3 junio, 2013
por Arquine
A finales de los noventa, Toyo Ito visitó las casa-estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, y quedó asombrado (Toyo Ito descubre O’Gorman). Poco después, en colaboración con Víctor Jiménez, organizó una exposición en Tokio sobre ambas viviendas y escribió un texto sobre el funcionalismo de O’Gorman en el contexto del Movimiento Moderno.
“No tenía la menor idea sobre la arquitectura o del arquitecto hasta que llegamos a la casa. Inesperadamente, se trataba de arquitectura moderna. La primera cosa que vi fue un simple volumen cúbico, azul, flotando sobre pilotes. Era azul brillante. A la izquierda del cubo azul, se presentaba un volumen primitiva más grande, elevado por las mismas columnas delgadas. El volumen más grande estaba pintado de rojo y blanco, lo que creaba buen contraste con el más pequeño. El volumen más grande contaba con un pequeño puente de un lado, que se estiraba hacia el cubo azul. Parecía que el elemento grande estiraba sus brazos hacia el azul. Cuando Víctor Jiménez me dijo que el volumen rojo era la residencia-estudio de Rivera y el azul, de Kahlo, ambos comenzaron a parecerse a las figuras de los dos artistas: Rivera, grande y corpulento, con su brazo sobre el hombro de Frida, ahí, llena de orgullo. Aquí su relación se presenta de una manera muy dinámica y compleja, incorporada como un diagrama abstracto del espacio. Pasando las bardas formadas por cactus, detrás de los dos volúmenes encontramos un tercer volumen construido para Guillermo Kahlo, fotógrafo y padre de Frida.
Mientras que disfrutaba del espacio interior, quedé aún más impresionado por esa pureza arquitectónica que ya se notaba desde afuera. Me parecía que la casa había sido construida totalmente con el propósito de seguir una ideología funcionalista y una cierta economía de medios. El taller de Rivera se llena de la luz que desciende por tres tragaluces en el techo. Las tuberías y tubos de recolección de basura quedaron expuestos, enfatizando la persistencia de la funcionalidad y economía de recursos. El alto perfil de diseño me parece equivalente al de las residencias tempranas de Le Corbusier. Tratándose de la perfección de una estética minimalista, no sería exagerado decir que esta casa sobrepasa a las obras de Le Corbusier. Me emocionó descubrir que la claridad del espacio se derivaba por completo de la racionalidad y cambió por completo mi impresión de México”, dijo Ito en aquella visita.
Trece años después de haber visitado las casa por primera vez, Toyo Ito revisitó la obra de O’Gorman, que ahora cuenta con la Casa O’Gorman 1929, restaurada por el propio Jiménez en colaboración con el INBA y la UNAM. Luego de haber recibido el Premio Pritzker de Arquitectura en la Biblioteca John F. Kennedy de Boston y de haber cumplido 72 años el sábado (La ceremonia del Pritzker), Toyo Ito hizo escala en la ciudad de México antes de seguir hacia Puebla para avanzar con su proyecto del ‘Museo Internacional del Barroco’ financiado por el gobierno poblano. En su visita, Ito mencionó que “conocía la pintura de Kahlo y Rivera, pero no sabía quién había diseñado una casa tan moderna en aquellos años… Esto era una maravilla. Cuando se inauguraron estos edificios, seguramente O’Gorman se llenó de orgullo, aunque esto no se integró bien a la sociedad de aquella época”. Junto a Víctor Jiménez y la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, Ito fotografió toda la ‘nueva’ casa con su iPad.
Tras recorrer y conocer la restauración, comentó sobre el Premio Pritzker, sexto galardón otorgado a un arquitecto japonés (Pritzker para Toyo Ito): “el Pritzker que he ganado obedece a la innovación por la cual siempre he trabajado. Siempre me he propuesto soluciones arquitectónicamente innovadoras. Otra razón es que, dentro de las innovaciones, nunca me he olvidado de que la arquitectura debe ser agradable y cómoda. Esas dos cosas para mí siempre han sido una meta”.
© Fotografías 2-4 Periódico Reforma | Adriana Garibay