10 julio, 2019
por Arquine
Al inaugurarse la muestra sobre el trabajo de Zaha Hadid Architects en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, El diseño como segunda naturaleza, en octubre del año pasado, Patrik Schumacher, siempre polémico, concedió una breve entrevista a Arquine en la que dijo:
Cuando hablo de la hegemonía del parametricismo hay que entender que el parametricismo es una gran cubierta, con muchos caminos de investigación, con respuestas locales, pero todo eso por supuesto relativo al siglo XXI: más materiales, más morfologías, adaptaciones al clima y a las condiciones locales. También ofrece muchas oportunidades para carreras individuales y personas, como en el modernismo, donde no todos eran iguales. Pienso que el parametricismo como una diversidad de morfologías y oportunidades creativas mucho más amplias que todos los otros estilos juntos. Sin embargo, hay algunos principios para buscar resonancia y continuidad en el tejido urbano y el requerimiento de trabajar con tecnologías sofisticadas contemporáneas, para hacer los edificios ligeros, para que se adapten a la orientación y no tener las mismas fachadas en todos lados. Estos principios tienen su racionalidad y generan su fisionomía, así que podemos ver si alguien es del siglo XXI o no. Eso es lo que propongo, así que no debe resultar chocante, no lo pienso como un imperialismo sino como un proyecto colectivo, una convergencia colectiva.
Este proyecto “colectivo” debiera iniciar en la academia. Al menos así lo propuso hace algunas semanas Schumacher desde su muro de FaceBook, donde acostumbra hacer públicas muchas de sus polémicas propuestas. La entrada, publicada el 27 de junio, se titula 13 tesis sobre la enseñanza de la arquitectura. A continuación traducimos las propuestas de Schumacher:
1. Las escuelas de arquitectura funcionan como escuelas de arte sin ningún plan de estudios. En consecuencia, la educación en arquitectura se separa de la profesión y de las realidades y necesidades de la sociedad tal como se expresa en programas de clientes reales (públicos o privados).
2. Demasiados profesores sin trabajo o experiencia profesional utilizan los talleres de diseño en escuelas de arquitectura como vehículos para sus propias actividades, en gran medida aisladas, con criterios de éxito a menudo altamente idiosincrásicos.
3. Es posible que los portafolios de los estudiantes, tras cinco años de estudio, no incluyan un solo diseño que pueda cumplir con los estándares mínimos esperados en una entrada a un concurso de arquitectura contemporáneo.
4. Esta es una crisis global que no puede ser solucionada solo por las universidades, ya que refleja la fragmentación y desorientación de nuestra disciplina.
5. El modelo de pedagogía que actualmente domina, el modelo de una diversidad ilimitada de experimentación, es una resaca anacrónica desde el período posterior a la crisis y el final del modernismo, cuando la disciplina tuvo que idear nuevas formas de avanzar.
6. La crisis se superará cuando la arquitectura mundial, una vez más, converja en un paradigma hegemónico y unificador que permita la investigación acumulativa, la aplicación global y luego la canonización, tal como lo logró el modernismo en el siglo XX.
7. Sólo a través de la convergencia puede surgir una nueva currícula básica y compartida, sobre la base de la cual una multiplicidad de esfuerzos de investigación acumulativos y complementarios pueden hacer una diferencia real para el desarrollo de nuevas y mejores prácticas globales de trabajo profesional y creativo.
8. El paradigma que buscamos es el parametricismo, la respuesta de la disciplina a los desafíos sociales y las oportunidades tecnológicas de nuestra sociedad de redes post-fordista con capacidad computacional. Este paradigma no tiene rivales viables y ha madurado lo suficiente como para convertirse en la mejor práctica global muy rápidamente.
9. El modelo educativo actual tenía sentido y era muy productivo durante el período inicial, en la Architectural Association y Columbia, y de hecho generó los ingredientes del parametricismo en los años 80 e incubó su desarrollo a lo largo de los 90 y principios de los 2000 como la nueva forma viable de avanzar.
10. La investigación y el diseño integrados y acumulativos tuvieron lugar y comenzaron a interactuar con la práctica. Sin embargo, en contraste con la exitosa transformación de la Bauhaus durante la década de 1920, la transformación institucional necesaria del modelo de escuela de arte a modelo de escuela de ciencias no se llevó a cabo.
11. Hay ciclos de innovación. El trabajo creativo y la cultura de la investigación y el discurso, incluidos los patrones de enseñanza y las personalidades, deben ser muy diferentes en la mitad del ciclo que al comienzo de uno nuevo. Ya no estamos en la fase infantil del nuevo paradigma. En consecuencia, nuestra cultura y modelos a seguir tienen que adaptarse. La cultura escolar de la AA puede iniciar pero no comprometerse en avanzar y trabajar a través de un paradigma. El problema es que el papel fundamental que desempeñó la AA en los años ochenta y noventa desencadenó la imitación mundial de su cultura en un momento en que estas formas de trabajo se estaban interponiendo en el camino de un mayor progreso.
12. La falta de adaptación política al post-fordismo también se opuso: la crisis financiera de 2008, la regresión política y el estancamiento económico desde entonces han impedido la hegemonía del parametricismo, al igual que la crisis de 1929, el fascismo y la Segunda Guerra Mundial habían retrasado el modernismo.
13. El friso político sobre la densidad urbana, la mezcla programática y la innovación tipológica bloquea las ventajas competitivas del parametricismo y retrasa su avance. Estas condiciones de fondo oscurecen la mala adaptación histórica de nuestra disciplina y de su cultura de enseñanza.
Sin embargo, algunas semillas robustas de una nueva escuela de arquitectura han emergido, sobrevivido y crecido dentro de la vieja escuela y apuntan a posibilidades futuras prometedoras, interrelacionadas y que se apoyan mutuamente: el Design Research Laboratory de la AA, el Institute for Computational Design y el Instituto para la construcción de estructuras y diseño estructural de la Universidad de Stuttgart, el B-Pro de la Escuela de Arquitectura de Bartlett, o el DDRC de la Universidad de Tongji.
Como ya resulta habitual con las declaraciones de Schumacher, habrá reacciones diversas entre sus admiradores y sus detractores. Habrá también quienes simplemente ignoren su propuesta asumiendo que es imposible, en la segunda década del siglo XXI, pensar en un modelo educativo para la arquitectura unificado mundialmente. Con todo, más allá de la especificidad de la respuesta —la hegemonía del parametricismo— parece que sí hay una coincidencia mayor en el diagnóstico: cierta crisis o, de menos, cierta confusión en la manera como se aprende hoy arquitectura y las expectativas que de ese aprendizaje podemos tener.