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¡Felices fiestas!
Ubicado en el corazón de la Colonia Roma Norte, el restaurante se encuentra en uno de los barrios más populares de la Ciudad de México. El local es una peculiar casa de 1980 que destaca por su distintiva fachada de ventanas ovaladas y un par de viejos árboles que permiten entrever una pequeña parte del edificio desde la calle. Meroma tiene un área de 160 m2 dividida en tres espacios principales, cada uno muy diferente al otro, creando diversas atmósferas en un mismo lugar. La radical intervención sobre la antigua casa estuvo a cargo de OPA -Oficina de Práctica Arquitectónica- liderada por Rosalía Yuste y Diego Mañón, quienes trabajaron en una propuesta de diseño guiada por las necesidades y el concepto que los chefs tenían en mente para su restaurante.
La planta baja es un espacio autónomo que nace desde la banqueta. Aquí, se encuentra el elemento más dramático del lugar: una enorme barra de terrazo. En su contacto con la calle, la barra genera un espacio intermedio y permeable que invita a los transeúntes a acceder a él. También funciona como un espacio de transición hacia el salón principal. La banca del área del bar está formada por una estructura de madera de donde sobresalen los asientos, invitando a los comensales a tomar uno de los cócteles que ofrece el barista. El contraste de los materiales principales implementados en este espacio crean una sensación de equilibrio.
En el primer nivel, la estancia principal se encuentra dispuesta para alojar a 35 personas. Este compacto espacio se configura con el mínimo de elementos constructivos y detalles de iluminación. Aquí, el principal elemento es la luz natural que entra por el domo de vidrio y que a su vez está cubierto con el follaje de la vegetación exterior. El resultado es un plafón de cristal envuelto con hojas caídas. El mobiliario está dispuesto cuidadosamente de tal manera que se crea una circulación fluida tanto para los comensales como para los meseros.
Al fondo de la estancia principal se encuentra la terraza, siendo este el único espacio al aire libre del restaurante. La flexibilidad de este espacio permite a 16 comensales disfrutar de un espacio exterior rodeado de árboles, adaptando los distintos elementos móviles según el clima y las necesidades de los mismos. Las mesas de la terraza se encuentran cubiertas con vidrio verde que refleja la vegetación, mientras que los materiales de las paredes y la madera reutilizada crean un ambiente distinto al de los espacios interiores.
Cada espacio tiene mobiliario que está diseñado específicamente para los diferentes ambientes y estuvo a cargo del estudio Comité de Proyectos. Los materiales y la paleta de colores se establecieron especialmente para acompañar los elementos arquitectónicos y el mobiliario designado. El terrazo se manejó en tonos rosa, verde y hueso y los booths fueron recubiertos con una tela verde menta sobre una estructura de madera reutilizada. Las mesas de la estancia principal tienen una estructura que juega con las vetas de madera huacanaxtle para crear figuras geométricas en sus juntas. Dentro del mobiliario encontramos otra tipología de sillas que fue diseñada particularmente para el restaurante en madera de roble blanco y tela gris claro. La curvatura de los respaldos se previó para conservar una circulación óptima y permitir una movilidad cómoda para la máxima capacidad de invitados.
La paleta de materiales seleccionada para el proyecto como el terrazo, el concreto pre colado y la madera para los elementos arquitectónicos, además del mobiliario, fueron seleccionados junto con los chefs y sus concepciones acerca de la comida y el ambiente deseado. El objetivo era crear una paleta de materiales y colores que brindara una atmósfera autónoma a cada uno de los espacios y diera un carácter distintivo al restaurante limitando el uso de piezas decorativas.