19 septiembre, 2019
por Arquine
El balance que se hizo desde las primeras horas después de los dos sismos por parte del INAH, del INBA y la Dirección General de Monumentos, todos de la Secretaría de Cultura, fue un universo de 2,340 inmuebles dañados, de los cuales el 92% es arquitectura religiosa de los siglos XVI al XIX, y en menor medida sitios arqueológicos y arquitectura de carácter relevante de los siglos XX y XXI. El desastre rebasó las capacidades de las instituciones de este país y los institutos de la Secretaría de Cultura volcaron todo su personal al campo para realizar diversas acciones. Primero, se tuvo que hacer un registro, verificación y clasificación de los daños con el objeto de darle dimensión y escala a las afectaciones. Luego, siguió prever medidas de seguridad y de apuntalamiento.
Hay que apuntar que, además de los 2,340 inmuebles afectados, también resultaron dañados bienes muebles, pintura de caballete, escultura, pintura mural, retablos, archivos, mobiliario antiguo, etcétera. Más de 10,000 bienes resultaron afectados en total y cerca de 4,000 registraron daños, y el resto tuvieron o tienen que ser resguardados durante las obras de restauración. Si bien ya habíamos enfrentado, en épocas recientes como el 85 y el 99, terremotos por supuesto que importantes –en el segundo logramos restaurar más de 1,500 bienes inmuebles en su totalidad en un plazo de dos años– el daño, en cantidad y gravedad, fue mucho menor. En esta ocasión, además de la extensión territorial, el número de bienes afectados y la dimensión del daño fue mucho más grave: más del 20% de los inmuebles resultaron afectados con daños severos, es decir, colapsos de elementos estructurales que ponen en riesgo la estabilidad del inmueble, y un 60% con daños moderados: grietas y fracturas y desprendimientos y colapsos de elementos decorativos que no ponen en riesgo la estabilidad del inmueble. Otro 18% son daños menores.
Los inmuebles con valor patrimonial y cultural demandan una respuesta especializada de parte los organismos gubernamentales cuando se trata de evaluar los daños provocados por un sismo. Además de las estructuras y de los refuerzos que éstas necesitan, dichos edificios albergan elementos ornamentales que tienen que considerarse para su reparación. Arturo Balandrano, Director General de Sitios y Monumentos del INAH, conversó con Arquine sobre las metodologías, retos y planes para la reconstrucción del patrimonio arquitectónico los sismos de septiembre del 2017.
Por su naturaleza, en el caso del patrimonio cultural, la recuperación y restauración puede resultar más compleja que en otros sectores, como salud o educación. Hay algunos inmuebles en la zona oriente del Estado de México donde colapsó el 40% de la estructura del inmueble. Aun así, la posibilidad de hacer una reestructuración restituyendo los valores patrimoniales a través de procesos de restauración que permitan mantener la integridad y la autenticidad de los bienes es factible. Para poder hacerlo, lo primero que necesitábamos era identificar los daños y trazar metodologías que nos permitieron sistematizar su reconocimiento, tomadas de las experiencias italianas. Entonces, nos dimos a la tarea de conseguir recursos. Primero, buscamos los del Fondo Nacional de Desastres Naturales que estableció el Gobierno Federal. Las reglas de operación del FONDEN preveen que se soliciten recursos en un plazo de 30 en los cuales integrar un expediente explicando el daño, cómo se va a recuperar y el costo. Tuvimos que elaborar en esos primeros 30 días después de ambos sismos los expedientes, para lo que fueron a campo todos nuestros especialistas. Se subieron 1,542 expedientes al FONDEN, lo que nos garantizó la posibilidad de utilizar 6,000 millones de pesos. El resto de los 2,340 lo manejamos a través del seguro que el INAH contrató después del terremoto de 1999. Logramos recuperar de la aseguradora un monto de un poco más de 5,000 millones de pesos.. Insisto en la diferencia con otros sectores en donde el trabajo es demoler y reconstruir, pues estamos trabajando con los especialistas de todo el país, tanto de instancias gubernamentales como con empresas privadas. En esto también enfrentamos un problema muy grave por el limitado mercado de empresas dedicadas a la restauración en nuestro país. Contando con un catálogo de monumentos históricos de más de 117,000 y más de 300, 000 sitios arqueológicos en el país, existen 420 empresas especializadas registradas.
Ya garantizados los recursos estamos trabajando en la elaboración de los proyectos. Hemos restaurado y entregado hasta ahora más de 820 monumentos. Nos han preguntado por qué vamos tan lentos. Respondemos que no vamos lento sino con el ritmo que el patrimonio requiere. El patrimonio requiere de una atención muy especial, requiere de investigación histórica, de investigación técnica, de análisis químicos, estructurales y de resistencia de materiales.
En el sector cultura, ¿qué es lo que falta? El INAH atendió prácticamente la totalidad de los bienes culturales, históricos y arqueológicos a federal. El seguro que tenemos contratado nos proveyó para esos inmuebles pero nos puso trabas para cumplir con los términos de la póliza. El seguro se negó a cubrir los inmuebles que no son federales, pues la póliza indica sólo el interés legal del INAH. En términos prácticos, lo que ha sucedido es que no han pagado daños a inmuebles que son monumentos históricos de propiedad estatal, municipal, comunal, ejidal o privada. Para los cuatro sectores esta nueva administración otorgó 8,000 millones de pesos más para atender lo que hace falta. La prioridad fundamentalmente es la vivienda, con más de 5,000 millones dedicados a ese rubro. A los otros 3 sectores nos dieron a cada uno 800 millones de pesos. El tema es la eficiencia con la que tenemos que trabajar para poder ejercer esos fondos que tienen la limitante de deber ejercerce en este año. Entonces estamos en una carrera frenética para poder atender a los solicitantes de los estados, poder transferir recursos, contratar los proyectos ejecutivos de restauración y hacer las obras en los cinco últimos meses del año. Tenemos una previsión aproximada de que tendremos alrededor de 200 obras que complementan los inmuebles en que está trabajando el INAH.