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31 agosto, 2012
por Arquine
por Juan José Kochen | @kochenjj
Tres años después de haber completado la Tienda Olivetti, en la Plaza San Marco de Venecia, el arquitecto veneciano Carlo Scarpa (1906-1978) comenzó el rediseño de la planta baja y el patio de la Fundación Querini Stampalia. Los años sesenta y setenta son la culminación y consolidación de la vasta obra de Scarpa en Italia hasta su muerte en 1978. Ubicado en el Campo Santa Maria Formosa y frente a un pequeño canal , este edificio del siglo 16, intervenido por Scarpa entre 1961 y 1963, se devela luego de cruzar un puente –con un sistema de control del nivel de agua– hacia el acceso principal donde se abre un gran patio central. Scarpa construyó el puente, vestíbulo y patio trasero, que incorpora sutiles presencias de agua en fuentes y espejos de agua. Las intersecciones geométricas y modulares en puertas, bastidores y muros –al cambiar de material– generan una tectónica que se vuelve un objeto armable por sí mismo. Los detalles están en estas intersecciones. Los paneles de yeso, pisos y muros de mármol, piedra de Istria y el estuco rojo del techo componen una misma arquitectura con rasgos orientales, visible en celosías, puertas y la parsimonia del jardín.
Este es el edificio que alberga la exposición de dibujos del arquitecto portugués Álvaro Siza (1933) – ganador del Premio Pritzker en 1992 y recientemente galardonado con el León de Oro en la Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia–. Álvaro Siza. Viagem sem programma (Viaja sin programa)–inaugurada el 29 de agosto y hasta el 11 de noviembre como parte de los eventos colaterales de la bienal– presenta los impulsos a mano alzada de Siza y relata esta inquietud de dibujar todo desde los caballos que plasmaba en papel con su padre. La muestra se desarrolla en el segundo piso del edificio y explica los inicios de Siza, en un principio interesado por la escultura, más que por la arquitectura. La mayoría de los dibujos son de personas, como un estudios antropométricos, de familiares, así como autorretratos y un par de dibujos de Eduardo Souto de Moura.
Para Scarpa, ”el valor de una obra es su expresión, cuando algo está bien expresado, su valor se vuelve muy alto. Para Siza, “el dibujo es un ritual de libertad de expresión, recolección, comunicación, búsqueda y descubrimiento, inclinación y creación. Un sutil gesto que produce sueños utópicos que se convierten en formas de realidad”. Entre ambos, el dibujo de una obra –construida o dibujada– radica en cada uno de los detalles, planos de intersección y viajes sin programa.
Carlo Scarpa
Álvaro Siza