18 diciembre, 2025
por Álvaro Gutiérrez García Parra
La presentación del libro Tejer Arquitectura, dedicada a la obra reciente del estudio EMBT Benedetta Tagliabue, se realizó en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde la arquitecta italiana fue distinguida con el Premio ArpaFIL, reconocimiento otorgado a figuras cuya trayectoria ha contribuido de manera significativa al campo de la arquitectura, el paisaje y la cultura visual. Este doble acontecimiento —la premiación y la posterior presentación de la publicación— permite situar la obra de Tagliabue en una posición de consolidación y, al mismo tiempo, de revisión crítica de un nutrido corpus arquitectónico desarrollado a lo largo de más de tres décadas.
Benedetta Tagliabue, establecida en Barcelona desde finales de la década de 1980, fundó junto con Enric Miralles el estudio EMBT, desde donde se han producido algunas de las arquitecturas contemporáneas más influyentes en el diálogo entre forma, materialidad y contexto. Proyectos como el Parlamento Escocés, el Mercado de Santa Caterina, el parque de Diagonal Mar o el Pabellón de España para la Exposición Universal de Shanghái 2010 —galardonado con el RIBA International Award— integran una reflexión constante sobre el espacio público, la expresión formal y la capacidad transformadora del proyecto arquitectónico. A ello se suma la obra más reciente, como la iglesia de San Giacomo Apostolo en Ferrara, que confirma la vigencia de un enfoque donde el gesto arquitectónico está indisolublemente ligado a una dimensión cultural y social.
La presentación del libro, organizada por Arquine en ForA, reunió a diversas personalidades que han participado en su gestación o en su lectura crítica. Miquel Adrià, director de la editorial, subrayó desde el inicio que Tejer Arquitectura no adopta la estructura lineal típica de las monografías arquitectónicas. Más que una compilación ordenada cronológicamente, el libro se concibe como un tejido conceptual y narrativo en el que los proyectos dialogan entre sí a través de asociaciones visuales, gráficas y textuales. Según Adrià, esta configuración responde no sólo a una intención editorial, sino también a la naturaleza misma del pensamiento de EMBT: un pensamiento que opera de manera simultánea, transversal y profundamente material.
Tagliabue desarrolló esta idea al explicar el origen del título. El acto de “tejer”, afirmó, constituye una metáfora precisa del funcionamiento del estudio: cada proyecto prolonga al anterior, lo cuestiona o lo reinterpreta; cada dibujo, cada material o cada ensayo formal se convierte en un hilo que reaparece transformado en otras obras. De allí que el libro utilice páginas de transición en las que se superponen elementos símiles entre proyectos, evidenciando las afinidades que estructuran el imaginario visual y técnico de EMBT. La lectura del libro, por tanto, exige un acercamiento no lineal, atento a las recurrencias y a las variaciones que componen esta red de significados.
Desde la perspectiva editorial, Adrià insistió en que el libro debía expresar físicamente esta lógica. El uso del color —elemento fundamental en la producción reciente del estudio—, el sistema de encuadernación visible y la disposición dinámica de los materiales gráficos responden a la voluntad de convertir el libro en un objeto arquitectónico en sí mismo. Más que un contenedor de información, Tejer Arquitectura funciona como una extensión del método proyectual de EMBT, en el que el hacer manual, la experimentación material y la colaboración interdisciplinaria resultan esenciales.
La intervención de la arquitecta y urbanista Zaida Muxí aportó una lectura desde la teoría urbana y de género. Afirmó que Miralles y Tagliabue anticiparon, desde los años noventa, una arquitectura que colocaba a las personas en el centro, en oposición a los modelos urbanos dominantes de la época. Muxí destacó en la obra de Tagliabue la incorporación del color y los materiales como estrategias que rehumanizan los espacios y los abren a la experiencia cotidiana. Para ella, el carácter colaborativo y horizontal del estudio explica la emergencia de lo que denomina “proyectos de generosidad”, arquitecturas que articulan ciudad, memoria y futuro desde una actitud abierta y comunitaria. Asimismo, enfatizó el valor simbólico de subrayar el nombre de Benedetta Tagliabue junto a las siglas EMBT, gesto editorial que reconoce su papel decisivo en la continuidad y renovación del estudio.
Un episodio presentado como ejemplo de esta dimensión colaborativa fue la reconstrucción de la Mesa Inestable de Miralles, realizada realizada por el arquitecto de formación —con una relación excepcional con el oficio de la madera— José López (Joselo), durante la exposición de EMBT presentada en el festival MEXTRÓPOLI. El proceso, inicialmente considerado inviable, se concretó gracias a la colaboración entre Joselo, Tagliabue y el arquitecto chileno Smiljan Radić, lo que permitió reinstalar la pieza dentro de un circuito expositivo contemporáneo. La trayectoria posterior del objeto —mostrado en museos y espacios culturales— evidencia la manera en que la obra de EMBT trasciende las tipologías arquitectónicas tradicionales para integrarse en una cultura material más amplia.
El libro incorpora textos de autores diversos, entre ellos Rafael Moneo, Kazuyo Sejima, Manuela Lucà-Dazio, Ígor Pedraza y Josep Maria Montaner, así como conversaciones con figuras como Beatriz Colomina, Mark Wigley y Miquel Adrià. Esta constelación de voces se integra en la estructura no lineal del libro para ofrecer una mirada compleja y poliédrica sobre el trabajo del estudio, desde análisis históricos y críticos hasta observaciones internas sobre los procesos creativos.
La presentación concluyó con una reflexión de Tagliabue sobre la temporalidad del proyecto arquitectónico. Interrogada sobre cómo se determina el momento de concluir un proyecto en el que el proceso es tanto o más importante que el resultado en sí mismo, afirmó que, si bien existen límites prácticos y constructivos, el proceso no se detiene realmente: la arquitectura continúa transformándose una vez construida, adquiriendo nuevos significados y usos. En palabras que remiten a Miralles, un proyecto que se mantiene demasiado tiempo detenido pierde vitalidad. La arquitectura, como el tejido, se sostiene en su capacidad de evolucionar, entrelazar y permanecer viva.