3 diciembre, 2016
por Arquine
“Fue por el año de 1944 o 1945, cuando el maestro Rivera compró un terreno extenso anexo al pequeño pueblo de San Pablo Tepetlapa, cerca de la colonia Coapa, en la zona norte del Pedregal. En este sitio proyectó y construyó un edificio para conservar y mostrar su gran colección de piezas prehispánicas. Empezó el maestro a levantar los muros de este museo que lleva ahora el nombre de Anahuacalli y me llamó para que le ayudará con la parte técnica de la construcción. Muchas veces cambió de idea el maestro, tanto en la localización de los muros como en la forma de la arquitectura; pero hizo todo a su gusto, lo que según él era una expresión de arquitectura actual que tenía como base la prehispánica. Muros inclinados en las fachadas, grandes macizos sobresalientes y muchos elementos empleados eran formas que elaboraba en su imaginación. No creo que este tipo de arquitectura basada en la arqueología, en la idea de un renacimiento del arte prehispánico, sea hoy factible por sus imposibles adaptaciones a las necesidades del presente. Mi trabajo en ayuda a Diego fue, más que otra cosa, como supervisor e ingeniero.”
Eso escribió Juan O’Gorman en sus memorias. El Museo Anahuacalli se terminó en 1963, tras la muerte de Rivera. Ruth, su hija y también arquitecta, y O’Gorman, se hicieron cargo de terminar las obras. Se inauguró en 1964. Las imposibles adaptaciones a las necesidades del presente de las formas y los materiales elegidos por Rivera habrán sido un reto, acaso el mayor, para los participantes en el concurso para remodelarlo, en el que participaron Felipe Leal, Bernardo Gómez Pimienta, Tatiana Bilbao y el Taller de Arquitectura de Gabriela Carrillo y Mauricio Rocha, que resultaron ganadores. El jurado estuvo compuesto por los arquitectos Francisco Serrano y Jose Luís Cortés, Ramiro Martínez, director del Museo Amparo, en Puebla, y Agustín Arteaga, ex director del Museo Nacional de Arte, entre otros.