El principal estadio de béisbol de México, inauguró en Marzo de 2019 con más de 13,000 asientos cubiertos y 7,000 asientos sin techar.
Ubicado dentro del complejo deportivo de Magdalena Mixhuca, un parque deportivo que se usó durante los Juegos Olímpicos de 1968, y contenido dentro del Autódromo de Fórmula Uno, en lo que fuera una compleja zona de la Ciudad de México, el nuevo Centro Deportivo Alfredo Harp Helú hogar de los Diablos Rojos de México apunta a equilibrar ese contraste, integrando una plaza pública que rodea parte del estadio y funge como una gran arena pública, donde el espacio abierto es tan importante como el espacio construido.
La procesión desde los terrenos del Estadio Diablos a través de la gran explanada de acceso hasta el estadio de béisbol presenta el espíritu de un templo mesoamericano.
Diseñado con materiales locales del Valle de México e inspirado en su materialidad y su geometría básica en formas prehispánica, el diseño a nivel de plaza tiene referencias específicas a la cancha del antiguo juego de pelota mesoamericano y enfatiza la conexión entre el inframundo y el cielo. Por otro lado, la plaza tiene como objetivo albergar un mercado en el que los miembros de la comunidad cercana vendan sus productos, expandiendo el mercado laboral de la comunidad local.
Cuando el espectador se acerca a la gran entrada, se enfrentan a seis pirámides truncadas revestidas en paneles prefabricados a base de roca volcánica, una vez dentro, un anillo conecta todos los asientos y funciones subyacentes en una experiencia con vistas sin obstáculos al campo.
Los volúmenes piramidales truncados soportan la cubierta, albergan las funciones de soporte y proporcionan terrazas al aire libre como alivio de las actividades que se realizan en el campo.
El estadio expresa apertura a la comunidad a través de una cubierta modular, que se extiende para recibir a los visitantes, brinda refugio para las funciones de soporte y protege a los espectadores durante el juego. Su forma asemeja a la lanza del tridente del equipo y se diferencia drásticamente de la geometría predecible de la cubierta que tradicionalmente ha definido los estadios de béisbol en todo el mundo.
El proyecto busca la materialización de este concepto dentro de la cultura mexicana en el que se fomenta un fuerte compromiso social, incorporando las tradiciones locales y respetando las condiciones naturales existentes.
De este modo, el proyecto muestra una comprensión inherente de cómo las personas experimentan el espacio, creando una fuerte conexión con la ciudad, a través de un anfiteatro abierto y una cubierta ligera y de grandes claros.
El diseño desafía el arquetipo de las instalaciones deportivas y reúne a una comunidad diversa.