Con el apoyo de Gerdau Corsa
La Palapa Gastronómica es el proyecto ganador del Concurso Arquine No.22 para el diseño del Pabellón MEXTRÓPOLI 2020. Una pieza concebida para la Alameda Central, pero que debido a la crisis sanitaria por Covid 19 se guardó en el taller de La Invencible, y finalmente se montó en el Complejo Cultural Los Pinos.
Palapa Gastronómica: un lugar polisémico temporal una secadora de chiles pública una catedral de sonidos y colores una mesa colectiva de convivencia
Octavio Paz describe cómo a través del arte de cocinar podemos hablar de identidad cultural. Lo que comemos y cómo nos relacionamos con los alimentos y los recursos que tenemos hoy define un debate cultural e histórico. Fabricado íntegramente por chiles secos, el secador de forma triangular está construido con una serie de arcos de acero que forman un techo de paja invertido que actúa como una palapa comunal.
Miles de racimos de chiles se convierten en los elementos principales para informar la materialidad del pabellón. Se unen progresivamente a cada arco de acero, creando una secuencia colorida por la que caminar. La entrada más baja se encuentra a 2,50 m del suelo, mientras que el pico está a 6,5 m. La superficie total del pabellón supera los 100 metros cuadrados.
Los chiles suspendidos (zacates rojos y racimos de chiles) definen un claustro abigarrado donde destellos de luz dibujan sombras en el suelo, invitando al visitante a olores y colores en contraste con los árboles que lo rodean.
A lo largo de los días, el chile se volverá quebradizo al tacto y sus semillas se escucharán en el interior cuando se agite. El espacio resguardado se comunica con su entorno a través de una serie de mesas. La mesa como medio para conectar el interior y el exterior, proporcionando un terreno fértil para reuniones espontáneas. La palapa gastronómica es una arquitectura para consumir corporalmente.
¿Qué los motivó a participar en el Concurso Arquine? ¿Cómo llegaron a la propuesta que ganó la edición del Pabellón MEXTRÓPOLI 2020?
Lorenzo Perri: Nos gusta mucho la escala del concurso, te permite trabajar en una propuesta espacial y arquitectónica, que puedes entender también como utilería habitable. Además, teníamos mucha curiosidad por México, yo nunca había venido, y Sabrina vino una vez y siempre habla de cosas buenas. Lemonot empezó en Bolivia, así que América Latina ha sido crucial para el desarrollo de lo que hacemos.
Sabrina Morreale: Cuando leímos las bases del concurso, buscábamos referencias de lo que ya se había construido. Rápidamente nos sedujo la idea de trabajar con chiles, un producto local. También pensábamos mucho en el color. Crear un espacio que no estuviera completamente cerrado, y combinar los conceptos de lo ordinario y cotidiano con un lugar sagrado, que cuando uno entra siente una áurea de calma en medio de la Ciudad de México.
Lorenzo Perri: Cuando participamos en un concurso, nos pasa que queremos hacer un espacio que está hecho de comida, un espacio que tiene las características que Sabrina comenta, y encontramos un concurso que encaja con esto. MEXTRÓPOLI fue exactamente eso.