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Tacón, punta, tacón, punta: “Los Simpson” se travisten | Parte 3

Tacón, punta, tacón, punta: “Los Simpson” se travisten | Parte 3

30 noviembre, 2023
por Jonathan Rico Alonso

Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones en el que aparentar ser alguien más está permitido socialmente. Por ejemplo, la Noche de Brujas o Halloween. Es aquí donde Homero se disfraza de Mi bella genio (I Dream of Jeannie), serie estadounidense transmitida entre 1965 y 1970. Nadie cuestiona su heterosexualidad ni pone en tela de juicio su hombría. La belleza y el cuerpo torneado de la joven actriz que representó a Mi bella genio, Barbara Eden, contrasta con la figura obesa y poco agraciada del padre de Bart y Lisa. La parodia sale ahora como un recurso más del travestismo en Los Simpson.

De genio a novia. La falta de ropa limpia y la holgazanería de lavarla causan el nuevo travestismo de Homero. Es la novia calva que baja de las escaleras de su casa al ritmo de la marcha nupcial. El nuevo atuendo le otorga al varón confianza y feminidad, por eso baja con cadencia y despacio las escaleras mientras se permite oler un ramo de flores que también ha encontrado. El vestido más icónico de la mujer de Occidente debe estar completo; ni el liguero puede faltar. El afeminamiento de Homero no surgió en un disfraz femenino ni en un vestido de novia, sino cuando hizo uso de prendas más sencillas y cotidianas como una bata con estampados de flores que resalta la nueva figura de Homero tamaño familiar.

El primer Homero travestido apareció el 15 de noviembre de 1990, precisamente en el sexto capítulo de la segunda temporada. Ya para entonces, este personaje se había asociado con el estadounidense promedio (considerado de manera despectiva por algunos como white trash o honky), y en este hombre masa y machista surge aquel varón que piensa que hacer el ridículo es portar prendas del género o sexo opuesto(s) ante la mirada inquisitorial del resto de la masa: “pago el precio por el placer de verte humillado”, le responde a su vecino Ned Flanders ante la apuesta que hicieron. Ambos han perdido, ambos deber afrentar la ignominia, el escarnio público.

El abuelo Abraham Simpson es quien ahora se ve a sí mismo como una mujer en sus sueños más profundos: “soñaba que era la reina del viejo Oeste y que tenía un revólver de plata en mi cinturón”. Los sueños son el sitio donde se pueden expresar con libertad nuestros deseos, donde se recrean vivencias o escenas pasadas y donde se puede, incluso, vaticinar los días. Para Abraham Simpson, anciano recluido en un asilo, el sueño, además del descanso físico-mental, le concede la liberación de sus deseos y fantasías. Inclusive aquellas ilusiones que jamás serían aceptadas en el terreno de la realidad, como contraer matrimonio al mismo tiempo con dos vaqueros: “¡Alto, quietos! Los dos pueden casarse conmigo”.

Así como su nieto se ha convertido en Bartina para pasar de manera inadvertida y burlar la autoridad, Abraham Simpson se infiltró como una cantante de cabaret en Alemania para recopilar información sobre los nazis (razón oficial: encubierto). Su aspecto es tan fiel y, por ende verosímil, a lo que se espera de una mujer, que llegó a engañar a Adolf Hitler, quien desde lejos coquetea con el abuelo travestido. El cortejo hubiera alcanzado mayores vuelos de no habérsele caído un seno postizo a la espuria cantante de cabaret

Al final, el protagonista de esta historia desmiente la mayor parte de lo sucedido, su senectud le ha jugado un mal rato; no obstante, acepta que sí usó “un vestido durante un tiempo en los 40. ¡Oh, qué diseñadores había!” El gozo de vestirse del género contrario que llegan a presentar algunos varones heterosexuales (fetiche, práctica denominada crossdressing), no es exclusivo aquí del abuelo; el jefe Gorgory también lo comparte. Incluso, es quien mejor representa aquel sujeto varón, casado, con hijos y heterosexual que esconde su travestismo: “Al jefe Gorgory le gusta sentir la rudeza, pero también le gusta andar por ahí con unas ajustadas pantimedias”, anuncia Bart por la radio. Si bien aún se asocia el travestismo con la homosexualidad, recordemos que esta práctica no es patrimonio de los miembros del colectivo LGBTTTIQ+. El travestismo es de quien lo trabaja.

En el episodio titulado “Un estrella estrellada” (“A Star is Burns”), el policía Gorgory esboza una sonrisa al saber que podrá utilizar maquillaje; el doctor Hibbert se disfraza del Dr. Frank N. Furter de El show de terror de Rocky, y el señor Burns muestra la primera plana de un diario con la noticia de que un anciano incontinente ha ganado el concurso Señorita América (en el doblaje para Hispanoamérica lo anuncian como “Concurso Señorita Rumbera”). Las referencias y los travestis vistos en este capítulo están contextualizados por el festival de cine que se lleva a cabo en Springfield. En él, los participantes podrán protagonizar sus propias películas. El cine, la ópera, el teatro, el performance, el arte en acción, en fin, todos estos tipos de expresiones artísticas, conceden a sus actores el permiso de invertir sus roles de género, mas no su orientación sexual ni su identidad sexual. Emigran con facilidad del polo masculino al femenino, porque la actuación debe ser permisiva e indiferente con el sexo biológico y erotismo de sus realizadores.

Martin y el anónimo actor de Estonia también interpretan a personajes femeninos: el primero, a Lizzie Borden, mujer estadounidense del siglo XIX que es conocida como la asesina del hacha, ya que, de acuerdo con algunos testimonios de la época, mató a su padre y su madrasta con esta herramienta de trabajo. El segundo se hace pasar por Lisa Simpson: no únicamente tiene una estatura similar o igual a ella, sino utiliza ropa suya y una máscara que concuerda perfectamente con el rostro de la hermana de Bart.

Los principales motivos por los cuales fueron travestidos sólo personajes masculinos en Los Simpson fueron el deseo o gusto, un fin utilitario o materialista, el placer estético, el erotismo, la obtención de beneficios monetarios o de reconocimiento, el engaño, el tipo de empleo (policía o espía), la parodia, la caricaturización, la diversión y la actuación. La misma paleta de razones concuerda con el abanico de masculinidades travestidas: desde algunos personajes predominantemente varoniles como Homero Simpson, hasta personajes más afeminados o sensibles como Ned Flanders y Martin Prince.

El travestismo verosímil se logra en el sujeto que no sólo viste ropa del género opuesto y se comporta como tal, sino cuando el otro lo reconoce con el género aparentado (pacto de verosimilitud). De esta forma, el travestido se legitima en la mirada de los demás. Así pues, el travesti debe reconocer y aplicar los códigos de vestimenta y comportamiento de su alteridad femenina o masculina; cualquier equivocación, sin duda, lo apartaría del papel que desempeña. De allí la relación estrecha entre travesti y actor: ambos actúan, ambos imitan, ambos se permiten ser alguien más por un momento.

El travesti como categoría analítica, además de abrir los estudios de masculinidades en esta serie animada, es fuente de humorismo. Pese a los varios motivos que provocaron la inversión de géneros, la comicidad ocupa el lugar principal. Producir risa a partir de sucesos chuscos, paródicos y jocosos es lo que llevó a los guionistas y escritores de Los Simpson a utilizar el recurso del transformismo o travestismo, herramienta aprovechada desde hace varios siglos en la cultura occidental por la literatura y el teatro, principalmente.

Esta fue la tercera y última parte de esta serie, se pueden leer las entregas anteriores en los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 2

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