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Activismo urbano o la nueva gestión para la ciudad

Activismo urbano o la nueva gestión para la ciudad

10 junio, 2014
por Pablo Lazo

En medio de la fiebre pre-mundial que vive Brasil, la ciudad de São Paulo parece estar sumida en una depresión y sufre la llegada del evento.  Si pensamos que la frase en portugués “tudo bem?”, es la respuesta al saludo más común en este país – y siempre ofrece una tranquilidad con aire de optimismo, ahora brilla por su ausencia en conversaciones. Este debería de ser momento de preparación para la gran fiesta pero desafortunadamente no lo es.

Desde las manifestaciones de junio hace un año, las continuas huelgas del transporte público que llevan semanas colapsando las principales ciudades, hasta la gran escasez de agua potable que sufre São Paulo desde comienzos de este año, son muestras de cómo la ciudad protesta brutalmente y utiliza, el mundial y principalmente los estadios, como los espacios para materializar la inconformidad de muchos servicios precarios que afectan a la gran mayoría de la población. En el día a día por un lado, se percibe un optimismo, inseguro, raro, generalizado en todo el país y –por el otro, las demonstraciones cerca de los estadios expresan un repudio total ante la fiesta que está por comenzar.

En medio de esta paradoja, las áreas emblemáticas de São Paulo no tienen el aspecto festivo, tipo carnaval, que me cuentan en otros mundiales, transformaron plazas y calles en espacios de celebración. Pero hay quienes están sacando provecho de la coyuntura y se la están apropiando para generar un cambio social importante.

Durante un evento la semana pasada, converse con Gustavo Pandolfo -uno de los artistas de grafiti más famosos junto con su hermano Octavio, los famosos Os Gemeos. A su modo de ver, esta circunstancia paradójica es el último eslabón de una enfermedad que padecen todas las ciudades en Brasil. Su planteamiento era el siguiente: por décadas la ciudad ha sido cuidada –y desarrollada– por un grupo selecto de políticos (elegidos democráticamente), especuladores de suelo y normas dictadas por uno de los dos grupos anteriores. Pero lo que vemos con todas estas acciones urbanas recientes: manifestaciones, demostraciones, apropiaciones del espacio público, etc., es que la ciudad ya no puede estar más al cuidado de pocos. Éste es un territorio de un colectivo, amplio, diverso y heterogéneo que quiere una gestión más diversificada, responsable y transparente. Llamémosle abertura –o transparencia exigida– pero lo cierto es que la sociedad civil de las grandes ciudades brasileñas, reclama incluir intereses diversos en la gestión de la ciudad y dejar atrás el modelo basado en hacer ciudad puramente con aspiraciones políticas o que atendían intereses minoritarios. “Hoy, nos piden un grafiti en una zona de la ciudad para justamente potenciar una acción de regeneración urbana e incluir a los okupas que viven en algunos edificios en el proceso…”, me decía Octavio, “que absurdo parece sonar esto si proviene de la secretaria de planeación urbana, no?”

IMG_1137Os Gemeos, Parque Ibrapuera, São Paulo, Brasil | Fotografía Pablo Lazo

Su reflexión me llevo, durante el mismo evento, a pensar en la posibilidad de que la ciudad, en este caso São Paulo, debiese redefinir el cómo se gestiona. Lo que en Europa se habla de nuevos modelos de gobernanza implica, justamente, comenzar a pensar en otro modelo, menos político y rígido, por un más de propósitos para  buscar consensos y que sea sostenible a largo plazo. Si lo adaptamos a la condición de Brasil –y me atrevería a afirmar que también en otros países en Latinoamérica– también sería un modelo que incluyese la improvisación como parte fundamental del activismo con que la sociedad civil tiene que negociar, por un lado, con las condiciones sociales tan extremas que existen en el día a día y, por el otro, crear un sistema flexible y adaptable a los consensos que se vayan logrando.

Ciertamente esto no se logra de un día a otro y requiere, como lo decía el ex alcalde de Barcelona, Joan Clos, y precisa de un intenso rediseño de las políticas públicas y estructuras jurídicas.  Lo que sorprende de Brasil es la improvisación con que, durante el último año, esta ciudad y la gente que vive en ella han intentado abrir este espacio para discutir el modelo vigente y cambiarlo.

El proyecto urbano del Parque Augusta, muestra como la sociedad civil, bien organizada y con un objetivo claro y pragmático –en este caso, defender una cuadra que por muchos años ha servido como parque a los residentes de un área del centro– ante el propio dueño del terreno –una compañía inmobiliaria que pretende convertir el terreno en privado y construir cinco torres. La sociedad –y la ciudad– ganó en enero de este año el derecho a exigir al promotor, mantener al menos el 65% del área como pública y crear un gran parque.

El otro ejemplo importante es, justamente, el fenómeno de apropiación de los escenarios de la Copa para que diversos grupos manifiesten sus inquietudes. Quien piense que las posibles demostraciones van a echar a perder la fiesta del futbol, se equivocan. Los brasileños saben muy bien lo que el futbol es para ellos. Pero esto no impide que utilicen la plataforma mediática del evento para realmente preguntarle al gobierno, Tudo bem? Y que la gente y los visitantes escuchen, algo distinto esta vez: não, tudo vai mudar (todo va a cambiar) y entiendan que la gestión de esta ciudad ciudad está lista para el cambio.

049Fotografía Pablo Lazo

*Arquitecto, Director Asociado, Ove Arup & Partners

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