Espacio político: rave y cuerpo
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9 noviembre, 2020
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
“Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.”
Ricardo Reis
Josep Ferrando Architecture es un despacho de arquitectura barcelonés que empezó en el 2003. De acuerdo con la visión poliédrica de la arquitectura que defiende, Ferrando combina la vertiente de la práctica arquitectónica con la académica —con más de 20 años como profesor—, y la de gestor cultural. Josep me cuenta que se siente como el primer día que entró en la carrera, porque la profesión de arquitecto es de crecimiento continuo. Dice que constantemente aprendes cada vez más y sabes manejar un mayor grado de complejidad:
”Es como si fueras un malabarista, y empezaras a jugar con las bolas, empiezas con una, después dos, tres, cuatro, y luego alguien te pregunta ¿qué día empezaste a ser malabarista? ¿Fue cuando cogiste la segunda bola, la tercera?”
Recientemente ha ganado dos premios FAD —Internacional y de la Opinión— por el edificio de la universidad Torcuato di Tella, en Buenos Aires, además es decano de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de La Salle Barcelona (ETSALS).
Entre la práctica y la academia
La práctica y la academia se alimentan entre ellas. En la academia hay un esfuerzo por la didáctica que a veces en la profesión falta, y a veces falta algo de oficio en la didáctica. Siempre hago un pacto con mis estudiantes el primer día de clases: no vamos a hablar de gustos, vamos a hablar de cosas que están bien y cosas que no están bien. A un estudiante se le tiene que transmitir muy bien el porqué de las cosas. Lo que “está bien” tiene que ver más con la objetividad que con la subjetividad, y esta objetividad tiene que ver con la coherencia. Por eso intento que los proyectos de mis estudiantes sean diferentes entre ellos, y es algo que aprecian, porque cada uno va estableciendo su camino, en la búsqueda de una belleza objetiva.
La metodología y el proceso también son muy importantes. Siempre ocurre con muchos estudiantes que te dicen esa típica frase “yo no soy tan bueno como el otro” o “no me he inspirado”. El esfuerzo del profesor tiene que ver con la metodología y disfrutar de ella. Intento que todos sientan que tienen valor, y que no dependen de una inspiración, o de una cierta capacidad divina que los haya elegido, sino que en realidad tiene que ver con el esfuerzo y la constancia del trabajo.
Siempre repito esta frase de Picasso que dice algo como “el arte no depende de la inspiración, sino del trabajo, y si dependiera de la inspiración como mínimo me debería pillar trabajando”. Es trabajar, trabajar y descubrir a través del trabajo, como decía John Berger, “para el artista dibujar es descubrir”. Descubres a través de tu trabajo, y cada vez que trabajas construyes una metodología más estable, que a la vez se vuelve más compleja.
A mis alumnos solamente les pido una cosa: actitud. Que crean en ellos. Siempre les digo que durante el año académico seré como un paracaídas. Por lo tanto, les insisto en que no se cohiban, yo les guío en ese sentido, pero lo más importante es la actitud para aprender. El otro día leía un libro de Wagensberg sobre aforismos que decía que la diferencia entre lo malo y lo mediocre es que a lo malo todavía le queda margen de mejora, a lo mediocre no. Lo mediocre no es una cuestión de capacidad, sino de actitud, lo peor que puede haber en alguien es no tener actitud.
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Componentes del proyecto
Multiescalaridad. Trabajamos todas las escalas al mismo tiempo. Por ejemplo, el proyecto “Nido de la cultura”, en Buenos Aires, es como una escalera infinita, un ágora o anfiteatro colgado, configurada a través de la construcción de escaleras espiraladas. Esta espiral construye una especie de mirador infinito, de 360 grados. La estructura de madera está conformada por 4 piezas de 5×5, o 2 de 5×5 o 1 de 5×5. Digo 4 piezas de 5×5 y no 1 de 10×10, porque siempre es la misma pieza. Cuando se unen las cuatro la fibra sigue la misma espiral, en esvástica. Esto lo hacemos por un tema estructural. Si haces una sola pieza tendrás las fibras en un solo sentido, si haces cuatro tienes las cuatro en los cuatro sentidos y estructuralmente funciona mejor.
Este es un detalle estructural que a la vez habla de la espacialidad, porque el espacio también se configura con 4 escaleras espiraladas rotadas 90 grados cada una de ellas respecto a las otras. Por eso es un trabajo multiescalar, porque no son capas independientes sino que el detalle habla del espacio y el espacio del detalle.
El tema de la estructura espacial también se repite en el proyecto del Quincho, en Chile. Cuando proyectas un quincho, o cobertizo, trabajas sobre la idea del pilar y el plano. Pero también trabajas en el paisaje y es necesario establecer una relación entre éste y las personas que cobija. Estás bajo una cubierta y estás en la cubierta, el zig-zag está construido con módulos de 4,5 m —que son medidas estándares, pensando en la idea de eficiencia—, con listones de madera de pino de 5×20. Es una especie de telar de madera, las piezas no están encoladas sino que hay un tubo de acero que pasa y lo aguanta a compresión, lo cose. Cuando estás debajo se construye un techo virtual, que es esa cota inferior que está hecha de vértices, y arriba otra cota superior en relación con el paisaje. La estructura lo es todo, es cerramiento, cubierta y estructura portante.
