Partiendo de una reflexión sobre el Brasil de ayer, de hoy y del futuro, la exposición Terra sitúa la tierra en el centro del debate como elemento poético y concreto del espacio expositivo. Para ello, todo el pabellón estará conectado por tierra, lo que pondrá al público en contacto directo con la tradición de los territorios indígenas y quilombolas, así como con los terreiros de candomblé.
“Nuestra propuesta curatorial se basa en pensar Brasil como tierra. Tierra como suelo, abono, suelo y territorio. Pero también tierra en su sentido global y cósmico, como planeta y casa común de toda la vida, humana y no humana. Tierra como memoria, y también como futuro, mirando al pasado y a la herencia para ampliar el campo de la arquitectura frente a las más acuciantes cuestiones urbanas, territoriales y medioambientales contemporáneas”, afirman los comisarios Gabriela de Matos y Paulo Tavares.
Elementos de la vivienda popular brasileña ya están presentes en la exposición a la entrada del pabellón, en contraste, con los rasgos modernistas del edificio, como las vallas con el símbolo sankofa, perteneciente a un sistema de escritura africano llamado Adinkr del pueblo akan de África Occidental, muy utilizado en los diseños de vallas y que puede verse en la mayoría de las ciudades brasileñas, y que significa “mirar el conocimiento de nuestros antepasados en busca de construir un futuro mejor”.
La primera galería se llama “Descolonizando el Canon”, cuestionando el imaginario que rodea la versión de que Brasilia, la capital de Brasil, fue construida en medio de la nada, ya que los indígenas y quilombolas que habitaban el lugar fueron expulsados de la región desde el período colonial, siendo finalmente empujados a las afueras con la imposición de la ciudad moderna. Así, lo que se pretende exponer es una imagen territorial, arquitectónica y patrimonial más compleja, diversa y plural de la formación nacional y de la modernidad en Brasil, presentando otras narrativas a través de la arquitectura, los paisajes y el patrimonio desatendidos por el canon arquitectónico.
Con múltiples formatos, las obras que llenan la galería van desde la proyección de un trabajo audiovisual de la cineasta Juliana Vicente, creado junto con la curaduría, encargado para la ocasión, hasta una selección de fotografías de archivo, organizada por la historiadora Ana Flávia Magalhães Pinto, pasando por el mapa etnohistórico de Brasil de Curt Nimuendajú y el mapa de Brasilia Quilombola, un mapa encargado especialmente para la exposición.
La segunda galería, denominada “Lugares de origen, arqueologías del futuro”, nos recibe con la proyección del vídeo de Ayrson Heráclito de 2015 “El temblor de la Casa de la Torre y el temblor de la Casa de los Esclavos de Gorée” y se centra en los recuerdos y la arqueología de la ascendencia. Ocupada por proyectos y prácticas socioespaciales de los saberes indígenas y afrobrasileños sobre la tierra y el territorio, la curaduría parte de cinco referencias esenciales: La Casa de Tia Ciata, en el contexto urbano de la Pequeña África en Río de Janeiro; la Tava, como los guaraníes llaman a las ruinas de las misiones jesuíticas en Río Grande do Sul; el complejo etnogeográfico de terreiros en Salvador; los Sistemas Agroforestales del Río Negro en la Amazonia; y la Cascada de Iauaretê de los Tukano, Arawak y Maku.
La exposición demuestra lo que varias investigaciones científicas demuestran: que las tierras indígenas y quilombolas son los territorios más preservados de Brasil y, por tanto, apuntan a un futuro post-cambio climático en el que la “des-colonización” y la “descarbonización” van de la mano. Sus prácticas, tecnologías y costumbres vinculadas a la gestión y producción de la tierra, al igual que otras formas de hacer y entender la arquitectura, se sitúan en la tierra, son igualmente universales y llevan en sí mismas el conocimiento ancestral para resignificar el presente y diseñar otros futuros, tanto para las comunidades humanas como para las no humanas, hacia otro futuro planetario.