Inflexiones: convertirse en lo que aún está por ser
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30 mayo, 2014
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida
Es en 1937 cuando Carlos Raúl Villanueva visita la Exposición Universal de París, y ve la primera escultura de Alexander Calder en el pabellón de España diseñado por Josep Lluis Sert y que albergaba el Guernica de Picasso, para ese entonces el arquitecto venezolano diseñaba en conjunto con Luis Malausena el pabellón de Venezuela. A partir de ese entonces sigue la obra del escultor y en 1952 inicia con él la discusión sobre su participación en la Ciudad Universitaria de Caracas, el campus de la principal casa de estudio venezolana y el ejemplo más tangible de lo construido en ese período, un proyecto que logra trascender al régimen que lo encomienda para documentar a través del espacio la síntesis urbana, arquitectónica y artística más significativa del siglo XX.
La Ciudad Universitaria de Caracas, diseñada por Carlos Raúl Villanueva (Londres, Reino Unido 30 de mayo de 1900 – Caracas, Venezuela, 16 de agosto de 1975) hoy es el escenario predilecto de la lucha política que deteriora y destruye no sólo el patrimonio construido, sino también los cimientos de la golpeada y empobrecida sociedad, que dejó de creer en su tierra como escenario de lo posible.
En el siglo XX, el poder y el Estado se fijaron como norma promover la excelencia en la arquitectura pública. La bandera de la modernidad en Latinoamérica vino de la mano de arquitectos que, siguiendo las doctrinas y tendencias de la Europa de principios de siglos, lograron catalizar y capitalizar, los intereses políticos y públicos en la arquitectura moderna de estos países, así; Eladio Dieste, Oscar Niemayer, Lucio Costa, Joaquín Torres García, Carlos Raúl Villanueva, Amancio Williams, Mario Pani, entre otros, fueron los nombres responsables de promover e implementar lo que en Europa y Estados Unidos se veía mermado por la guerra.
La arquitectura producida en américa latina durante el siglo XX –en el período que abarca desde 1929 hasta 1960– fue el centro del desarrollo internacional de la arquitectura y el urbanismo moderno. El poder crítico de este período reside en una arquitectura que logra entender la necesidad de un pacto social y político del arquitecto con la sociedad en su conjunto, visible en la cantidad y calidad de obra pública construida. La implementación de la modernidad en Latinoamérica se trataba de dos aspectos fundamentales: la comprensión de las condiciones universales de la modernidad y el cómo las tonalidades locales lograrían impregnarse en la misma. ¿Será capaz el futuro de la arquitectura de ofrecer un panorama tan prolífico como el del siglo XX? ¿Serán capaces nuestros políticos de entender el rol de la arquitectura cómo herramienta de construcción social?
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