Pabellón cultural “Nido de la cultura” en Buenos Aires, Argentina. Fotografía: Federico Cairoli
Monomaterialidad. El material se convierte en tu mejor socio. Al trabajar con un sólo material no lo haces de una manera superficial, lo dejas de entender como un acabado y lo trabajas como algo espacial. La estructura no es el esqueleto que define el espacio, sino que es espacio en sí mismo. Son estructuras espaciales, y en ese sentido se entiende que habitan también el espacio.
Siempre cuento que las telas necesitan estar colgadas para construir un espacio, cuando cuelgas una camisa construyes un espacio, cuando la tiras al suelo lo dejas de hacer, haces un recinto, pero no construyes un espacio. Con el hormigón pasa al revés, lo que te pide es que lo apiles. Cuando comprendes todo esto puedes pervertir esta manera de pensar, y jugar a colgar el hormigón, por ejemplo, o a apilar la ropa. Pero es importante entender qué quiere ser el material cuando se lo preguntas, esto es algo que decía Louis Kahn, que un ladrillo siempre quiere ser un arco, pero la mayoría de veces no lo es (risas), porque es su manera natural de trabajar. A partir de que entiendes su manera natural de trabajar puedes empezar a jugar con ellos.
Quincho, Santiago de Chile, Chile. Fotografía: Diego Baloian.
Geometría. Es importante para la definición del espacio. En el proyecto de Construmat construimos catenarias con ritmos diferentes. En este caso la geometría no solo significa repetición, sino que es también variación, hasta que llega un momento en que es la repetición de la variación y se empieza a desdibujar. En el proyecto para la Universidad Torcuato di Tella, en Buenos Aires, ocurre la repetición inversa a la gravedad. La repetición no es rigidez, es rigurosidad, son cosas diferentes.
Fachada de la Universidad Torcuato di Tella en Buenos Aires, Argentina. Fotografía: Federico Cairoli.
Eficiencia. Tiene que ver con la monomaterialidad, con el trabajo sobre las medidas del material. Eficiencia es una palabra que engloba sostenibilidad, uno puede ser sostenible y ser muy poco eficiente. Por ejemplo, al dejar de utilizar medidas estándar de un material como la madera, estás utilizando un material sostenible, pero no estás siendo sostenible. La eficiencia abarca la sostenibilidad porque has de serlo también con el uso del material.
Muchas conferencias las empiezo con la imagen de un nido y cuento que cuando un pájaro hace un nido, usa las ramas de un árbol cercano siempre con las mismas medidas, no tiene desechos, no hay pérdidas ni residuos. Al mismo tiempo ese nido al cabo de un tiempo, una vez que los pájaros se hayan ido, caerá, se convertirá en compuesto orgánico que servirá para que crezca otro árbol, con ramas, que servirán para hacer otro nido. Hay un tema de economía circular, que es lo que dictaba el proyecto para Construmat, residuo cero y gasto cero; usamos materiales durante tres días acopiados de maneras diferentes, colgados y apilados, telas y vigas, respectivamente.
Espacios comunes Construmat, Barcelona, España. Fotografía: Adriá Goula.
Juego. Cada uno de los proyectos empieza con la idea de construir un juego, esto significa construir unas reglas. Reglar para desdibujar, a medida que las reglas van absorbiendo todas las necesidades que hay del entorno, del cliente, de la normativa, etc. Poco a poco el proyecto construye reglas más genéricas sobre todas esas preguntas, para luego empezar a trucar, hasta que el truco no es la excepción sino que es la regla en sí misma.
De manera que muchas veces los proyectos se desdibujan a sí mismos, la regla del juego es desdibujar el juego, pero de una forma legal (risas). No son sólo alteraciones, son variaciones.
Espacios comunes Construmat, Barcelona, España. Fotografía: Adriá Goula.
Laberinto. En muchos proyectos hay ese juego de desorientación, donde aparece la repetición, pero en realidad es una falsa repetición. Es como el ensanche de Barcelona que parece que todo es igual pero en realidad no lo es. Hay unas calles que son perpendiculares al mar que tienen cierta pendiente, con lo cual si tomas nota es fácil orientarte. Hay pequeñas variaciones que dan cuenta de la diferencia del laberinto. Insisto en que es desorientación por repetición, no laberintos por construcción de caminos abiertos y cerrados.
Vivienda en Sant Cugat, Barcelona, España. Fotografía: Adrià Goula.
