De la interconexión (y las dimensiones) al amor tácito: una conversación con Damián Ortega
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¡Felices fiestas!
10 mayo, 2016
por Mariana Barrón | Twitter: marianne_petite | Instagram: marianne_petite
Conversación con el arquitecto franco-portugués Didier Faustino cuyo trabajo explora la estrecha relación que existe entre el cuerpo y el espacio, abogando por proyectos multidisciplinares que interpelan a los sentidos y que apuestan por un arte experimental y subversivo.
Mariana Barrón: ¿Qué es Sabotaje?
Didier Faustino: Sabotaje es un proyecto para Parque Galería comprometido con el arte como implicación social. Durante la gestión del encargo me encontraba trabajando temas de migración, fronteras y movimientos sociales; propuse trabajar en torno a los conceptos de democracia y de protesta porque estaba muy interesado en cómo el espacio público y la protesta ciudadana se relacionan hoy en día.
MB: Usas la arquitectura para generar resistencia, ya sea entre formas de pensamiento o con el cuerpo. ¿Cómo relacionas esto con lo que denominas evento arquitectónico? ¿A que te refieres cuando sucede este tipo de “evento”?
DF: La arquitectura es, para mí, la forma la que se organizan los cuerpos y los flujos. Siempre hay una forma de controlar lo que sucede. Mi interés, en este caso, es producir herramientas para que flujos se auto-organicen. Es un trabajo en constante proceso.
MB: ¿Y cómo abordas estas obras que tienen connotaciones sobre el espacio público en el espacio cerrado de una galería?
DF: La ocupación del espacio público se desvanece cada día. Por eso, al trabajar en una galería, tenía que identificar los diversos espacios donde la obra debía posicionarse. La galería se vuelve el pretexto o la posibilidad de expresión. La gente me pregunta a veces la diferencia entre arte y arquitectura, la verdad es que no me interesa hablar sobre ello, lo que importa es la forma en que uno aborda las situaciones. Me interesa hacer preguntas sobre la sociedad y la política.
MB: ¿Qué podremos ver en la muestra?
DF: Algunas de las piezas de la muestra están hechas para esta exposición pero otras vienen de trabajos pasados. Por ejemplo, Future will be a Remake es una obra que realicé en Portugal y que habla del tiempo, de cómo las generaciones tienen un tiempo y un espacio cíclicos. Otro proyecto que ya había realizado es Built the Fight —realizado en la Bienal de Chicago— que son unas barricadas para protestar. Esta pieza es una posibilidad para la construcción de una barrera: una protección, un caparazón para defender a la gente de la fuerza policiaca.
MB: Expones un proyecto llamado Democracia Portátil, una instalación arquitectónica que se puede utilizar como ágora pero, al mismo tiempo, tiene una función de recubrimiento y defensa.
DF: En esta obra encontramos dos nociones, la fragilidad de hablar en comunidad, de algo que se tiene que proteger y, al mismo tiempo, la pregunta sobre cómo construir espacios cuando no existen posibilidades. Si uno habla de espacio público, parece que se está convirtiendo en algo normal no poder ocuparlo. Por ello siempre estamos atentos a su ocupación. Es la única forma de ejercer resistencia. Para mí esta característica es propia de las grandes ciudades, pero ¿qué sucede en otras partes, en el campo o en poblaciones más pequeñas donde la acción de expresarse es más peligrosa?
MB: Recientemente se ha presentado tu proyecto para Alumnos47. ¿Cómo fue el acercamiento al programa arquitectónico?
DF: Las preguntas principales eran: ¿el programa como un taller?, ¿podemos producir un edificio que esté siempre en proceso?, ¿podemos re-escribir siempre el programa?, ¿es una librería o una sala de juntas?, ¿cómo podemos producir un espacio donde lo inesperado puede suceder? La idea era hacer un espacio lleno de flujos, donde no hay entrada ni salida, donde la entrada puede ser la salida y viceversa. De cierta forma, es lo contrario a la arquitectura, ya que la arquitectura habla de control y organización. Nuestra discusión partía de la intención de producir cuevas sin control. El proyecto en sí mismo es un prototipo, un programa vacío hecho para ser ocupado. ¿Podemos producir arquitectura para ser ocupada más que para ser simplemente usada?
MB: El proyecto es una cueva, una estructura lista para ser ocupada, una especie de plataforma.
DF: Es un edificio como estructura. Estaba interesado en el concepto de filtración, cómo el sistema organiza la fragilidad o el movimiento transformándolo. ¿Cómo podemos producir movimiento a través de la fragilidad? La forma en sí misma es algo que habla sobre territorio, su geometría y sus lados diagonales son un tributo al arquitecto Claude Parent —fallecido recientemente—. Él conocía el proyecto y con él discutí sobre la generación de la inestabilidad y del peligro que el usuario pudiera sentir al adaptarse. Concuerdo con sus ideas y me parecen inspiradoras. Me gusta pensar en el espacio como una extensión. El edificio de A47 es un espacio que geométricamente tiene la posibilidad de extenderse, donde los límites no están cortados.
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