Entendiendo el paisaje circundante como el elemento mas importante del proyecto, todas las decisiones arquitectónicas y espaciales se tomaron para preservar y exaltar los ecosistemas presentes en el lugar. Una serie de volúmenes compactos situados a lo largo del perímetro de la parcela forman un patio central con un jardín xerófito de 10’000 m2.
Esta tipología, también típica de las Misiones de las Californias, fue desarrollada por los Jesuitas españoles en el siglo XVIII en busca de protección de la naturaleza. En Paradero, este precedente histórico se invierte, teniendo una fachada prácticamente cerrada hacia el jardín y abierta hacia el paisaje, de manera que cada suite goce de una relación sin obstrucciones con el paisaje. Más allá de ser sólo contemplativo, el jardín central articula zonas comunes como el Lobby, el restaurante y el spa.
Todas ellas ubicadas en estructuras de concreto completamente abiertas. La única amenidad fuera del jardín es la piscina, que se encuentra en un deck en forma de media luna que se extiende virtualmente sobre el desierto. El acceso a las suites se realiza a través de una serie de senderos dentro del jardín. Las fachadas que dan a estos senderos están compuestas de forma que su escala y abstracción no revelen lo que espera detrás. Una vez dentro, los huéspedes descubren una secuencia cuidadosamente organizada de espacios interiores/exteriores que obligan al huésped a tener un contacto directo con los diferentes paisajes colindantes. Por otra parte la orientación y configuración de las suites, les permiten tener una temperatura de confort la mayor parte del año de manera pasiva, reduciendo significativamente su consumo de energía.
El proyecto está construido con concreto beige acentuado por detalles de madera, metal y textiles que se mezclan tanto en el interior como en el exterior con la paleta cromática del entorno, dando la impresión de que el proyecto emerge por completo del paisaje.