Espacio político: rave y cuerpo
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14 agosto, 2019
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
Sólo en los informes de Marco Polo, Kublai Kan conseguía discernir, a través de las murallas y las torres destinadas a desmoronarse, la filigrana de un diseño tan sutil que escapaba a la mordedura de las termitas.
Italo Calvino, “Las ciudades invisibles”.
Hay otras ciudades más allá de aquella que podemos ver y recorrer, hay ciudades no construidas e imaginadas; también las hay derruidas, en ruinas, hay ciudades que ya no existen pero aún sirven para orientarnos dentro de otra que se sigue transformando —antiguos cines, teatros y bares que sólo viven en nuestra memoria. Donde las calles no tienen nombre, la única identidad que le queda a esa ciudad es la del recuerdo, o la que contamos. Entre estas ciudades también existen ciudades paralelas, proyectadas como escape de la realidad, alternativas que ofrecen soluciones a lo establecido por sistemas caducos.
En Cuba, entre 1980 y 1993, se generaron otras muchas ciudades, fueron proyectos nacidos de una generación revolucionaria —no en el sentido político— que proponía maneras de entender la ciudad muy alejadas del sistema comunista de la época. La utopía paralela se encarga de sacar a la luz todos esos proyectos creados por estos idealistas contestatarios, son ciudades soñadas en Cuba que no tienen nada que ver con la ortodoxa práctica de entonces, y se presentan ahora en una exposición, que se define a sí misma como una arqueología de proyectos resultado de la visión crítica de estos soñadores, hasta el 20 de octubre en La Virreina —centro de la imagen—, en Barcelona.
En este período se generó una utopía urbana, válvula de escape de arquitectos formados dentro de la Revolución que entendían su realidad de manera diferente a la oficial —gran contradicción para el sistema. Fue una época de gran convulsión en la izquierda occidental, enmarcado entre dos grandes éxodos en Cuba, el del Mariel y la crisis de los balseros —este último anticipado por la legalización del dólar en la isla—, y la caída del comunismo en Europa del Este y Centroamérica. La conexión con el exterior y los puntos de encuentro entre diferentes movimientos artísticos dieron paso a proyectos singulares, diferentes y críticos con su entorno potenciados por una política artística diferente a la de la década anterior.
La exposición está estructurada en ocho capítulos que explican diferentes maneras de abordar la arquitectura y la ciudad. Los proyectos beben de muchas corrientes y son capaces de absorber múltiples circunstancias urbanas y sociales, desde ocupar las azoteas de los edificios para densificar la ciudad hasta una “ciudad escatológica que fagocita en el Malecón habanero los hitos arquitectónicos universales”. Cada uno utiliza recursos gráficos diversos e impecables para abordar su propuesta, desde el dibujo técnico tradicional hasta el comic, pasando por el collage. Las ciudades soñadas son a veces las únicas ciudades que podremos proyectar, ¿pero qué mejor que ciudades como Isadora, Tamara o Maurilia?
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