Mientras que la fotografía de arquitectura a menudo trata de visualizar el espacio contenido entre muros, retratar a un arquitecto –más que captar un lugar o a un personaje– es intentar aprehender la esencia de una mente compleja e indómita. Si bien el arquitecto queda retratado en cada uno de sus trabajos, metafóricamente hablando, en particular se define por su proceso creativo, el modo en que gestiona el torrente de ideas frente a un nuevo desafío y tal vez la pasión que emplea en ello. Plasmar esos aspectos en un momento determinado cámara en mano y frente al rostro protagonista resulta una ardua tarea que requiere de una sensibilidad especial, como la de la fotógrafa alemana Ingrid von Kruse, cuya última serie fotográfica ha sido reproducida en formato libro y dividida para exhibirse en distintos centros vinculados al ámbito artístico.

Eminent Architects. Seen by Ingrid von Kruse no es un catálogo al uso ni un libro de artista sino un fotolibro que recopila alrededor de una treintena de retratos de los arquitectos más destacados desde la segunda mitad del siglo 20 hasta ahora; profesionales de un mismo sector pero con bagajes muy distintos y gran variedad de tendencias. Recientemente, Eminent Architects fue presentado en la galería Ivorypress de Madrid (España) a la vez que inauguraban la pequeña muestra fotográfica con la presencia de la artista. Una selección de nueve fotografías en formato pequeño –no superior a 31:27 cm; edición 2/3– se expone por tiempo indefinido desde el 21 de febrero en la rampa del Ivorypress Space, sección de la sala que dirige Cristina Giménez dentro de la iniciativa Ivorypress Art + Books fundada por Elena Ochoa a raíz de su editorial homónima. El espacio, diseñado por el arquitecto Norman Foster en lo que fuera una antigua imprenta, acoge exposiciones, conferencias y eventos culturales.

¿Por qué fotografiar a un arquitecto y en qué condiciones hacerlo? El trabajo de von Kruse es una intervención en el debate promovido por Paul Virilio sobre la relevancia que ha ido tomando la figura del arquitecto en cuanto a agente sensible al desarrollo de las nuevas formas de representación cultural y la realidad socio-política del momento. En este sentido podríamos decir que el retrato traslada una actitud y ayuda a contextualizar en su época, sus condiciones y su discurso a cada uno, por ejemplo: Zaha Hadid, prominente arquitecta angloiraquí de la corriente del deconstructivismo, posa con seguridad dando media vuelta y sonriendo a cámara; el suizo Peter Zumthor no mira al objetivo directamente sino que observa un horizonte fuera de encuadre; el portugués Álvaro Siza transmite experiencia y serenidad fotografiado desde una perspectiva que remarca los pliegues de su cara; el holandés Rem Koolhaas presiona el dedo índice derecho sobre su labio inferior entre pensativo y desafiante.

Lejos de plantear el retrato como una elaboración del recuerdo, von Kruse propone una imagen compuesta fundamentalmente de un gesto, aquel característico de la persona que posa frente a la cámara, más allá de sus cualidades físicas o a través de ellas. Sin pretensión de objetividad el ojo fotográfico de la alemana realiza la valoración profunda y personal que marca la diferencia de su punto de vista y que a priori puede parecer anodina por excesivamente sobria. Jugando con los grises y los contrastes, siempre bajo luz natural, logra una intimidad y proximidad difícil de conseguir cuando se apuesta por el crudo blanco y negro. Tal vez ese sea el reflejo que vemos tras la mirada de cada arquitecto, un espacio interior lleno de luces y sombras.

© Ingrid von Kruse