La buena arquitectura
La enseñanza, así como el perfil del arquitecto, ha de ser mucho más poliédrica que antes. Ahora se ha demostrado que hay dos tipos de profesiones esenciales: las que cuidan de la salud de los enfermos —médicos, enfermeros, etc— y las que cuidan de la salud de los no enfermos —personas responsables de hacer buena arquitectura. Durante el confinamiento la gente que no ha estado en un espacio doméstico agradable ha enfermado, de otra manera, pero ha enfermado. Una buena arquitectura se hace cuando el espacio doméstico tiene cierto grado de exterioridad —terraza, jardín, balcón—; cuando es versátil, para que los lugares sean más indefinidos o indeterminados, para que puedan acoger diferentes funciones durante el día; cuando el espacio está bien pensado térmicamente. Esto no solo se hace con arquitectos, pero el arquitecto es una figura esencial para que esto ocurra.
Por otro lado, tener un buen proyecto dentro del ámbito público no es solo responsabilidad de un arquitecto, sino también de todo el camino político anterior. Es decir, construir unas buenas bases, o entender qué es lo que realmente necesita ser construido, es el papel de otro tipos de disciplinas que no son las que siempre hemos visto como “esenciales”.
Es necesario entender el valor de la arquitectura como compromiso social y medioambiental. Hay que comprender que los tiempos han cambiado también, y el arquitecto ha cambiado no sólo como profesional. Se ve cómo el sistema de los star architect de los 90 tiene cada vez menos relevancia y en cambio empiezan a tenerla más gente con un compromiso social y climático clarísimo.
Parque de Bomberos de Moià, Barcelona, España. Fotografía: Adrià Goula.
Ciudad y pandemia
Me hubiera gustado que una ciudad del mundo hubiera decidido que después de la pandemia no dejaría entrar coches en su ciudad. Puede parecer muy naïve, pero cada vez cuesta más pacificar el tráfico, que cada vez haya menos, que haya más carriles bici. A veces dicen “en el 2050 el 50% de los coches ya no pasarán por Barcelona”, y de repente ocurre esta pandemia y de todos los valores positivos que podíamos haber sacado no habrá ninguno.
Hubiese sido un acto de gran valentía que un alcalde, un partido político, o quien sea, hubiese aprovechado lo que está pasando y en lugar de pasar a un 50% de tráfico hubiésemos pasado a un 100%. Y no tanto especular, porque ahora hay mucha conferencia sobre la arquitectura post pandémica. En tres meses han ocurrido cosas que evidenciaban temas importantes a tratar. Para mí hubiese sido ejemplar haber sido la única ciudad en el mundo que ha dado respuesta a un problema, que ha actuado en consecuencia, entendiendo que el problema no es en sí la pandemia sino la crisis medioambiental.
Lo que hizo que Barcelona funcionara bien en los 80 y 90, no fue solo que todo estuviese bien diseñado, sino que hubo una persona que tomó la decisión, en ese caso Oriol Bohigas —que fue un gran gestor—, de juntar todos los departamentos del ayuntamiento. Esto permitía que no hubiesen zonas grises -zonas donde los departamentos se solapan o que quedan vacías-, entre las diferentes partes involucradas en el desarrollo urbano. Juntarlo todo es lo que hace que cuando bajas por un vado en la calle, haya un rampa para gente mayor, con chaflanes porque la gente camina en diagonal y así no se tropieza, y tener de un lado una papelera y del otro el semáforo. La decisión buena no es que haya que hacer la rampa o poner la papelera, la decisión buena es construir el método y el proceso para que esas cosas tengan un final feliz, es cómo has proyectado el proceso para que cualquier resultado sea bueno.
IED Lab, Rio de Janeiro, Brasil. Imagen: Josep Ferrando Architecture.
Maneras de mirar
Dentro de la arquitectura me interesa más no tanto un arquitecto como tal, sino sus actitudes. Me gusta la ingravidez de la arquitectura de Ishigami, la levedad o transparencia de Sejima, los espacio–estructuras de Vilanova Artigas o Mendes da Rocha, lo matérico de Zumthor. Me interesa mucho también Charles Moore, su época de Sea Ranch.
En muchas conferencias aparece Issey Miyake porque me interesa como construye vestidos, no haciendo un molde del cuerpo, sino construyendo desde la geometría y el material. ¿Hace la función de vestido? Sí, ¿tiene forma de vestido? No. Pero ¿por qué el vestido tiene que tener forma de cuerpo si simplemente lo cubre? Me interesan más estas exploraciones.
El mismo Issey Miyake decía que era capaz de repensar su próxima colección gracias a la mirada del fotógrafo Irving Penn, que siempre hacía los reportajes fotográficos de sus colecciones. Entonces me interesa también Irving Penn, y sus fotos de retrato. Lo bonito de todo esto es la lectura que puedes hacer desde diferentes ámbitos, cómo todo es capaz de construir un imaginario, de cómo profundizar en ciertas cosas.
Más que referentes, es una manera de mirar.
“Ahora ya no separo la idea de un templo de la idea de su construcción”.
Eupalinos o el arquitecto. Paul Valéry
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