Procedente de una acomodada familia vinculada al poder político y diplomático de México, Mario Pani era un cosmopolita brillante en todos los frentes. Su modelo renacentista del papel del arquitecto le permitió intervenir en todas las escalas, tipologías y temas de la profesión, imaginar la ciudad ideal, proyectar y hacer realidad las Unidades de Habitación corbusianas, codearse con presidentes de la República y socializar con albañiles. Elocuente e inteligente, Pani supo convencer en cada momento a las personas adecuadas y entusiasmar a los equipos de profesionales necesarios para llevar sus ideas a la práctica, a lo largo de seis décadas de práctica profesional en las que construyó 136 proyectos. Sólo entre 1958 y 1964 levantó más de 30,000 viviendas. Pragmático y antisolemne, luchó en todos los campos y apostó a lo grande por soluciones totales, que implican aspectos urbanos, sociales, económicos y políticos; fue el último estratega que se sentó frente al tablero metropolitano para mover las fichas que respondían a un plan. Nuevos vientos que permiten ver el proyecto del Movimiento Moderno con perspectiva histórica rescatan la urbe soñada por él para reivindicarlo como el último arquitecto visionario que creyó en una propuesta total, arropado por un discurso sin fisuras: Mario Pani, el hacedor, logró que el “mundo mejor” imaginado a principios del pasado siglo tuviera lugar en México.