14 octubre, 2022
por Urbanas MX
Este texto fue publicado primero en Coolhuntermx
A tan poco tiempo de conmemorar otro día mundial de las personas caminantes peatones, un artículo de la revista Obras revela que el 40% de las vialidades de las alcaldías Xochimilco y Milpa Alta no tienen banquetas. Pese a que la ley de movilidad determina construir calle completa integrando diseño universal en las calles de las alcaldías de la Ciudad de México.
La única alcaldía que registra más de 1400 manzanas con rampas en vialidades es Benito Juárez, frente a Milpa Alta con tan solo 2 de sus manzanas con esta infraestructura. Por otro lado, se celebra que tenemos una Ciudad más integradora e inclusiva. Al menos eso escuchamos cuando de la ciudad central se habla, pero este gran territorio reserva muchas desigualdades que conviene priorizar.
La ciudad es un espacio de relaciones sociales y disputas expresadas en forma material e inmaterial. La forma de movilidad en la que la transitamos determina nuestra experiencia y relación con la urbe. Como peatona, la experiencia es más cuestionable. A pesar de ser “prioridad” en la escala de movilidad, continúa siendo la forma más vulnerable de transitar, porque significa caminar sin escudos, dependiendo únicamente del cuerpo para llegar de un punto a otro.
Ahora bien, si lo vemos desde perspectiva de género, debemos entender que toda esta vulnerabilidad crece aún más cuando la ciudad se ha basado en priorizar la esfera productiva, en donde prevalecen las labores estereotipadas, vinculadas al rol masculino. Esto genera más sensación de peligro y negación, a quienes no pertenecemos al estereotipo de poder, dentro de lo masculino: mujeres, niños, adultos mayores y una gran diversidad de personas que salen de este rol.
La falta de enfoque de género en la planeación de la ciudad, no sólo no permite entender las diferentes experiencias de uso, sino que motiva a experiencias inseguras y promueve delimitaciones del espacio en todo momento. Es decir, saber a dónde debes dirigirte y los lugares que debes evitar, sobre todo cuando eres mujer.
Salir a la calle, aún hoy en día, en espacios conocidos y desconocidos, en distintos horarios es un ejercicio de valentía y resistencia. En Urbanas Mx es una de las acciones que más disfrutamos. Caminar la Ciudad de México nos llena de energía, calma y sentido. Sin embargo, para hacer esta actividad se requiere de gestión de horarios, compañía y la sensación de peligro que en muchos casos, es constante.
Ser caminante me ha ayudado a entender contextos, procesos, grupos de personas, espacios y hasta a mí misma. Al ser una mujer que camina tanto de día como de noche para regresar a casa me ha revelado que aún hoy me apresuro a entrar a un espacio con más personas o evito quedarme sola en algún lugar.
Mirelle Granillo
En mis primeros recorridos como peatona, alrededor de los 10 años, viví mis primeras experiencias de acoso: un niño de mi edad, en la calle me mando besos en forma de burla, y me seguía en su bici. Recuerdo que el miedo me invadía en todo el cuerpo, además sentía invasión y ganas de llorar. Con el tiempo “aprendí” que estas actitudes en la calle eran, ¿normales?
Citlalli Rivera
Vivir en el Centro Histórico de la Ciudad de México, puede ser percibido para muchos como algo peligroso o exótico según sea la mirada; indigentes y sus “casas” provisionales, uno y otro borracho perdido, tiraderos de basura en alguna esquina, y los olores nauseabundos mezclados, entre grasa de garnacha, humo de carros, y agua encharcada que más bien parece cultivo de algún laboratorio científico.
Sheila Espinosa
Caminar por las calles del Centro Histórico, implica siempre descubrir algo diferente y darte cuenta que constantemente hacen intervenciones poco planeadas. Esta es la 4ta. vez que se cambian los pisos, pero no se atiende el problema de la basura o la iluminación. En esta zona, las calles no se entienden sin comercio informal. No ubicamos las calles por una nomenclatura clara y visible, sino por lo que se vende, y así las calles van quedando sin nombre, sin historia, ni memoria.
Ser peatona en la ciudad significa varios retos englobados en uno:
Los peligros existen y son reales y caminar como forma de apropiación es parte de ejercer nuestro derecho a la ciudad (Pérez, 2013).
En UrbanasMx queremos que las mujeres seamos caminantes de la Ciudad, no peatonas, ¿Cuál es la diferencia? Ser peatona implica transitar y esquivar todos los obstáculos, y llegar a un destino fijo. Ser caminante lleva todo un cúmulo de experiencias: disfrute, placer, seguridad, recreación y exploración; porque las calles lo permiten e invitan a más que solo transitar.
Ser una caminante en la Ciudad, debería permitir contemplar espacios, tomar el tiempo para hacer paradas, caminar a la deriva y ¡vivir la ciudad! sin miedo, sin evitar puntos y sin reservas, ejerciendo nuestro derecho a la libertad.
Es necesario romper mediante el diseño del espacio público las rutinas de la esfera productiva y reproductiva. Generar desde la interseccionalidad espacios que involucren irrumpir en las esferas propias y comunitarias. Con este breve principio, se promueve la calidad de vida para todas las personas.
Para caminar libremente por las calles de la ciudad no sólo bastan banquetas amplias, iluminación y rampas. Estaremos de acuerdo que la infraestructura no lo es todo para sentirnos seguras en las calles. Sin embargo, sí facilitan nuestra visibilidad y sobre todo ser visibles, que la gente nos vea haciendo uso y apropiación del espacio público.
Las intervenciones no deben enfocarse en qué lugares nos permitirán tener más servicios y comercios, o dónde la gente gastará más. La importancia debe venir de la cohesión y participación de las personas que habitamos la ciudad y las condiciones en las que vivimos en el día a día.
La relevancia de la ciudad y sus espacios existe por la relación de estos dos elementos: Peatona/Peatón-Ciudad y no es posible sin ninguno. Sigue siendo un reto adecuar las condiciones urbanas a un real enfoque de género y para todas las personas en todas las condiciones.
Necesitamos calles con señalética adecuada. Así como programas continuos de mejora que vayan más allá que sólo el cambio de pavimentos. Se necesita incorporar infraestructura adecuada que te permita recorrer integrando las distintas formas de movilidad. Acciones mínimas como botes de basura, luminarias adecuadas, nomenclatura clara, entre otras cuestiones. Y sobre todo la valoración de los múltiples actores que confluimos y las distintas necesidades que tenemos a la hora de caminar y disfrutar de la calle.