Este número 76 está dedicado a la arquitectura que responde a condiciones de urgencia y que asume una posición explícita y directa ante ciertas condiciones económicas y sociales. Tras la crisis de la última década, han aparecido numerosas alternativas que se aproximan al urbanismo informal, a la recuperación de la cultura popular y a la participación de los ciudadanos. Apunta Justin McGuirk que “aceptar la ciudad informal es un factor inevitable de la condición urbana, es una lección clave que los arquitectos latinoamericanos pueden enseñarle al mundo”. Y el modelo de arquitecto activista que propone, parte de que la ciudad informal es un hecho y que la única forma de avanzar es aceptar que se trata de una pieza productiva, en funcionamiento, y no algo que hay que sustituir. Sin la tabula rasa de la modernidad, el arquitecto debe observar, mapear y experimentar con nuevos prototipos, creando acciones más que formas.