Con la plantación de 7 hectáreas de viñedos, la Vinícola Gurdau ha renovado una tradición interrumpida durante décadas. No sólo reivindica el nombre original del pueblo de Kurdějov (o Gurdau, como se le conoce en alemán), sino también su enfoque. Los colonos germanos trajeron a la zona los avances de la vinicultura en el siglo XVI, aumentando el valor de los viñedos locales.
El trabajo de la Vinícola Gurdau también combina condiciones naturales y técnicas de elaboración perfectas, caracterizadas por prácticas sostenibles y humildad ante la naturaleza. La zona cuenta con un microclima cerrado único, pendientes muy pronunciadas y una excelente exposición. La variedad insignia de estas laderas es la Riesling, que se transforma en una amplia gama de vinos, incluidos vinos añejos, espumosos y dulces. La bodega cultiva también Veltliner verde y Pinot Blanc, igualmente de excelente calidad. En 2021 se plantaron variedades azules de Frankincense, Dornfelder y Merlot con fines gastronómicos.
El nuevo edificio que alberga esta vinícola está construido en concreto armado y tiene dos plantas. La parte subterránea se utiliza para producir, almacenar y archivar vino. La planta baja se utiliza para catas, asientos y ventas. Hay dos apartamentos disponibles para pernoctar de manera ocasional. El entorno subterráneo del edificio es tradicional para la bodega, y su concepto es totalmente contemporáneo a atemporal. La atmósfera del entorno se basa en una experiencia de belleza, refinamiento y comodidad absoluta. El uso de materiales como el concreto aparente, el vidrio, el metal, el roble y la madera de acacia es limpio y directo y apoya la forma orgánica del edificio.
Al mismo tiempo, se presta la máxima atención a la precisión artesanal y al detalle. El contacto directo con el paisaje, facilitado por grandes superficies acristaladas, amplias terrazas y un tejado a dos aguas, aporta una variedad de ambientes naturales y estaciones a la experiencia del espacio. La incrustación del edificio en el terreno crea una sensación de fondo acogedor y de fusión natural con el lugar de donde procede el vino. La vista y el aire se disfrutan desde las terrazas y la colina artificial del tejado verde. Los espacios del edificio son cambiantes y propicios para momentos sociales, así como para la contemplación tranquila ante una copa de vino.