La costa peruana es manifiesto de una cultura ancestral que supo habitar el desierto, convivir con su territorio y adaptarse a sus condiciones climáticas. El Santuario de Pachacamac, en la costa de Lima, es un lugar en donde la arquitectura prehispánica nos conmueve por su silencio y escala, en donde la relación con el entorno se define a partir de extensos trazos que fueron organizando la ocupación a través del tiempo.
Por su materialidad y territorio, las estructuras de barro se funden con la arena del desierto, borrando sus límites, difuminándose en la mirada. Se evidencia así la necesidad de un museo de sitio que interprete y articule el Santuario.
El proyecto del Museo de Pachacamac nace desde su relación con el territorio, de su trazo topográfico y de la posibilidad de erigirse como mediador con el paisaje. El edificio se adapta al territorio direccionando la mirada, reforzando la relación con las preexistencias en el lento andar.
Se proyecta desde el vacío de sus recorridos, y tiene espacios exteriores que se jerarquizan en su necesidad de enmarcar los templos prehispánicos, conectando al visitante con el paisaje sagrado. El proyecto del museo se vive desde la experiencia de su recorrido exterior, es mediante la deriva que el visitante comienza a estructurar el Santuario.
Los volúmenes se pliegan en un gesto telúrico; se afectan para posibilitar las conexiones, para introducir las rampas y asomar la mirada. El nuevo edificio se plantea desde la necesidad de no irrumpir en el Santuario. De manera consciente se evita introducir cualquier composición de vanos y perforaciones, procurando no competir con las estructuras preexistentes. Los volúmenes se afectan desde umbrales o destajos que construyen una tipología de la sombra.
El museo se coloca en una actitud débil ante su entorno, la escala se manipula en complicidad con la topografía y los desniveles del terreno para no irrumpir en el lugar. Es sólo al bajar a la plaza de encuentro en donde el edificio se devela en su escala total. Desde una gramática alterna, el nuevo edificio establece una dialéctica con el Santuario habitándolo al mismo tiempo.
El Museo de Pachacamac manifiesta un profundo respeto por el territorio sacralizado en donde se inserta y se manifiesta a su vez como una capa de estratificación más en el largo proceso de transformación del Santuario.