Hugo González Jiménez (1957–2021)
Hugo González Jiménez nació en Guadalajara en 1957. Se inscribió en la Escuela de Arquitectura del Iteso hacia 1975 y [...]
25 marzo, 2019
por Juan Palomar Verea
Sin duda fue una excelente idea. Conservar la vieja central de camiones como terminal de cercanías. Alimenta al barrio y sus hoteles, dar vida al contexto del Aguazul (lugar que tanto quería Octavio Paz), hacer que sea muy práctico su uso para los pasajeros que vienen de pueblos cercanos, a veces cotidianamente.
Sin duda fue una mala idea demoler primero, imperdonablemente, el viejo Panteón de los Ángeles (ca 1930) para construir un excelente estadio de beisbol encima, obra de Aurelio Aceves en su fase estilística de la Escuela Tapatía de Arquitectura, versión tezontle. Y, muy pocos años después, por orden de González Gallo, demoler imperdonablemente a su vez el estadio para construir (ca 1950) la Terminal de Autobuses de Guadalajara.
Sin duda fue una buena idea encargarle al ingeniero (y arquitecto) Miguel Aldana Mijares la nueva terminal. Nos dejó una obra maestra en clave funcionalista dura y limpia. La fachada oriente es de las más bonitas de la ciudad. La obra de Aldana Mijares debiera ser protegida íntegramente y no dejar (como viene sucediendo) que se la altere y se la destruya. La estatura arquitectónica de Miguel Aldana ha ido creciendo con los años, y alguien tendría que hacer un estudio acucioso de su obra y de su archivo, en vez de andar perdiendo tiempo y dinero en tantos “estudios” de arquitectura y urbanismo (que son lo mismo) a la moda. Aldana edificó centenares de obras en Guadalajara, de una pareja sabiduría y economía constructiva, de una inventiva sorprendente. Nadie ha usado los materiales contemporáneos como él, quien además fue un pintor descollante y el mayor y más astuto mecenas y promotor de las artes plásticas en el siglo XX de nuestro estado (y varios otros). Fue un gravísimo error despojarlo del Centro de Arte Contemporáneo que él había creado, a sus costas, a partir de cero, y sustituirlo con un museo más que mediocre con una también muy mediocre colección de don Raúl Anguiano.
Sin duda es una pésima idea mantener desocupados todos los pisos del edificio de la central. Si calculamos (es un decir) en unos 400 mil pesos las posibles rentas mensuales en favor de las arcas públicas, obtenemos un provecho de casi cinco millones que ahora (¿y durante cuántos años?) se tiran al caño. Con ese dinero se puede restaurar íntegramente todo el edificio y arreglar el entorno. Con ese dinero se podría lograr la muy deseable y ahora inexistente conexión con el Aguazul y con el corazón del barrio de Analco y, más allá, con la Plaza Tapatía.
Sin duda fue una pésima idea la más que lamentable inserción urbana de la actual central de autobuses, cercana (es un decir) a la carretera a los Altos. Ridícula y costosísima. No aprendieron nada de la central vieja, que tiene una excelente ubicación, una muy buena presencia urbana, una arquitectura de excepción. En vez de esto, es facilísimo perderse yendo a la central nueva, su disposición urbana es un asco, y su arquitectura menos que mediocre. Todo esto puede y debe ser corregido, empezando por hacer un bosque del desértico y muy subutilizado estacionamiento.
Sin duda —para quien esto escribe, por lo menos— sería una buena idea hacer un mínimo caso (Gobierno del Estado, Ayuntamiento, Secretarías de Cultura y Turismo, camioneros, hoteleros de la zona, etc.) de estas comedidas propuestas.
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