El proyecto requirió la transformación de un sanatorio de 1930, catalogado como monumento histórico, en una escuela de arquitectura. El edificio fue renovado y ampliado para albergar estudios, auditorios, una sala de exposiciones, una biblioteca y oficinas administrativas. El antiguo sanatorio se encuentra en medio del parque, en el límite de la ciudad y el campo. Tenía dos partes: un edificio largo, estrecho y orientado hacia el sur, parcialmente encajado en una ladera boscosa; y una parte norte formada por volúmenes complejos. La parte sur fue renovada, mientras que la sección norte fue demolida y recreada.

Este ejemplo perfecto de arquitectura funcionalista radical tuvo que cambiar su función radicalmente. Fue concebido para aislar a los enfermos y enfrentarlos al sur; mientras que ahora alberga a un grupo de personas que trabajan en grupos viendo pantallas de computadora y protegidas del sol.

Para preservar el espíritu racional del edificio existente y hacer de él un modelo arquitectónico coherente para los futuros estudiantes, el proyecto refuerza las características radicales del edificio histórico al tiempo que las enfrenta con las contradicciones impuestas por el presente. El edificio está aislado en un vasto paisaje. Esta relación ideal entre edificio y naturaleza se restaura en toda su claridad: el parque se ha restablecido en un solo tramo para recuperar su dimensión territorial.

El edificio Sabourin aisló a los enfermos. Hoy en día, se organiza en torno a lugares de vida comunitaria. La mayor parte de la vida cotidiana de los estudiantes se sitúa en la planta baja. Desde la entrada se puede ver la parte más animada de la escuela. En los pisos superiores las circulaciones son tratadas como bulliciosos espacios colectivos.

El sol era la razón de ser del edificio. A este principio se han aplicado nuevas características: la fachada de la entrada norte ya no es la parte posterior sombría de la entrada del sur. El sol juega allí gracias a un enorme espejo que refleja el cielo iluminado. El sol ha sido desviado.

Ademas, en los pisos superiores las circulaciones se abren a lo largo de la fachada sur, de cien metros. Sirven como un amortiguador térmico y protegen del sol a los estudios que se encuentran en la fachada norte.

Por fín, la delgadez y la gran longitud del edificio se aprovecharon como una ventaja: las circulaciones ubicadas a lo largo de la fachada sur permiten un paseo arquitectónico de cien metros donde se puede disfrutar del efecto de panorama en el paisaje.

El edificio histórico del sur cumple con los estándares sísmicos y se ha agregado una nueva estructura de acero. Produce efectos arquitectónicos que realzan la racionalidad de la arquitectura de los años 30. El edificio se transforma y conserva al mismo tiempo. La nueva ampliación se encuentra con el edificio histórico. Ambos forman un todo y apuntan a ser una lección de arquitectura.