Trasladarnos de un punto a otro es un acto intuitivo y natural, no solo del ser humano, sino de todo ser viviente. Ir a dónde necesitas o quieras, generar siempre un recorrido.
Notamos que algo se avecina por percepción, un ejemplo es cuando va a llover y las nubes densas están avanzando hacia nosotros; pero percibir que un espacio tangible se acerca a nosotros es imposible imaginarlo. Aquí es donde el pabellón itinerante logra su objetivo, el cambiar la manera de observar el efecto de distancia; estar en movimiento sin estarlo, alejarse de un punto para acercarse nuevamente, sin la necesidad del desplazamiento corporal.
Mediante una estructura liviana ( rodajas de hule, tubos de cobre y tubería de pvc, flotando con globos llenos de helio) se lograba el movimiento aleatorio gracias al efecto de empuje que el viento ejerce sobre los globos, teniendo como tope un poste central que delimita el área de acción del pabellón.