la obra en el pedestal frente a la conquista del suelo, observando en un recorrido como el tiempo y el espacio se han encargado de digerir percepciones que construyen constantemente un lenguaje con acentos diferentes. La individualidad de cada artista se mantiene, convirtiéndose así en un persistente encuentro estético entre espacios, líneas, tiempos y claro, espectadores.
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