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Obras

Museo Anahuacalli

Museo Anahuacalli

Nombre del proyecto

  • Museo Anahuacalli

Arquitectos

  • Taller de Arquitectura |Mauricio Rocha

Página web

  • tallerdearquitectura.com.mx

Ubicación

  • Ciudad de México

Fotografía

  • Rafael Gamo

Fecha

  • 2021

 

 

El área del Pedregal, dentro de la Ciudad de México, siempre ha despertado en los artistas el sueño de crear algo que se convierta en uno con la belleza del sitio. Las curvas de estas rocas derretidas dibujan un paisaje único, lleno de rincones mágicos y secretos ocultos que parecen estar siempre en movimiento. El Anahuacalli se asienta sobre la intrincada topografía que alude a la arquitectura monumental precolonial, construyendo terrazas en el paisaje que generan plazas, límites y fugas en el horizonte.

El nuevo proyecto del Museo Anahuacalli responde a estas cualidades del sitio, haciendo una extensión que parecería nacer del sueño de la “Ciudad de las Artes” de Diego Rivera, considerando que a medida que el terreno se transforma, surgen nuevas plazas, senderos, límites y rincones escondidos, con nuevas miradas hacia este hermoso paisaje.

La plaza como elemento urbano siempre ha sido un lugar de reencuentro, donde la gente comparte, expresa, muestra y en ocasiones negocia. El proyecto toma como referencia la composición de las ciudades mesoamericanas: plazas, caminos, cercanía y apertura que se repiten una y otra vez en el tejido de su trazado. Estas áreas siempre están contenidas y, al mismo tiempo, conectadas con el resto de la expansión urbana, vinculando el espacio construido con su paisaje, generando ventanas a su contexto.

Bajo esta idea, se crean espacios positivos y negativos en este pequeño sitio urbano, componiendo nuevas experiencias, contención, espacios de convivencia y posibilidades de vincular a las personas con el paisaje del sitio.

Y así, el edificio se convierte en la contención del paisaje; con volúmenes que viven hacia el espacio exterior y celebran tanto el contexto construido como el natural. La arquitectura se convierte en una pieza paisajística, transformando la roca del sitio en un elemento etéreo.

Dentro del terreno de Anahuacalli, un reservorio ecológico se conserva casi intacto desde hace mucho tiempo. El sueño de Diego Rivera era crear una Ciudad de las Artes en este lugar, donde se pudiera promover el trabajo artesanal y fomentar las artes. Hoy en día, tener la oportunidad de diseñar un edificio dentro de un territorio rocoso intacto es tanto un privilegio como un desafío, y como tal hay que tratarlo con el respeto y la atención que se merece.

El programa se propone pensando en la forma en que se colocan los edificios preexistentes. Se reduce a tres usos: espacios expositivos, urbanísticos y de uso público. El proyecto plantea una extensión a estos usos, agregando talleres que antes se reducían a un aula, dando dignidad a las áreas de planificación y regalando al público la experiencia de visitar un edificio de acopio de colecciones y ser testigo de su grandeza.

Siguiendo este planteamiento, se analizan usos, circulaciones, conexiones y requisitos para cada edificio, proponiendo una distribución que persigue una lógica funcional y operativa. Como tal, los edificios de mantenimiento y planificación se mantienen juntos para facilitar el funcionamiento del museo. Por otro lado, se agrega una nueva área expositiva, que se relaciona con dos edificios preexistentes: la biblioteca y la galería. Los espacios públicos están situados cerca de la plaza principal y el edificio de talleres cierra la distribución general.

El programa agregado tiene una relación armónica con los edificios originales, tanto en altura como en circulaciones, lo que permite la perseverancia del patrimonio. Las circulaciones mantienen el mismo nivel en todo el sitio, lo que las vuelve eficientes y permiten el juego con la topografía, creando diferentes patrones dentro del paisaje.

Así como los edificios preexistentes utilizaron la roca del terreno en su construcción, la ampliación toma este material y lo utiliza de manera diferente. En el nuevo proyecto, se convierte en un material etéreo, que levita sobre un mar de lava, que contrasta con la expresión masiva de los edificios históricos. La expansión deja la roca en el aire, elevándola sobre el paisaje natural, permitiendo que la naturaleza gobierne los espacios debajo de los edificios.

Las columnas de basalto toman un gran protagonismo en la intervención componiendo los espacios y su relación con la luz. Se convierten en la piel con la que se conforman otros volúmenes, permitiendo que la comprensión de la arquitectura sea un gesto flotante que se posa sobre la complicada topografía. Este envolvente está compuesta por placas de roca verticales impuestas unas sobre otras, con elementos de acero en su interior que se convierten en estructurales en la composición del edificio. El espacio negativo entre cada elemento varía entre edificios, por lo que la luz se difunde según los requisitos de cada edificio.

La configuración genera un juego de luces y sombras, y líneas visuales que se adapta a la geometría general de los edificios y el paisaje. El museo se convierte en una introspección vivida hacia el espacio exterior.

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