Tacón, punta, tacón, punta: “Los Simpson” se travisten | Parte 3
Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones [...]
16 noviembre, 2023
por Jonathan Rico Alonso
Para analizar, determinar, identificar y etiquetar a estos personajes de la serie Los Simpson, propongo una tabla de características físicas, anímicas y de comportamiento que se identifican con el género femenino occidental perteneciente a la segunda mitad del siglo XX. La tabla estaría compuesta, así pues, por vestimenta que se relaciona con las mujeres: vestidos, tacones, faldas, bragas, bisuterías, pelucas, adornos para el cabello, entre otros; maquillaje, cremas, coloretes, etc.; conductas delicadas o suaves: contoneo, mímica, gestos, expresiones blandas o suaves; y por atributos fisiológicos y sociales como voces agudas y nombres femeninos. Bajo este espectro cabrían, sin problema alguno, las varias caracterizaciones de miembros de la familia Simpson como Bart, Homero, o el abuelo; y personajes cercanos como Milhouse Van Houten, así como las únicas del jefe Gorgory, Ned Flanders, Barney Gómez, el señor Burns, Martin Prince y el doctor Julius Hibbert.
Empecemos a hablar sobre ellos. Bart ha sido a quien en más ocasiones se le ha travestido: en concreto, en cuatro capítulos más otro en el que él mismo insinúa que podría pasar por su hermana Lisa en un cita romántica (ocultamiento de la identidad verdadera). Bart es astuto, sagaz, travieso, gallardo, hiperactivo y puede sacar provecho propio de cualquier situación. Sus conocimientos acerca de la vida sorprenden pese a sus escasos 10 años de edad; nos revela, por ejemplo, algunos tips para sobresalir en concursos de belleza: “Y luego yo te enseño algunos trucos: repegarte al traje de baño, jalea de petróleo en los dientes para una sonrisa fácil y el antiguo arte del algodón [relleno, esponjas para el busto y la cadera]”.
La enunciación de estos recursos sorprende tanto a Marge y Lisa Simpson como a los televidentes, y termina por dejarnos atónitos cuando al primogénito de Homero se le ve caminar con soltura, de manera sensual y con profesionalismo al unísono de “tacón, punta, tacón, punta”. “Empiezo a pensar que podría ganar yo”, termina por declarar sin balbuceos, pues, según sus palabras, andar con tacones “no tiene ciencia”.
Para continuar con el proceso transformista, Bart consigue una peluca y baila, dejando libres sus manos, “The Shoop shoop song (It’s in His Kiss)”, tema de Aretha Franklin que, años más tarde, volvería a popularizar Cher, un ícono de la cultura gay, transgénero y transexual.
Señalo como transformación completa o travestismo integral el capítulo “Marge en cadenas”, en el que Bart no sólo ha cambiado su nombre al de Bartina, sino que logra engañar con su bien lograda caracterización femenina a un superior de la policía con el fin de robarle sus llaves y así sacar a su madre de prisión. Bart baila como una mujer, habla como una mujer, luce como una mujer, se expresa facialmente como una mujer, Bart es ahora Bartina. Se crea, por tanto, el pacto de veracidad entre espectadores y la nueva historia de los dibujos animados.
Si bien esta escena jocosa sucede en la mente del protagonista (creación meramente imaginaria), episodios después se traslada al mundo real de Los Simpson cuando Milhouse le propone ponerse ropa de señora para jugar. Sí, como ellos mismos/ellas mismas aseveran mientras brincan sobre la cama de los padres de Bartolomeo J. Simpson: “las hermanas se están divirtiendo”.
Pero el rato lúdico termina pronto cuando Homero entra en la habitación y sorprende in fraganti a los niños, a quienes reprende de inmediato con tono severo: “¡Y quiero una explicación no gay!”. ¿Acaso sólo los homosexuales se visten de su “sexo contrario”? El pensamiento de Homero nos recuerda los significados de travesti y travestismo, cuando estos dos vocablos se asentaron en los diccionarios de la Real Academia Española en 1985: “travestí. (Voz inglesa) m. Persona que por inclinaciones anómalas, se viste con ropas del sexo contrario. Suele formar parte de un espectáculo”. Y “travestismo, m. Psiq. Orientación sexual, generalmente propia de homosexuales, consistente en buscar el placer vistiéndose con ropas del sexo contrario”. La respuesta que ofrece el amigo de Bart es “estamos ebrios, muy ebrios”.
Homero homófobo puede ahora respirar y estar tranquilo: “¡Oh, gracias a Dios!”
El estado de ebriedad permite a los sujetos actuar y ser como regularmente no son; en este sentido, el padre de familia puede entender y disculpar a los niños de cualquier actividad no heterosexual; recordemos también que Homero es homofóbico hasta la octava temporada. Asimismo, en una reunión Barney aprovecha su embriaguez para imitar a Marge: se viste y habla como ella, situación hilarante para los asistentes de la fiesta y los televidentes, pero que, al ser vista en video tiempo después por el propio imitador alcoholizado, avergüenza a Barney al grado de comprometerse a no volver a beber jamás.
Esta escena, amén de abrir las puertas para discutir en torno a la ridiculización, a la parodia más ácida o al humor más agrio, funciona como ejemplo para entender cómo se construye y rompe el pacto de verosimilitud o de credibilidad entre el sujeto travestido y los ojos que lo observan.
Homero, desde su limitada inteligencia y escaso buen juicio, cree que Marge sí aparece ebria en público, por lo que corre hacia donde se encuentra para mencionarle lo avergonzado que se siente con esa situación; sin embargo, al eructar Barney, Homero descubre que no era su esposa, sino su amigo haciendo una parodia de ella.
Por otro lado, la decisión de Milhouse de vestirse con atuendos propios del género femenino es voluntaria, ya no bajo los influjos de bebidas alcohólicas. Revela un deseo propio, sea o no ocasionado por un placer estético o simplemente un entretenimiento. Los juegos infantiles, así como los carnavales, permiten a sus integrantes ser otros: yo ya no soy yo, sino otro. En contraste con este momento, Milhouse se viste de nuevo de mujer, pero ahora con el único propósito de ser considerado el próximo heredero del señor Burns, el hombre más rico de Springfield. “¡Adiós a mi plan B!”, concluye con lástima el joven Van Houten luego de haber escuchado que el magnate no aceptará a una niña como heredera de su cuantiosa fortuna. A diferencia del caso anterior, en el que es notorio el placer en el rostro y las palabras, en este capítulo el placer es sustituido quizá por el mandato de los padres de Milhouse, o tal vez por el deseo monetario del mejor amigo de Bart.
Esta es la segunda parte de esta serie, se pueden leer las otras entregas en los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 3
Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones [...]
El travestismo es de quien lo trabaja. Es de quien lo hace suyo cual proyección del yo ante la mirada [...]