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Volver a la ciudad de mañana

Volver a la ciudad de mañana

13 abril, 2020
por Juan Palomar Verea

Todas las naciones sobre la emergencia. El planeta se convulsiona, mientras todas las aparentes certezas se desvanecen en el aire. Es claro: es imperativo atender primero, y con todos los recursos disponibles, la amenaza mortal. Pero puede también ser el tiempo para, tras la demolición de las certezas, proponer un mejor, más justo y sustentable futuro.

¿Cuál debiera ser el futuro de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, de nuestros territorios?

Ciertamente no el que la inercia destructiva fue perfilando a lo largo de las décadas. A guisa de reflexión, es posible decir que el coronavirus nació de una ciudad y una civilización descompuestas. Y nosotros, desde Guadalajara, Tepatitlán o Puerto Vallarta, corríamos sobre esa ola de putrefacción e inequidad, de nula sustentabilidad, de tristeza, contaminación y fealdad.

Aprendamos del desastre, acompañemos a enfermos y moribundos, acatemos todas las precauciones. Pero ora pensemos qué hacer para no seguirnos despeñando en el desastre, cuya actual muestra es un virus que quiere comerse al mundo y que es una clarísima señal de la descomposición planetaria. Volvamos a la vida simple, frugal, que nuestra pobreza nos demanda. Erijamos nuevas ciudades, nuevas arquitecturas que sepan ser limpias, modestas y livianas. Busquemos la lógica, la simplicidad, la belleza. Todo esto es muy ajeno al actual sistema que se tambalea. El consumismo voraz, la corrupción política, la sumisión de la ciudadanía -por no decir su complicidad- la insolidaridad, muestran ahora y con claridad los esquemas erróneos y criminales que desembocaron en un estatus quo ahora en irreversible quiebra.

Afrontemos el futuro, asumamos culpas y errores, construyamos juntos, sobre estas ruinas, la ciudad venidera. Se sabe, es un asunto demasiado importante para ser dejado en las manos de los políticos. Tendrá que venir quizá una ordenada e incruenta insurrección civil. La agenda es vasta, los retos inmensos. No le hace. Como dijo Dylan, “we shall overcome”. Podremos librarla.

Pensemos, imaginemos, proyectemos. Es la hora de la esperanza y el coraje.

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