El nuevo Teleclub Bécquer actúa como lugar de reunión diario de los vecinos de Noviercas. El edificio, ganador de un concurso de proyectos, sustituye al único bar que desde 1970 alojaba la primera televisión de este pueblo del noreste de Soria, hoy parte de la España vacía.
Como pieza urbana, se sitúa en el centro de la plaza: al borde de la antigua carretera y rodeado por dos calles que llevan hacia el torreón árabe, el ayuntamiento y la iglesia. Presenta dos naves macladas en “L” que, manteniendo la huella, el uso y la volumetría del edificio anterior, están concebidas para dotarlo de gran flexibilidad. Los dos espacios principales están configurados para que su uso pueda ser independiente o conjunto, pudiendo llegar a acoger a todos los habitantes. Correderas, tabiques móviles y puertas permiten la prolongación de éstos espacios principales hacia los colchones térmicos; unos espacios intersticiales que, además de favorecer el comportamiento térmico, generan un desahogo espacial diluyendo la división entre plaza y edificio, prolongando las actividades hacia la plaza.
El confort térmico ha sido determinante para dar forma al edificio. Situado a +1.095 msnm en un lugar de nevadas invernales y constante cierzo frío. Se ciega a norte para protegerse del viento y se abre a sotavento, al sur, para sacar provecho de la abundante radiación solar mediante dos colchones térmicos (SE y SO); Se construyen duplicando la piel de los salones con otra piel de policarbonato que genera unos espacios de estancia con un rol térmico fundamental: En invierno actúan como captadores solares, el aire exterior es pre-calentado por el sol para minimizar el salto térmico con el que el aire limpio accede al sistema de climatización, que además cuenta con recuperadores de calor. En verano, evitan el sobrecalentamiento gracias a su geometría y a su capacidad de auto-ventilación, también pueden abrirse completamente actuando de terraza cubierta que protege del sol mientras permite el paso la ventilación cruzada a través de todo el edificio, favorecida además por los vientos dominantes.
Gracias a los colchones, los controlados huecos y el lucernario se consigue introducir una gran cantidad de luz natural que, reflejada en el hormigón de forjados y pavimento, refuerza la geometría de los espacios dotándolos de una calidez acogedora. Por la noche, el papel de la luz se invierte y los policarbonatos convierten al edificio en un elemento faro que llama la atención sobre el principal lugar de reunión del pueblo.
Situado en el área de influencia de la arquitectura mudéjar de Borja, Tarazona o Calatayud, se ha prestado especial atención a su integración tanto paisajística como culturalmente. Por ello, recupera el uso del ladrillo aplantillado con llaga ancha enrasada en la parte baja de las fachadas, desde el contacto con el suelo hasta los 2,70 m de altura configurando los muros sobre los que se apoya la cubierta. Ésta se entiende como una “carcasa” resuelta mediante tejas mixtas que cuya linealidad se prolonga y da la vuelta en vertical mediante el aparejo sin trabar de ladrillos lisos del mismo color para dar homogeneidad a la cubierta.
En el interior es la estructura la que potencia y evidencia el orden. Se ejecuta mediante forjados de nervio in situ de hormigón que muestran unas rítmicas costillas inclinadas en las naves y horizontales en los colchones. Tienen un papel subrayador las luminarias, suspendidas flotando en el plano virtual que a 2,70 separan los dos estratos. Por último, la utilización de un único pavimento continuo de hormigón acentúa el carácter flexible y extensible de todo el edificio.