De la interconexión (y las dimensiones) al amor tácito: una conversación con Damián Ortega
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29 abril, 2013
por Mariana Barrón | Twitter: marianne_petite | Instagram: marianne_petite
Hacía la década de los años 20 del siglo pasado se perfilaban en la revista francesa L’Esprit Nouveau una serie de artículos relacionados con la arquitectura escritos por Le Corbusier cuya compilación generó uno de los libro-manifiesto más polémicos de ese siglo, Hacía una arquitectura. Donde, además de enunciar cómo debía ser y actuar la arquitectura, perfilaba el predominio de la máquina como estructura del pensamiento moderno. Uno de los extractos de este libro señala “desde el punto de vista de la arquitectura, me coloco en el estado de espíritu del inventor de aviones.La lección del avión no está tanto en las formas creadas, hay que aprender a no ver en un avión un pájaro o una libélula, sino una máquina para volar; la lección del avión está en la lógica que ha presidido el enunciado del problema y ha conducido el triunfo de su realización”. A partir de ello y de diversas premisas acerca de la relación máquina/arquitectura y por tanto espacio y formas de vida comenzaron los nuevos paradigmas que rigen –y en algunos aspectos siguen presentes- la arquitectura de aquella época.
En relación con el pensamiento estructurado en base a máquinas aparece Juan Downey (1940-1993), artista chileno entre cuyos antecedentes estuvo la arquitectura. En su obra existen las reformulaciones de las relaciones entre el hombre y la tecnología, planteando la cibernética en sincronía con los sistemas nerviosos humanos y la intromisión de la electrónica como factor que reconfigura la manera en que ocupamos el ambiente. Dice Downey; “al expandir nuestra percepción, los circuitos electrónicos fortalecen la relación hombre-espacio irónicamente, la brecha entre el hombre y la naturaleza solo puede ser cerrada por la tecnología”. Arquitectura Invisible, así denominada por Downey, es el constante proceso en el cual se entrelazan los patrones naturales de energía para así dar como resultado una actitud de comunicación entre las mentes teniendo como desenlace un circuito electromagnético (máquina). Percibiendo a la actitud de refugio o albergue como “un campo de intercambio neural” que era donde él encontraba un terreno común entre la arquitectura, las máquinas y diversos soportes como el video, el performance e instalaciones.
Juan Downey | Una utopía de la comunicación, es la actual exposición temporal del Museo Tamayo que junto con Germinal de Carlos Amorales apuesta por la difusión de arte contemporáneo latinoamericano. La exposición nos transporta por diversas etapas importantes del artista, quien estudió tanto en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, y nos introduce los diversos prototipos comunicativos desde donde aborda su obra y sus discursos, aparecen grandes dibujos donde a base de esquemas se pueden apreciar tanto los procesos como las intenciones del artista con las máquinas que inventaba, las performances y las investigaciones que realizaba.
De las instalaciones al performance, del performance a las investigaciones y de las investigaciones al viaje antropológico, casi performático que Downey realizó durante varios años por Latinoamérica. Con el video, éste artista logra la reflexión de los diversos espejos que retratan tanto el mundo del arte, la arquitectura y la sociedad. Él mismo se autodenominaba como un “Comunicador cultural y antropólogo estético” cuya actitud interdisciplinaria le sirvió para plantear diversas preguntas en diferentes contextos. La exposición cierra con uno de los trabajos más importantes en la carrera de Downey llamado Video Trans Americas que es donde emprende un viaje desde Chile hasta Nueva York haciendo una intensiva investigación de las diversas culturas autóctonas del continente. A partir de éstos trabajos es dónde una vez mas queda clara la constante incertidumbre hacía un sentir periférico que se busca en si mismo para crear, algo muy similar pasa en las composiciones arquitectónicas latinoamericanas, desde los templos prehispánicos pasando por el complejo universitario de la UNAM hasta obras mas contemporáneas como la Ruta del Peregrino en Guadalajara producen esa constante retrospectiva al componer arquitectura.
Juan Downey a pesar de estar trabajando en contextos alternos siempre señalaba esa concepción de otredad, el llamado “EXIT ART” o arte de periferia donde se entrecruzan de nuevo las estéticas locales comunicándose con las estandarizaciones globales. Ésta exposición deja con gusto, diversas preguntas que conectan tanto a la arquitectura, la máquina y el performance como formas de pensamiento y soporte de discursos cuya intención es la comunicación entre espectador y arte que por otra parte a base de la máquina busca la comunicación del labor antropológico con el arte contemporáneo.
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