En el norte de la isla de Awaji, Shigeru Ban fue consignado en diseñar un dojo (término japonés para designar un espacio a la práctica y enseñanza de la meditación o las artes marciales tradicionales modernas) en el aire. El emplazamiento fue en una ladera accidentada, un lugar maravilloso para escuchar el canto de varios pájaros, rodeado de espesos árboles. La intención del edificio es poder generar una sensación de inmersión dentro del terreno circundante.
La primera planta contiene alojamientos sencillos de habitaciones privadas y un comedor, si sitúan en pasillo estructurado por madera, de 81 m de longitud, 7,2 m de ancho y 3,5 m de altura, apoyado mínimamente en sólo dos pilares de rejilla de acero, creando un volado pronunciado que visibiliza con mayor importancia la geografía del terreno.
Para maximizar la transparencia y la visibilidad del espacio está la terraza al aire libre de la segunda planta que se usa para la meditación o el yoga. Esta terraza tiene una cubierta soportada por columnas de acero de 12 cm de diámetro con un claro de 3 metros. Al acercarse al edificio desde la carretera, se vislumbra un armado de madera de casi 100 metros frente al bosque creando un fuerte contraste. Al sentarse en la terraza, la presencia del edificio desaparece dejando a los usuarios visualizar desde lo alto las copas de los árboles y el paisaje.