Este edificio de 51 viviendas públicas, forma parte del conjunto Illa Glòries, surgido del concurso del Instituto Municipal de la Vivienda y Rehabilitación de Barcelona. Esta propuesta fue galardonada con el primer premio y por ello obtuvo el encargo de redactar el Plan de Mejora Urbana que regularía la totalidad de la manzana, así como el desarrollo del proyecto arquitectónico de una de las cuatro piezas que la componen. La Comunidad Habitacional apuesta por la vivienda colectiva mediante un sistema de accesos que fomenta el sentimiento de comunidad y garantiza una transición respetuosa entre los espacios públicos y privados. Así pues, desde la calle se accede al gran patio de manzana, donde los vecinos comparten un espacio de ocio y esparcimiento equipado con bancos y una gran diversidad de vegetación.
El espacio de las pasarelas, entre la comunidad y el entorno doméstico, se proyecta generoso, con la mejor orientación solar para fomentar su uso y con perspectiva de género. Su condición colectiva lo convierte en un lugar del que todos son responsables, aunque se respeta la intimidad de las viviendas gracias a los espacios vacíos respecto a la fachada interior. Lejos de conformar un recorrido lineal, la pasarela se dilata en los espacios de acceso a las viviendas, donde la cocina se abre a ella, subrayando la importancia de lo doméstico en la comunidad. Este espacio exterior también forma parte de la casa: un lugar para salir a comer, leer o charlar.
La sociedad ha evolucionado y ha roto con el monopolio del núcleo familiar tradicional. La Comunidad Habitacional plantea un espacio neutro y homogéneo compuesto por habitaciones donde los límites del piso no están preestablecidos, lo que permite varias configuraciones. Se trata de una vivienda versátil, capaz de adaptarse a los cambios en las necesidades del inquilino de manera reversible. Por ello, el núcleo tipológico se basa en un cuadrado dividido en cuatro partes iguales y una rótula central rotada 45° que organiza los espacios y multiplica las conexiones. En la fachada sur se encuentran la cocina y la entrada, lo que dignifica unos espacios que habitualmente están condenados a ser zonas sin luz ni ventilación natural. La colocación de rótulas en las intersecciones permite multiplicar las conexiones y generar visuales en diagonal. La ambigüedad y equivalencia de las habitaciones es relevante. Con el fin de desjerarquizar las estancias, se ha definido una superficie adecuada tanto para las salas de estar como para los dormitorios, de modo que distintas funciones puedan tener cabida en el mismo espacio.
El proyecto aborda una estrategia medioambiental completa que responde a cuatro aspectos principales: la eficiencia energética, el ciclo del agua, el ciclo de vida delos materiales y la salubridad del edificio. Una de las principales apuestas es que to-das las viviendas sean pasantes. Con esta premisa, se logra que, desde el interior delos pisos, sea posible observar hacia direcciones opuestas y, por lo tanto, recibir elasoleamiento de dos orientaciones. Además, se garantiza el confort térmico de formapasiva en las estaciones calurosas, que son la mayoría en Barcelona.